Opinión

Tenemos una oportunidad irrepetible

Emiliano Valero Arribas | Miércoles, 10 de Noviembre del 2021
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Cuando en los últimos días del año pasado desde ARBA La Mancha y Campo de Montiel organizamos la limpieza de la Cañada Real Conquense, más que la propia actuación en sí, buscábamos despertar a la sociedad para que viera un problema real que es el de los vertederos ilegales que proliferan por las periferias de la población, con el agravante de que este en concreto estaba sobre un espacio que es de dominio público, y por lo tanto, de todos. Con ello pretendíamos, además, dar a conocer algo que suele pasar desapercibido como son las vías pecuarias.

Aquella junta logró, en cierto modo, los objetivos que se pretendían. Por un lado, se adecentó en la medida que nos fue posible el entorno. Por otro se despertaron conciencias que ya estaban activas, pero necesitaban un empujón, alguien que tirase del carro para unirse a la causa. Finalmente, también se establecieron sinergias, naciendo de allí la colaboración entre asociaciones, algo muy bonito y cada vez más necesario de cara al futuro. No podemos olvidar la fundamental colaboración de los ayuntamientos de Argamasilla de Alba, en cuyo término municipal se llevó a cabo el trabajo voluntario y de Tomelloso, implicado en la actividad por cercanía y por ser sus ciudadanos en mayor medida los causantes de estos vertidos. Tal es esta implicación y establecimiento de lazos que seis meses después AFAS abanderó una nueva limpieza del mismo entorno colaborando con el proyecto Libera 1 m2 de basuraleza al que volvimos a sumarnos un buen número de voluntarios y el Ayuntamiento de Tomelloso. Pero empecemos por el principio.

Las cañadas reales nacen bajo el amparo del rey Alfonso X el Sabio en 1273. La realidad es que estos recorridos ya existían previamente y el decreto real lo que perseguía era la regulación de las mismas para evitar las posibles violaciones de estos terrenos que eran utilizados por los pastores trashumantes. No podemos olvidar la importancia del gremio de ganaderos de la época que surtía de la lana de las merinas a buena parte de Europa siendo un importante generador de riqueza para el reino. Junto con las cañadas nacía el Concejo de la Mesta. Hay estudios que avalan la creación de estas rutas trashumantes por pastores de las tribus prerromanas que había instaladas en la península. Ellos se fijaban en las migraciones naturales de los herbívoros y no hicieron más que imitarlos guiando a sus rebaños en busca de los pastos de una eterna primavera.

Las cañadas tuvieron una importancia vital hasta la decadencia de la Mesta en el siglo XIX. Los integrantes del gremio de ganaderos trashumantes gozaban de unos privilegios que los hacían enfrentarse en pleitos con los ganaderos de los lugares donde desembocaban estas vías pecuarias. La solución ante aquellos problemas fue la creación de las dehesas, en las que los ganados locales podían pastar protegidos de los trashumantes. Hoy las dehesas son un ecosistema único en el que conviven los aprovechamientos forestales, ganaderos y agrícolas junto a una biodiversidad sin igual. Sin duda estamos ante el único ecosistema creado por el hombre que favorece la vida de innumerables especies. Esto hace que las cañadas reales sean hoy en día unos importantes corredores ecológicos que unen espacios naturales y permiten el intercambio genético que favorece la evolución de las especies. Queda evidenciado que buena parte del paisaje que hoy conocemos es el que es, para bien o para mal, debido a la existencia de las vías pecuarias y por ende a la actividad trashumante.

Aunque hay constancia de que los territorios que ocupa hoy Tomelloso están habitados desde mucho antes de lo que hasta hace no muchos años parecía, la realidad es que el germen del Tomelloso actual nace gracias al paso de dos vías pecuarias y la existencia de un pozo que servía para abrevar a los ganados que por aquí pasaban. Las vías pecuarias que desde siempre nos atravesaron son la Cañada Real Conquense y la vereda de Alhambra. Hay que pensar en un paisaje muy distinto al agrario que hoy conocemos. El lugar estaría dominado por matorral mediterráneo, sobre todo tomillos que permitía que la principal actividad de la población fuera la ganadera.

Pero como ocurrió en el resto de España, las vías pecuarias fueron cayendo en el desuso y con ello en el olvido después de siglos de utilización. El abandono ocasionó apropiaciones indebidas, manejos inadecuados, usurpaciones, invasiones e incluso la desaparición de numerosos tramos. Esto ha ocasionado la pérdida de un rico patrimonio que es de todos, el deterioro del intercambio de culturas de los distintos territorios, entre ellas la pastoril de transmisión oral y el deterioro del medio ambiente de las zonas de pastos. Debemos saber que cuando los ganados recorren estas distancias a pie los pastos se recuperan. En cambio, cuando el transporte es en camiones o tren el desplazamiento de los pastos de invierno a los de verano o viceversa se realizan en apenas unas horas y, con ello, no hay tiempo para la regeneración de los pastos.

Son muchos los motivos para devolver a la vida a las vías pecuarias, tantos que se haría muy extenso enumerarlos. Teniendo en cuenta el prevalente uso ganadero hay muchos otros compatibles y complementarios de los que todos nos podemos beneficiar, entre ellos el ocio y la educación ambiental. El movimiento asociativo hace que las administraciones se impliquen en aquello que la sociedad demanda. Hoy damos a conocer un proyecto que va a cambiar el paisaje de Tomelloso para bien. Administraciones, asociaciones y sociedad empujamos en una misma dirección, unos poniendo recursos materiales y otros humanos mediante el voluntariado.

Nuestra cañada real es, en cierto modo, la madre de Tomelloso y estamos en deuda con ella. Queremos además que este proyecto tenga réplicas en cualquier lugar que atraviese una vía pecuaria, que Tomelloso sea el principio de algo muy bonito. La pelota está en nuestro tejado y no podemos fallar. Como sociedad tenemos una oportunidad irrepetible para dejar nuestra parcela del mundo mejor de lo que la recibimos. Depende de nosotros.

Emiliano Valero Arribas.

Delegado de ARBA para La Mancha y el Campo de Montiel.

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