Los cuatro cómicos se salieron en una actuación que combinó sus monólogos con geniales sketchs y coreografías para resaltar el humor manchego. Muchos de los giros utilizados, el acento, las situaciones descritas y hasta el propio vestuario extrajeron esa esencia del humor más nuestro que provocaron las risas continuas del público durante casi dos horas.  Los cómicos interactuaron con el público con alguna que otra pregunta y comentarios;  la gente seguía el hilo porque se sentía a gusto.

El telón se alzó con un gran Jesús Arenas al que muchos espectadores guardaban reciente en su memoria al ser el presentador del concurso de monólogos el pasado verano. Algunos argumentos e historias de su monólogo fueron los mismos que en agosto, pero te sigues riendo porque el talento del roblense para hacer reír es inagotable.  Arenas caricaturizó diversas situaciones cotidianas, sacó punta a noticias reales que aparecen en medios de comunicación y terminó analizando el fenómeno de las obsesivas compras de papel higiénico en los primeros meses de la pandemia.

Roberto Gontán analizó las diferencias de filosofía y lenguaje entre el mundo rural y urbano; Fran Pati mantuvo el tono con otro gran monólogo y puso el broche Juanjo Albiñana, absolutamente genial en su imitación de un cantante de reguetón y la lectura de un manifiesto por la independencia de Castilla-La Mancha.  Una excelencia al buen humor esta representación de “Cuatro motes manchegos” que, volviendo a lo que decía esa espectadora que salía del teatro, nos acerca a la normalidad de las risas de siempre.