Opinión

¿De qué va el homo sapiens en "su planeta" Tierra?

Salvador Jiménez Ramírez | Martes, 12 de Octubre del 2021
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Parece ser que la subespecie de miembros de Homo sapiens sapiens, fisiológica y fisonómicamente modernos, desde que convivía con la especie neandertal y otras, según algunos paleoantropólogos, ya iba a su “aire” en lo del egoísmo, envidia, fullerías, chulerías, tunerías…  Con dichas “cualidades”, en cada zona de  su moderna mollera, de manera diferente a otras especies, registraba, almacenaba y desarrollaba datos en relación con el entorno en el que se desenvolvía, con la finalidad de ir acaparando mayor “parcela” para campar a sus anchas… Presumía de cráneo grácil, braquicéfalo, (redondeado) y no acababa de empatizar con unas cuadrillas de Neandertales, (ni con otros muchos) que en sus molondras habían desarrollado, en la parte occipital, una especie de moña, en cuya cavidad, como ningún otro sujeto, “programaba” la facultad de convertirse en un hábil y comedido “vividor”…; sostenedor de la familia y del grupo, en quienes tenía puestos todos sus sentidos… Los Sapiens más usureros, con peores pulgas y carácter la tomaron con los neandertales porque no les interesaban sus preceptos y porque cazucheaban en sus “cotos”, por lo que comenzaron a acosarlos; haciéndoles la vida imposible, aunque hubo “matrimonios” de conveniencia para resolver problemas de escaseces, follones por envidias tribales,  “propiedades”, dioses, muebles, inmuebles…

  Sentido del humor aparte… Hoy, al igual que entonces, tampoco importan mucho esos otros individuos de sería reflexión, (¡chirriantes!) preocupados por el devenir del planeta Tierra; que les “arde” su pensamiento por el espectáculo humano, enfermizo y despreciador; de grande e indolente indiferencia, de otros congéneres,  por sus semejantes y por  la Naturaleza que nos sustenta…  Todo apunta a que “crece como la espuma el Homo Sapiens, devastador de entornos  “tranquilos” y socialmente ordenados; que parece surgir de la obscuridad de la vida, que se olvida de todo y de todos y se ve a sí mismo como el tamaño de sus caóticos, interesados y agresivos propósitos…

  Este individuo, (tal vez nictálope) que no se hace preguntas, que se extasía degollando o vejando a otras formas de vida, no por necesidad, si no por diversión,  tendría algo “nublado” el apartado craneano donde se almacena y programa el raciocinio, deformándose su capacidad de percepción para percibir, apreciar y cuidar de otras formas de vida y  de su planeta, bastante en quiebra… Atrofiado o mutado, no puede saber, ni le importa, cuál es el rumbo de la “nave” que “transporta” a la especie, ni a su mundo… ¡Libertad! “Los mundos nuevos—aventuró  el neurólogo aquél—se crean destruyendo y probando…”. La braveza de su gregarismo y los fanatismos religiosos, dinamizadores psicológico—psíquicos, son a la vez reservorio de desorden y devastación… Si ese “ELEMENTO” de Homo Sapiens, usurero sin límites y otros ladronzuelos, con mentalidad de turba y de saqueo, doctores en paripés,  no toman consciencia de su comportamiento, la Naturaleza nos irá imponiendo u obligando a que un “reajuste” o regeneración se vayan produciendo; aunque a corto plazo no sean perceptibles… Pero aún así, nuestro planeta Tierra se irá degradando y al individuo humano, solo le restará la búsqueda de un nuevo hábitat en el espacio; con los tremendos problemas de adaptación que ello llevará consigo… Nuestro Planeta, dejará de ser una Tierra proveedora de recursos para el moderno y “FULLERO” Homo Sapiens; habiendo respondido con generosidad, hasta la actualidad, a las exigencias sin límite impuestas por éste…

  Las modernas tecnologías están haciendo que vivamos más confortablemente y también más ZOMBIS… Epítomes de la irracionalidad, a veces… Muchos sujetos, (no por el material genético recesivo) no tienen capacidad para diferenciar una encina de un limonero. Estamos descubriendo compuestos químicos hasta para maquillarnos el trasero y para hacer enmudecer el quiquiriquí de los gallos…; para nosotros poder berrear con más atractivo y encanto…; cuando nuestros genes deberían estar dormitando…

  Hoy dirijo la mirada a un trecho de calzada, donde el barrullo de automóviles e individuos, con pegotes de “cápsulas” de plástico, cargadas de condumio, yendo y viniendo  en desaforado trasiego, impresiona y desconcierta… También echo una ojeada al  firmamento y reparo en un par de aviones que surcan los cielos… Me  pregunto cuánto plástico acabaremos ingiriendo a “este paso”… Hoy pasan por nuestro organismo cien mil micropartículas de plástico anualmente o doscientos cincuenta gramos al año; veinticinco gramos al mes o cinco gramos por semana. Y me pregunto si son tres mil quinientos, cuatro mil o cinco mil los “aparatos” que en este momento, surcan la atmósfera de las alturas y si cada uno quema treinta y cinco o cuarenta toneladas de oxígeno, cada vez que sobrevuela el Planeta, atravesando el Atlántico, el Pacífico…

  Nosotros somos los herederos de aquellos Neandertales, que venimos considerando bárbaros y necios. ¿Y nosotros cómo somos y nuestros descendientes, cómo serán…? 


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