Jacob Lorenzo es el flamante ganador del Premio de Poesía “Eladio
Cabañero” de la Fiesta de las Letras 2021 con el poemario “Nieve sucia”. Dividido en cuatro partes, el libro tiene
como hilo conductor la nieve, las páginas en blanco a las que se enfrentan los
escritores, junto con lo sucio, que son los versos que manchan esa nieve.
Nacido en Cabra en 1982, este poeta, filólogo, escritor y
editor vive en Lucena desde niño. Lorenzo ha publicado varios libros de poemas e
infinidad de artículos periodísticos. Su prolijo currículum cuenta con muchos e
importantes galardones como el Premio Nacional de Poesía Félix Grande en 2012,
el Premio de Lucena o el Premio Madrid. Con Jacob Lorenzo hablamos del premio,
de poesía, de Tomelloso y de sus nuevos proyectos.
—¿Qué ha supuesto para usted este premio?
—Un reconocimiento muy importante y un honor extraordinario. Recibir un
premio a nivel nacional siempre es un punto de inflexión en tu poesía. Además, como
decía la mítica letra de Golpes Bajos, corren malos tiempos para la lírica, y recibir un premio en estos
momentos, y del prestigio y la grandeza del Eladio Cabañero es como si una
bandada de esperanza sobrevolara por tu cabeza, dándote ánimos para seguir
creando, escribiendo poesía y completándote con este mundo de la literatura.
—¿Conoce a Eladio Cabañero, el escritor que da nombre al
galardón, el albañil poeta, o al revés?
—Sí, por supuesto. He de reconocer que empecé a leerlo un poco tarde, y
fue gracias a un amigo poeta, (para mí el mejor poeta en habla castellana
vivo), hablo de Juan Vicente Piqueras. Y fue porque estábamos comentando un
poemario imprescindible suyo, como es Aldea,
editado en Hiperión, un libro de poesía rural, de poesía de la tierra, de
infancias, de tormentas y de símbolos del campo, cuando me recomendó otros
poetas que también cantaban a su tierra de forma genial, y uno de ellos era
Eladio Cabañero, sin duda, un bello descubrimiento.
—También tiene un premio de poesía con el nombre de Félix
Grande, otro gran poeta de Tomelloso.
—Fue en 2012 cuando tuve la suerte de ganar el Premio Nacional de poesía
Félix Grande. También conocía su poesía, sobre todo las letras flamencas. Y
para mí conocer en persona a un titán de las letras como era Félix fue algo
mágico. La presentación que me hizo en
Madrid fue espectacular y emocionante, jamás olvidaré el cariño y la
profundidad de sus palabras hacia mi poesía y hacia mi persona. Félix es
gigante y digo es porque su poesía es inagotable y eterna. En definitiva,
Tomelloso y todo lo que tiene que ver con esta tierra parece talismán para mí.
—¿Qué vamos a encontrar en “Nieve sucia”?
—Nieve Sucia se llama así porque la nieve, en este caso son las páginas
en blanco a las que nos enfrentamos los escritores cada día y lo sucio son las
líneas de tinta que la van manchando, en este caso los versos.
Intenté crear un poemario con cierta unidad y creo que me he acercado al
objetivo inicial. El libro tiene un hilo que unifica el conjunto que no es otro
que la nieve. Encontraremos cuatro subpartes en él, Sal negra, donde son todo poemas metapoéticos, es decir, poemas
que hablan de la propia creación y de la propia poesía. Es la parte más seria
del libro y está muy influenciada por las lecturas que he hecho en profundidad
de la poeta María Victoria Atencia. Una poesía que le da valor a los huecos, a
las partes intermedias. La segunda parte es huellas en la nieve y la ocupan poemas de infancia y de
familia, recuerdos y vivencias personales, es la parte más directa y más
personal. La tercera se titula Nieve
Nueva y está compuesta por poemas con un tono más de línea clara, de
poesía amorosa. La cuarta y última la denominé Sangre en la nieve, llena de poesía breve a modo de haiku
japonés (más bien son Senryus), donde intento captar el instante, la inmediatez
concreta que a veces pasamos de largo y termino el poemario con un poema largo
muy personal.
—¿Cómo llega a la escritura?
—Fue culpa de dos
grandes profesores que después fueron amigos. Antonio Cruz y Lara Cantizani,
ambos me inculcaron que la literatura te hace libre, que hay otros mundos y
otros uni-versos además de los nuestros y están en la poesía. Más
adelante, comprobé que escribo para completarme, cada persona debe hacerlo, y
las formas son diversas, en mi caso, llegué a la poesía porque estaba
incompleto.
—Hay quien dice que para escribir es necesario tener un
don previo…
—Escribir es un don, pero también
es una condena. Escribir es una madriguera trampa, al principio es el hogar
donde vuelves, y más tarde es el lugar extraño de donde quieres escapar. Porque
una vez que escribes y que hay gente que se reconoce en tu escritura, aunque
sea solo una persona, es difícil huir de ahí. Sinceramente no creo que haya que
tener un don, pero sí un amor incombustible por la lectura, que es lo que te
llevará a poder volcar tus inquietudes de forma original en tus creaciones.
—Usted también cultiva el artículo periodístico, ¿dónde
se encuentra más cómodo, en la poesía o en la prosa?
—Sin duda en la prosa. Infinitamente más cómodo en el artículo
periodístico o en la crítica literaria. Sufro mucho escribiendo poesía. No vale
cualquier cosa y hay que ser exigente. Uso mucho más la papelera que el boli.
La poesía te exige mucho más. Puedo escribir un artículo sobre Afganistán,
sobre el Betis o sobre el último libro de Vargas Llosa mientras mi hija de seis
años tiene a tope el Canal Clan o a alguna youtuber
haciendo Slimes. Sin embargo no puedo
escribir ni un solo verso aceptable si no es en la soledad más absoluta y sin
distracciones.
—La Fiesta de las Letras de Tomelloso es un referente
literario y artístico ¿Qué le parecen iniciativas como esta? ¿Había participado
antes en ella?
—Me parecen geniales. Nunca había estado antes en Tomelloso. Pero hay
amigos que sí habían estado antes y me hablan maravillas. Los actos culturales
no deben dejarse atrás. Cuando hemos estado confinados la cultura es lo que nos
ha salvado, pero cuando las cosas vuelven a estar bien, si hay recortes, la
primera en caer es la cultura. Por eso veo maravilloso que haya iniciativas
como esta y que Tomelloso tenga tan en cuenta la cultura.
—Tomelloso es un vergel para las artes, especialmente la
pintura y poesía, hay quien le puso “La Atenas de La Mancha”, seguramente con
mucha pretenciosidad ¿Conocía Tomelloso? ¿Sabía de ese “fenómeno” creativo?
—No conocía la ciudad personalmente, pero sí muchos de sus creadores y
esa característica tan original de creación. Es emocionante que los máximos
exponentes de las letras en Tomelloso no dejaran sus oficios porque necesitaban
sobrevivir, albañiles, agricultores etc, trabajaban duro porque necesitaban
comer y creaban porque necesitaban respirar. Que tantos obreros sean poetas es
algo excepcional, siempre he pensado que en el lenguaje de la tierra y la
labranza es donde se encuentra la poesía más profunda. Hay poesía allí donde
está el poeta y en Tomelloso hay muchos poetas.
—¿Cuáles son sus proyectos más próximos?
—Hace unos días que acabo de coordinar dos volúmenes muy extensos sobre
arte. Uno de ellos ha sido la Antología Ni
Diosa, ni dulce ni serpiente donde he recogido a las 35 poetas
cordobesas vivas más relevantes del momento, el otro ha sido Subbeticarte una antología donde
recojo las obras de artes plásticas y literatura de los artistas más
importantes del presente de los 14 municipios de la Subbética Cordobesa. Y
estoy terminando un poemario usando una estrofa japonesa llamada Tanka, casi
100 tankas sobre el abandono del padre.
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Martes, 12 de Julio del 2022
Domingo, 5 de Septiembre del 2021
Jueves, 18 de Abril del 2024