Opinión

De mi memoria adolescente IX. El Obispo Lorenzana

Juan José Sánchez Ondal | Sábado, 9 de Octubre del 2021
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Como creo haber dicho, cursé en el colegio “de los frailes” los cursos del bachillerato 4º, 5º, 6º y reválida y preuniversitario,  allá por los años 1951- 1952 a 1954-1955. ¡Como quien dice, ayer!

Por entonces  la inauguración del curso académico en el Colegio Santo Tomás de Aquino, era un acontecimiento al que, además de asistir el profesorado y los alumnos, acudían las autoridades locales y, en ocasiones hasta el Gobernador civil, a la sazón José María del Moral y Pérez de Zayas. Un profesor daba lectura de la memoria del curso anterior y o bien otro, o bien una autoridad académica, pronunciaba  una conferencia. Debió ser  en el solemne acto celebrado en el salón de estudio del colegio, el miércoles 8 de octubre de 1952, según nos informa el Diario municipal,  “bajo la presidencia del Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia, con asistencia de las Autoridades locales, profesorado y Magisterio [en el que] Leyó la Memoria el profesor del Colegio Sr. Gordillo y hablaron el también profesor Sr. García Pavón y el Sr. Gobernador”, en el que don Francisco hizo referencia  a la anécdota a que me voy a referir, ya que en la inauguración del siguiente curso, la lectura de la memoria, corrió a cargo del profesor del Colegio, Licenciado Don Carlos Sánchez y la conferencia inaugural a la  de  Don Carlos Calatayud, Delegado provincial de Información y Turismo y Catedrático del Instituto de Ciudad-Real.

Nos habló don Francisco García Pavón de  un obispo al que un día, en el palacio, le pusieron una pintada que decía: 

El obispo Analorenza no hará aquí lo que en Sigüenza.

A la que, al verla,  respondió con otra que rezaba: 

No me llamo Analorenza, que me llamo Lorenzana, 

y haré aquí lo que en Sigüenza y lo que me dé la gana.” 

Esa anécdota ha permanecido en mí memoria y con ella la curiosidad de si tal personaje era real o inventado, pues de Pavón cualquiera de las dos opciones era posible. En una ocasión se la comente a un compañero de Sigüenza y me dijo que sí le sonaba un Lorenzana en Sigüenza, pero no  poseía más datos. Di por real al personaje y lo consideré relativamente reciente. Pero ahora que ese invento de internet pone a tu cómoda disposición, sin necesidad de tener que desplazarte a bibliotecas, tanta documentación, indagué al respecto. 

Mi primer contacto fue un tanto decepcionante, pues no figuraba ningún obispo Lorenzana en la ciudad de Sigüenza. Sí di con un Arzobispo, primero, de Méjico y, después, de Toledo, Francisco Antonio Lorenzana y Butrón, hijo de Jacinto Lorenzana y Josefa Salazar,  que siempre firmó Lorenzana y Butrón, que vivió entre 1722 y 1804 y  fue, a los 27 años, sin llegar a tomar posesión, porque le nombraron Arzobispo de Méjico, obispo de Plasencia. Pero sí tuvo relación con la ciudad del Doncel, pues ganó, en 1751, la canonjía doctoral de Sigüenza de cuya seo fue bibliotecario. Allí es donde el joven canónigo magistral debió armarlas y echar fama,  y sería en Toledo, sede a la que fue trasladado en 1754,  donde tuvieran lugar las pintadas. 

El bueno de Lorenzana, leonés, nacido en 22 de septiembre de 1722, estudió teología y los dos derechos, (canónico y común), en las universidades de  Valladolid y de Ávila, llegando a ser, nada más y nada menos, que Canciller mayor de Castilla, Consejero de Estado, Cardenal e Inquisidor General. Falleciendo en Roma el 17 de abril de 1804, siendo  miembro de la Congregación de  Propaganda Fide. Sus restos fueron depositados en la iglesia de Santa Cruz de Jerusalén, con un elocuente epitafio: “Aquí yace el padre de los pobres”. En 1956, el Cabildo mexicano trasladó los restos a su catedral. Una amplia biografía suya puede consultarse en la página de la Real Academia de  la Historia.

 En León, en la Plaza Torres de Omaña, está su palacio. En una de las informaciones que se ofrecen de éste palacio en internet, como suele suceder con el tiempo y con las anécdotas, que se trasladan de lugar, o de momento, cuando no de autor y aún de las tres cosas, ofrecen una versión, ligeramente diferente de estos hechos, que dice: “Al ser nombrado cardenal se celebraron en León unas fiestas por todo lo alto y al tomar posesión del cardenalato aparecieron por las calles toledanas unas pintadas: «Ya está aquí Doña Lorenza, que ha venido de Sigüenza». Y los esbirros del cardenal continuaron la copla añadiendo: «Que no se llama Lorenza, que se llama Lorenzana, y hará aquí, como en Sigüenza, lo que le de la real gana».”

Sin embargo en un trabajo, en catalán,  titulado   “Els bisbes de Girona y la nacionalitat catalana en el segle XVIII”, de la historiadora Monserrat Jiménez,  publicado en la  Revista de Girona, nº 181, de marzo-abril de 1997, se contiene una versión mucho más próxima a la que recuerdo que nos contó Pavón. Hablando del Obispo de Gerona Tomás de Lorenzana y Butrón, hermano del referido cardenal Antonio, cuenta que éste tenía fama de tenaz y que  tal característica se ejemplificaba a la perfección en cierta pugna poética que tuvo lugar con motivo del traslado de la canonjía de Sigüenza a la de Toledo. Apareció una escritura anónima en un lugar visible de la ciudad que decía: “No se crea Ana Lorenza que hará aquí lo que en Sigüenza”. Y cuenta que el orgulloso clérigo respondió “No me llamo Ana Lorenza, que me llamo Lorenzana; haré aquí lo que en Sigüenza y lo que me dé la gana.”

 No es decir por decir lo de los cambios en las anécdotas. En efecto, en el Pregón de Carnaval dado en Navalmoral de la Mata el 2 de febrero de 2002 por Luis C. Corchón, éste recoge los versos con cambio de obispos, lugares y texto pues  se refiere a “aquel famoso obispo de Coria, quien interrogado de esta guisa ¿Hará aquí Ana Lorenza/ lo mismo que hizo en Plasencia? Respondió: No se llama Ana Lorenza/Que se llama Lorenzana/Hará aquí lo que en Plasencia/Y más si le da la gana.”

Desde luego me quedo con mi anécdota, con la de don Francisco García Pavón, referida, aunque no a un obispo, sí al canónigo, luego Ordinario y  Cardenal, Antonio Lorenzana, y a las ciudades de Toledo y  Sigüenza,  en cuanto la veo más fundada. Entre otras razones, aparte de la autoridad de las fuentes, porque, basta con consultar la relación de Obispos de Coria, para comprobar que no hubo ningún Lorenzana que de allí lo fuera y que, como hemos dicho, el cardenal, si bien fue nombrado Obispo de Plasencia, no le dio tiempo a hacer nada allí ya que no llegó a tomar posesión del cargo, al ser nombrado Arzobispo de Méjico. 


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