“En los pueblos, las vidas pretéritas duran… Entre tabiques y campanas la vida humana se hospeda mejor y el tiempo tarda más en hacer su agosto”. “El reino de Witiza” FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Medir el tiempo
ha sido siempre una obsesión
del hombre, por lo que no es de extrañar
que desde finales del siglo XVIII se adquiriera en la localidad de
Tomelloso un reloj mecánico que, situado
en la torre de la Iglesia, regularía la actividad diaria de los vecinos (hay
que recordar que según el historiador
Inocente Hervás y Buendía en 1689 quedó
completamente concluida la edificación
de la torre y el campanario de la Iglesia Parroquial de Tomelloso). El
mantenimiento diario del reloj
estaría en manos de un cargo municipal que debería darle cuerda diariamente y engrasarlo. También, para garantizar su
funcionamiento y en casos de averías, el relojero que lo colocó o algún técnico preparado para tales causas, se
desplazarían alguna vez al año a revisarlo a
cambio de una cantidad fija.
En Tomelloso, a finales del siglo XVIII, las actas municipales
existentes nos permiten conocer en
quien recaía el cargo municipal denominado Regidor del Reloj o Regente del
Reloj. Este puesto era elegido
al mismo tiempo que se
determinaban el resto de
cargos municipales.
Algunos de los regidores del reloj de los siglos XVII y XIX
fueron:
En 1786, Juan de Ugena.
En 1787, Juan López Bautista.
En 1836, José Antonio Ugena.
En 1853, Bonifacio Ugena.
Como vemos, el apellido Ugena es una constante en el cargo
de regidor del reloj, por lo que no es de extrañar que fuese pasando
el cargo de generación en generación dentro de esta familia.
El día 3 de junio de 1853, siendo alcalde José María Carranza, se acuerda desde el Ayuntamiento de Tomelloso, presupuestar 5.000 reales con destino
a reemplazar el reloj existente en
la villa considerado inútil por la vejez “de manera que el pueblo carece de objeto
tan necesario para el régimen y buen
gobierno de todas las clases de trabajos… asistencia exacta de los enfermos y demás usos que es vano
enumerar”.
Las características que se exigían al nuevo reloj debían ser las
siguientes: “la maquinaria sólida y bien
templada y perfectamente ajustada, de figura horizontal, con el rodaje de latón, escape de clavijas y péndola de
compensación; ha de dar las horas y medias horas y tener cuerda para ocho
días…”
Parece ser que, posiblemente por problemas económicos, la
adquisición del reloj no se llegó a realizar, y todo quedaba
reducido a continuas
reparaciones que, últimamente, no daban los resultados
que se esperaban.
Así, el 30 de abril de 1882, se acuerda, nuevamente, comprar un
nuevo reloj “ya que el que hay en la villa,
a pesar de las reparaciones, siempre está parado”.
Sin embargo, la resolución volvió a dar un giro. El 17 de Junio de
ese año se presentó un relojero de
Manzanares, Juan Pérez, y se comprometió a componerlo con garantía de un año.
El presupuesto que se presentó era de 175 pesetas y se decidió aceptar
la propuesta.
Trece años después,
en noviembre de 1895, y después de estas más de un año con el reloj totalmente estropeado, el
Ayuntamiento retoma la opción de comprar un reloj nuevo. Como vemos, la decisión
sobre el reloj era tomada por el poder político
de la localidad aunque consultara los detalles de la adquisición
con el poder religioso. En estos momentos actuaba como Párroco Don Inocente
Hervás Buendía, siendo su coadjutor Don Carlos Álvarez Rodríguez (natural
de la villa de Herencia).
Así, el 18 de noviembre de 1895, el alcalde fue a Madrid, acompañado del maestro relojero don Ignacio Laguna, y compró en la famosa casa relojera CANSECO uno por 4.600 pesetas, pagaderas en tres plazos. Tenía el nuevo reloj cuerda para treinta horas, daba las horas, las medias y repetía a los dos minutos; la esfera de cristal esmerilado era de 1,75 metros de diámetro.
Quizá lo más curioso de este nuevo reloj viene en el contento que había en el pueblo con él. Así, la empresa Canseco, iniciado el siglo XX, realizó una campaña publicitaria donde ofertaba sus relojes y sus servicios. Para ello tuvieron la brillante idea de solicitar a las instituciones que en años anteriores habían adquirido algún reloj y estaban satisfechos con él, que lo expresaran en su anuncio publicitario para conocimiento del resto de organismos.
De
esta forma, en 1906 en el anuncio de la casa Canseco se podía leer la siguiente certificación enviada desde el Ayuntamiento de Tomelloso:
“Cumple
al deber de esta Alcaldía consignar para su satisfacción, que el reloj de la Torre de esta Villa, contratado con usted,
bien puede servirle de modelo, pues le honra
como constructor del mismo, siendo objeto de este vecindario de elogios
merecidos, al permanecer inalterables en su marcha por su gran precisión
y fijeza, no habiendo variado
ni un minuto desde que fue colocado.
Lo
que tengo el honor de poner en conocimiento de usted para su satisfacción. Dios guarde a usted muchos
años.
Fdo: PEDRO ANTONIO LÓPEZ”
Según indagaciones de Don Primitivo Redondo, a este reloj
se encargaron de cuidar y darle cuerda diariamente los tomelloseros
Francisco García de Padilla y su hijo Francisco García Soriano.
Actualmente el reloj que se encuentra en la torre pertenece a la empresa Valverde. Un reloj similar lo podemos contemplar en la torre de la población de Membrilla.
Hay
que hacer una mención especial a otro reloj que en las últimas décadas ha
compartido el trabajo de hacer
recordar a los hombres y mujeres tomelloseros que el tiempo pasa. Nos referimos al reloj del Ayuntamiento. El
actual, electrónico, fabricado en Valencia, además de sonorizar las horas enteras, medias y cuartos, armoniza en
momentos señalados con parte del himno
de la localidad.
Qué
lejos el progreso patente de este reloj con el inicial de la torre de la
Iglesia, allá por el siglo XVII.
Paralelamente a la historia
del reloj de la torre
está el devenir
de las campañas de la Iglesia,
que a lo largo de siglos han realizado una labor cómplice con el reloj que
marcaba las horas.
Gracias
al breve estudio realizado por Ángel Morales Ropero, en “El Periódico” del 5 de Febrero de 2004; podemos realizar la
siguiente evolución de las campanas de la iglesia de la Asunción de Tomelloso.
-
El 22 de noviembre de 1822, nos aparecen los datos de una campana.
Se fundió la misma, denominada
campana grande, en la Posada del Altillo por Gregorio Gargollo. Fue colocada el 14 de diciembre del mismo año. Tras romperse fue tirada al suelo el 20 de Julio de
1891. Se volvió a fundir en la fragua situada a la salida de la calle Socuéllamos.
-
En 1896 fue grabada en relieve una cruz y el año, la campana que
acompañaría al reloj de la empresa Canseco.
-
Ya en el siglo XX se colocaron unas campanas que fueron arrojadas
al suelo desde el campanario en 1936,
con motivo de los altercados de la incipiente Guerra Civil. De aquella época sólo queda el zumbadillo (campana
más pequeña) que fue fundida en 1930 en la Fundación
Constantino de Linares Ortiz de Carabanchel Bajo (Madrid). Está dedicado a San José.
- En 1944, el párroco Don Eliseo Ramírez junto con el alcalde Don Abelardo Contento y otras autoridades iniciaron la campaña para recoger donativos de las familias tomelloseras para recomponer las campanas de la Iglesia. Gracias a esto, se fundieron tres campanas de bronce en la Fundición Manuel Rosas de Torredonjimeno (Jaen). Están dedicadas a diferentes advocaciones marianas: “Nuestra Señora de la Asunción” –la mayor-, “Nuestra Señora la Virgen de las Viñas” –la mediana- y Nuestra Señora la Virgen de Peñarroya” –la pequeña-. En ellas, además del nombre de cada una y de la fundición donde se realizaron, aparecen grabados en relieve el nombre del Párroco y del alcalde.
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