Tomelloso

Juanjo Cardenal: «En Saber y Ganar se quiere a los concursantes»

Francisco Navarro | Viernes, 24 de Septiembre del 2021
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Después de casi un cuarto de siglo, el pasado 23 de agosto “La Voz” de Saber y Ganar, Juanjo Cardenal, recogía los bártulos y dejaba el concurso más longevo de la tele jubilación mediante. “Por imperativo legal”, como ha contado, cogió el retiro y traspasó los trastos a Elisenda Roca —otra conocida y veterana presentadora— afrontando su nueva vida como jubilado.

Cardenal ha estado en Saber y Ganar desde el inicio del concurso el 17 de febrero de 1997. Su voz ha faltado a la cita en tres o cuatro ocasiones, como mucho. Es un sabio de verdad, una voz única y es invisible, ma non troppo Es un tipo único, cercano, con el que da gusto hablar. No ha perdido su sonrisa de pillo a pesar de frisar los 70 años. Ahora se dedica al merecido dolce far niente “niente de niente. Estoy trabajando lo mismo que antes, pero sin hacer Saber y Ganar”, apostilla.

—¿Se aburre ahora que está jubilado?

—No me he aburrido en la vida en el sentido de no hacer nada y caer en el aburrimiento. Me he aburrido en el teatro, en el cine, en alguna conversación, pero eso son otros cantares.

—O sea, que no vigila las obras de Mataró.

—Ni juego al dominó en bares y tabancos, lo que no es óbice para que me pueda admirar el trabajo de algunas máquinas grandes.

—Por cierto, usted es medio de Mataró y medio de todo el mundo…

—Sí, soy del mundo y me encuentro a gusto así. Está escrito en mis genes. Mi papá era de San Fernando, mi mamá de Santo Domingo de la Calzada, dos hijos ilicitanos, tres de Mataró, mi esposa de Medellín, Colombia. Y yo, nací la mitad en Madrid y la otra mitad en Mataró.

—Es raro que el hijo un de médico no coja la profesión paterna, ¿por qué eligió la farándula y la Filosofía?

—¿Qué tiene de raro? La medicina no es hereditaria como ocurre en muchas empresas. Compaginé la carrera de Filosofía con la de Teatro. En tercero entre en el Instituto del Teatro de Barcelona y a los tres años terminé las dos carreras.

—Aun así, menuda imagen de seriedad proyecta.

—¿Cómo? Ahora que caigo, sí que me lo ha dicho mucha gente, que tengo cara o pinta de serio. En muchas cosas soy serio claro (ya estamos con la polisemia). Nadie que me conozca me adjetivaría de tal modo. Ni usted, Don Francisco.

—Durante una época se dedicó al teatro independiente, cuando ese adjetivo era una realidad, ¿por qué lo dejó?

—Se acabaron los circuitos que habían conformado los distintos grupos independientes y surgieron otros institucionalizados, las cajas de ahorro, ayuntamientos, instituciones, etc. Entrar en las compañías estables o no estables era complicado. En ese momento tenía necesidades económicas que no me permitían distracción alguna.


—Acabó en la radio, un medio que, según dicen, enamora.

—Me sigue enamorando la radio. Desde que la dejé la he retomado y compaginado varias veces. Por si alguien me escucha, que sepa que soy materia disponible. Luego os paso mi teléfono.

—Luego llegó la televisión, Colombia, Elche…

—Yo hacía televisión y llevaba la producción de un espectáculo teatral, Dancing, basado en la película Le bal de Ettore Scola pero adecuado a la historia de Cataluña y España desde la Primera República hasta Barcelona 92. Estuvimos de gira por México, Bogotá y Ámsterdam. Al cabo de unos meses volví a Colombia dónde viví 2 años haciendo televisión allí. Luego Elche, luego otra vez Mataró. Dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen.

—Y 1985, “Si lo sé no vengo”, ahí se gesta el triunvirato Schaaff, Cardenal, Hurtado. Aunque usted ya había trabajado antes con el director.

—Cierto, ese triunvirato como usted dice empezó en Si lo sé no vengo. Luego hubo varios programas hasta llegar a Saber y Ganar.

—Durante un cuarto de siglo ha sido la voz de Saber y Ganar, ¿pensaba usted que el programa iba a durar tanto?

—Eso no lo podía predecir nadie. Si alguien tuviera esa varita mágica, ¿sabe usted lo que valdría?

—¿A qué cree que se deba su longevidad? Saber y Ganar es, además, un espacio del que todos hablan bien.

—Porque lo hemos hecho bien. Sergi Schaaff ha sabido llevar la nave tan lejos como está hoy. ¿No será que supo elegir una buena tripulación? Con perdón.

—Se nota mucha complicidad en los que hacen el concurso.

—En los equipos que funcionan pasa eso. No hay otra forma de hacerlo. La disciplina es fundamental, pero no solo en televisión, sino en todos ordenes de la vida. Y le diré más, aquello que parece hecho al tuntún y funciona, no se lo crea, detrás seguro que hay mucho trabajo, aunque parezca un divertimento.

—Todos los concursantes hablan de lo bien que les tratan en Sant Cugat.

—Y yo agradezco que los concursantes lo digan, entre otras cosas porque es verdad. Nosotros queremos a los concursantes. ¡Por el amor de Dios! Si son ellos los que hacen de verdad el programa, nosotros somos un mero instrumento, muy útil, pero mero instrumento.

—Saber y Ganar es una fábrica de concursantes para otras cadenas, ¿se siente orgulloso?

—Por supuesto. Señal que lo hemos hecho bien y se sigue haciendo bien, porque no paran de llegar propuestas a nuestros concursantes.

—Tengo entendido que también era guionista de Saber y Ganar…

—Me encantaba. Una cosa más que agradecer a Sergi Schaaff, que me permitiera también ser guionista de Saber y Ganar. Uno más.

—¿Ya ha asimilado su salida del programa? Debe tener muchos y buenos recuerdos.

—No me costó trabajo asimilarla, fue un veneno que me fueron inoculando poco a poco. En diciembre sabía que me quedaban seis meses “de vida”. En junio me avisaron de que el día 22 se acababa el carbón y que el 23 ya no podría grabar el programa. Te vas haciendo cargo de eso. Pedí que me dejaran hasta febrero de 2022 que el programa celebra el 25 aniversario, pero me dijeron que no… ¡Pues ya está!

Con respecto a los buenos recuerdos, no cabrían en esta ni en muchas entrevistas.


—¿Usted ve Saber y Ganar?

—Por supuesto. Cómo podría desligarme de él.

—¿Y se le hace raro?

—Sí, se me hace raro porque no es lo mismo. Fíjese que Dalí decía que Velázquez era el artista que había creado el mejor ambiente de la historia de la pintura. Un programa también tiene un ambiente, tiene un aire y se respira algo especial. Ahora seguro que se respira lo mismo, pero para mí ya no es igual. Los sonidos, los movimientos, la interrelación silenciosa o con un metalenguaje entre nosotros el equipo, eso ya no lo vivo. Estoy en mi casa, a lo mejor, comiéndome un bocadillo de tortilla, eso me crea una distanciación con el medio que no es la que vivía en las grabaciones. Cuando grababa Saber y Ganar lo veía muy pocas veces, ya me lo sabía.

—¿Concursaría en el programa?

—Es la pregunta más fácil de la entrevista. No. En contra de la opinión impertinente de mis hijos.

—¿Para cuándo un poemario o una exposición de Juanjo Cardenal?

—No habrá poemario. No habrá exposición. Esas cosas como los trapos sucios se quedan en casa, y en la casa también están los amigos.

—¿Sigue haciendo recitales por nuestro país?

Por supuesto. Parece que se retoma la actividad. Espero que uno de los primeros sea en Tomelloso. Lo estoy deseando.

—¿Cómo ha vivido la pandemia? Sus actuaciones en las redes sociales fueron antológicas.

—Con mucha serenidad y responsabilidad. Me alegro que gustaran mis intervenciones. Las estoy retomando en una página en construcción. Juanjocardenal.com. Y por favor, la pandemia no ha desaparecido. No seamos gilipollas. 

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