Comencé a
publicar esta serie “De mi memoria
adolescente” hace justamente un año:
el 16 de noviembre de 2020. Toda memoria, como toda adolescencia, tiene cabo y
fin. La adolescencia mía transcurrió en
Tomelloso, al menos la que la Organización Mundial de la Salud define como adolescencia tardía que abarca de los 14
a los 19 años. La temprana, dice, que
va de los 10 a los 14. La memoria de ella, de la adolescencia amablemente
vivida en Tomelloso, podría tener y tiene mucho más contenido, pero creo que
debe acabar aquí, en este undécimo, decimoprimero u onceno capítulo, engastada,
como los de la otra serie de “Cosejas y versetes”, en dos poemas que creo
vienen al caso.
Con el
agradecimiento a este periódico que me ha brindado, y sigue brindándome, la
ocasión de dar a conocer estas memorias
y cuantos trabajos y poemas le he remitido, y a los
amables y benevolentes lectores que me siguen, ahí va todo:
Excavo en la memoria.
En su subsuelo,
allá en la hondura de
sesenta años.
Columbro unas escenas
de jóvenes alegres
que caminan soñando,
soñando aunque
despiertos,
por un sendero largo
que conduce al
presente,
a este presente amargo
en el que varios de
ellos,
gran parte, se han
borrado.
……………………………
Por
entonces era famosa una canción que cantaba Lola Flores cuyo estribillo conocíamos todos. Aquel de “Ay, Currillo, Currillo Meloja quien será la
gachí que te coja”. Yo tenía entonces, de mi padre, y conservo, una colección de 105 estampas o
postales en color sepia, de toreros famosos, desde Costillares, Pedro Romero,
Pepe-Illo, Paquiro, Desperdicios, El Chiclanero, y Cúchares, a Luis Miguel
Dominguín y José Martín Vázquez, pasando
por los Valencia, los Bombitas, los Gallos y Gallitos, Manolete, Arruza, etc., con sus biografías impresas al
dorso, escritas por Curro Meloja,
colección que se cierra, o abre, con una foto de éste, firmada en 1945.
Este Curro
Meloja era el seudónimo, tras el que ocultaba su parentesco con el gran Mariano
José de Larra, Carlos de Larra y Gullón,
(Madrid, 16.XI.1889 –
9.XII.1962) periodista taurino y taquígrafo de las Cortes; profesiones y
afición que transmitiría a su sobrino Manuel Lozano Sevilla, taquígrafo de las
Cortes, también, y jefe de prensa de la Casa Civil de de Franco, (Madrid, 30.VI.1907 – 15.VII.1982) al que
tantas veces vimos y oímos retransmitir
corridas de toros en la naciente Televisión Española. El seudónimo de Curro
Meloja lo tomó Carlos de Larra del personaje del sainete lírico “La mala
sombra” de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, al que puso música
el maestro José Serrano Simeón y que fue estrenado, el 25 de septiembre de
1906, en el Teatro Apolo de Madrid. En “La mala sombra”, el personaje de Curro
Meloja es el falso gracioso plagado de dichos y muletillas que estaban o se pusieron de moda entonces,
como "sipi", por sí, "nopi", por no, "naturaca",
etc., nada parecido al habla y la bella prosa del cronista taurino Curro.
Me sorprendía y no me encajaba que un periodista
taurino, por bueno que fuera, y Curro Meloja lo era, hubiera alcanzado la fama hasta el extremo de
figurar en coplas tan famosas y de tan famosa intérprete.
De la letra
de la canción de Lola no sacaba en limpio nada en relación con la identidad del
Curro Meloja que la tenía sin sueño. Era ésta:
“Este Curro me tiene sin sueño/ ni como, ni duermo/ ni puedo hacer
“na”/ Pero es tanto/ el cariño que le tengo/ que hasta los mengues/ me quieren
llevar. / Ay Currillo, Currillo Meloja/ quien será la gachí que te coja. / Por
la gloria del padre Cotón/ que si a mí no me diera la gana/ me hacía yo
paisana/ del rey Salomón.”
Y es que
Lola se permitía, y le permitían, cualquier arreglo o desarreglo de letra en
sus canciones. La letra que
ella cantaba era un retazo, un apaño, a
su estilo, de la que escribiera Tenorio con música del maestro Monreal, más
amplia, más inteligible y mejor medida y rimada. De ella sí se deduce que el
Currillo Meloja no era el crítico taurino
pariente de Larra, sino un
gitano que “En la fragua está siempre
cantando/ y con el martillo se marca su
son/ y hasta er fuelle se sale bailando/ y tanto se jincha/ que da un
reventón.”; un calé
al que “Er meloja le disen de mote/
porque tié salero pa toa las cañí/ y de tanto desirle meloja/ ar pobre Currillo
lo tienen gilí./ Y no se dan cuenta,/ y esa es la verdá/ que son toas ellas/
las que están chalá.”
Se entiende,
entonces, el estribillo que canta una cañí:
“Ay Curillo, Currillo Meloja
¿quién será la cañí que te coja?
Por la gloria del pare Cotón,
que si un día te da a ti la gana
yo me hago paisana del rey Faraón.”
Pero Lola era Lola. Aquella de
la que escribiera el cronista de The New York Times, con motivo de la primera actuación de La
Faraona en EEUU, en 1953: "Lola
Flores no canta ni baila, pero no se la pierdan.”
…………………………………
Para cerrar, esta reflexión:
Ya no eres tú
aquel que un día partiste
con el morral al hombro hacia la
vida.
Aquel que malgastaba los minutos,
las horas y los días en aspirar
y en conseguir logros vanos, efímeros.
Ya no eres tú
este que ahora medita
y simplemente reconoce
que hubo de ser así.
Tampoco serás tú
este que está escribiendo
cuando mañana leas
estos versos.
Madrid, 15
de noviembre de2021.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Domingo, 25 de Mayo del 2025