Después de casi un cuarto de siglo, el pasado 23 de agosto “La Voz”
de Saber y Ganar, Juanjo Cardenal, recogía los bártulos y dejaba el concurso
más longevo de la tele jubilación mediante. “Por imperativo legal”, como ha
contado, cogió el retiro y traspasó los trastos a Elisenda Roca —otra conocida y veterana
presentadora— afrontando su nueva vida como jubilado.
Cardenal ha estado en Saber y Ganar desde el inicio del concurso el 17 de
febrero de 1997. Su voz ha faltado a la cita en tres o cuatro ocasiones, como
mucho. Es un sabio de verdad, una voz única y es invisible, ma non troppo
Es un tipo único, cercano, con el que da gusto hablar. No ha perdido su sonrisa
de pillo a pesar de frisar los 70 años. Ahora se dedica al merecido dolce
far niente “niente de niente. Estoy trabajando lo mismo que antes, pero sin
hacer Saber y Ganar”, apostilla.
—¿Se aburre ahora que está jubilado?
—No me he aburrido en la
vida en el sentido de no hacer nada y caer en el aburrimiento. Me he aburrido
en el teatro, en el cine, en alguna conversación, pero eso son otros cantares.
—O sea, que no vigila las obras de Mataró.
—Ni juego al dominó en bares
y tabancos, lo que no es óbice para que me pueda admirar el trabajo de algunas
máquinas grandes.
—Por cierto, usted es medio de Mataró y medio de todo el mundo…
—Sí, soy del mundo y me
encuentro a gusto así. Está escrito en mis genes. Mi papá era de San Fernando,
mi mamá de Santo Domingo de la Calzada, dos hijos ilicitanos, tres de Mataró,
mi esposa de Medellín, Colombia. Y yo, nací la mitad en Madrid y la otra mitad
en Mataró.
—Es raro que el hijo un de médico no coja la profesión paterna, ¿por
qué eligió la farándula y la Filosofía?
—¿Qué tiene de raro? La
medicina no es hereditaria como ocurre en muchas empresas. Compaginé la carrera
de Filosofía con la de Teatro. En tercero entre en el Instituto del Teatro de
Barcelona y a los tres años terminé las dos carreras.
—Aun así, menuda imagen de seriedad proyecta.
—¿Cómo? Ahora que caigo,
sí que me lo ha dicho mucha gente, que tengo cara o pinta de serio. En muchas
cosas soy serio claro (ya estamos con la polisemia). Nadie que me conozca me
adjetivaría de tal modo. Ni usted, Don Francisco.
—Durante una época se dedicó al teatro independiente, cuando ese
adjetivo era una realidad, ¿por qué lo dejó?
—Se acabaron los
circuitos que habían conformado los distintos grupos independientes y surgieron
otros institucionalizados, las cajas de ahorro, ayuntamientos, instituciones,
etc. Entrar en las compañías estables o no estables era complicado. En ese
momento tenía necesidades económicas que no me permitían distracción alguna.
—Acabó en la radio, un medio que, según dicen, enamora.
—Me sigue enamorando la
radio. Desde que la dejé la he retomado y compaginado varias veces. Por si
alguien me escucha, que sepa que soy materia disponible. Luego os paso mi
teléfono.
—Luego llegó la televisión, Colombia, Elche…
—Yo hacía televisión y
llevaba la producción de un espectáculo teatral, Dancing, basado en la película
Le bal de Ettore Scola pero adecuado
a la historia de Cataluña y España desde la Primera República hasta Barcelona
92. Estuvimos de gira por México, Bogotá y Ámsterdam. Al cabo de unos meses
volví a Colombia dónde viví 2 años haciendo televisión allí. Luego Elche, luego
otra vez Mataró. Dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen.
—Y 1985, “Si lo sé no vengo”, ahí se gesta el triunvirato Schaaff,
Cardenal, Hurtado. Aunque usted ya había trabajado antes con el director.
—Cierto, ese triunvirato
como usted dice empezó en Si lo sé no vengo. Luego hubo varios programas hasta
llegar a Saber y Ganar.
—Durante un cuarto de siglo ha sido la voz de Saber y Ganar, ¿pensaba
usted que el programa iba a durar tanto?
—Eso no lo podía predecir
nadie. Si alguien tuviera esa varita mágica, ¿sabe usted lo que valdría?
—¿A qué cree que se deba su longevidad? Saber y Ganar es, además, un
espacio del que todos hablan bien.
—Porque lo hemos hecho
bien. Sergi Schaaff ha sabido llevar la nave tan lejos como está hoy. ¿No será
que supo elegir una buena tripulación? Con perdón.
—Se nota mucha complicidad en los que hacen el concurso.
—En los equipos que
funcionan pasa eso. No hay otra forma de hacerlo. La disciplina es fundamental,
pero no solo en televisión, sino en todos ordenes de la vida. Y le diré más,
aquello que parece hecho al tuntún y funciona, no se lo crea, detrás seguro que
hay mucho trabajo, aunque parezca un divertimento.
—Todos los concursantes hablan de lo bien que les tratan en Sant Cugat.
—Y yo agradezco que los
concursantes lo digan, entre otras cosas porque es verdad. Nosotros queremos a
los concursantes. ¡Por el amor de Dios! Si son ellos los que hacen de verdad el
programa, nosotros somos un mero instrumento, muy útil, pero mero instrumento.
—Saber y Ganar es una fábrica de concursantes para otras cadenas, ¿se
siente orgulloso?
—Por supuesto. Señal que
lo hemos hecho bien y se sigue haciendo bien, porque no paran de llegar
propuestas a nuestros concursantes.
—Tengo entendido que también era guionista de Saber y Ganar…
—Me encantaba. Una cosa
más que agradecer a Sergi Schaaff, que me permitiera también ser guionista de
Saber y Ganar. Uno más.
—¿Ya ha asimilado su salida del programa? Debe tener muchos y buenos
recuerdos.
—No me costó trabajo
asimilarla, fue un veneno que me fueron inoculando poco a poco. En diciembre
sabía que me quedaban seis meses “de vida”. En junio me avisaron de que el día
22 se acababa el carbón y que el 23 ya no podría grabar el programa. Te vas
haciendo cargo de eso. Pedí que me dejaran hasta febrero de 2022 que el
programa celebra el 25 aniversario, pero me dijeron que no… ¡Pues ya está!
Con respecto a los buenos
recuerdos, no cabrían en esta ni en muchas entrevistas.
—¿Usted ve Saber y Ganar?
—Por supuesto. Cómo
podría desligarme de él.
—¿Y se le hace raro?
—Sí, se me hace raro porque no es lo mismo. Fíjese que Dalí decía que Velázquez
era el artista que había creado el mejor ambiente de la historia de la pintura.
Un programa también tiene un ambiente, tiene un aire y se respira algo
especial. Ahora seguro que se respira lo mismo, pero para mí ya no es igual.
Los sonidos, los movimientos, la interrelación silenciosa o con un metalenguaje
entre nosotros el equipo, eso ya no lo vivo. Estoy en mi casa, a lo mejor,
comiéndome un bocadillo de tortilla, eso me crea una distanciación con el medio
que no es la que vivía en las grabaciones. Cuando grababa Saber y Ganar lo veía
muy pocas veces, ya me lo sabía.
—¿Concursaría en el programa?
—Es la pregunta más fácil
de la entrevista. No. En contra de la opinión impertinente de mis hijos.
—¿Para cuándo un poemario o una exposición de Juanjo Cardenal?
—No habrá poemario. No
habrá exposición. Esas cosas como los trapos sucios se quedan en casa, y en la
casa también están los amigos.
—¿Sigue haciendo recitales por nuestro país?
Por supuesto. Parece que
se retoma la actividad. Espero que uno de los primeros sea en Tomelloso. Lo
estoy deseando.
—¿Cómo ha vivido la pandemia? Sus actuaciones en las redes sociales
fueron antológicas.
—Con mucha serenidad y
responsabilidad. Me alegro que gustaran mis intervenciones. Las estoy retomando
en una página en construcción. Juanjocardenal.com. Y por favor, la pandemia no
ha desaparecido. No seamos gilipollas.
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