Opinión

Cuentas (nocionales) y (odiosas) comparaciones

Ramón Castro Pérez | Jueves, 18 de Noviembre del 2021
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Los tiempos mandan y toca volver a hablar de pensiones. Justo en el momento de escribir estas líneas, el Ejecutivo pacta con una parte de los agentes sociales (sindicatos) aumentar los tipos de cotización en 0,6 puntos porcentuales. La medida, bautizada con el nombre de Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), se lanza a la palestra con la intención de garantizar la sostenibilidad de las pensiones, si bien son muchas las voces que sostienen lo contrario. La razón es sencilla: aumentar el tipo de cotización no reducirá el gasto en pensiones por lo que los desequilibrios siguen ahí y serán las generaciones venideras las que tendrán que soportar una enorme presión para financiar las pensiones de los que nos jubilamos en unos años (¡boomers!)

—Pero aumentará los ingresos de la Seguridad Social (¡la hucha de las pensiones!)

—¡Cierto! Aunque no lo suficiente. El crecimiento del gasto será mucho mayor, de tal forma que el déficit del sistema no dejará de crecer. Por si fuera poco, estas cotizaciones más altas no darán derecho a una pensión mayor, así que, los que hagan el esfuerzo extra durante estos próximos años, no verán aumentada su pensión (en otras palabras, se reduce la contributividad del sistema).

Lo cierto es que, a poco que se reflexione, uno no deja de preguntarse por qué no se implementan las reformas necesarias para equilibrar el sistema en el medio plazo y que, de esta forma, nuestros hijos puedan disfrutar de pensiones suficientes. Si continuamos así (sin actuar sobre los gastos, conociendo el volumen de jubilaciones que se nos viene encima y el montante de su factura), el panorama para ellos va a ser muy complicado.

No voy a responderles. Es más, pretendo que extraigan ustedes sus propias conclusiones. Para ello, les propongo el siguiente ejercicio: a partir de un caso particular (una mujer que ha cotizado durante 33 años y que se jubila en el año 2020), calcularemos su pensión de jubilación de acuerdo con las condiciones actuales y, también, de acuerdo con el sistema de cuentas nocionales. De paso, oigan, aprenderemos algo sobre el mismo (además de cómo se calcula, actualmente, una pensión de jubilación).

El caso de una mujer, residente en Ciudad Real

Supondremos el caso de una mujer que ha cotizado durante los últimos treinta y tres años en la provincia de Ciudad Real. Comenzó su andadura profesional desempeñando tareas básicas en una empresa textil y, poco a poco, fue ascendiendo de categoría profesional. He utilizado información sobre salarios medios, procedente del Instituto Nacional de Estadística, para que el caso sea representativo. Concretamente, nuestra protagonista comenzaría a trabajar en el año 1988, cobrando mensualmente (incluyo parte proporcional de pagas extraordinarias) la cantidad de 112.800 pesetas (unos 678 euros) mensuales. Por aquel entonces, el tipo de cotización por contingencias comunes era del 28,80 por ciento, por lo que la cotización mensual ascendía a 195,25 euros. Esa cantidad, multiplicada por doce meses y valorada en 2020 (año de la jubilación), alcanza los 5 600 euros aproximadamente. Pueden ver estas cifras en la siguiente tabla:


Realizando, para cada año y hasta 2020, este ejercicio, tendremos, a fecha de la jubilación, la suma de todas las cotizaciones realizadas, ya valoradas en el año 2020. La suma es la siguiente:

237.731 euros.

¿Cómo calculamos la pensión de nuestra interesada?

Según el sistema actual, para el cálculo de la pensión no se emplean las cantidades aportadas. Los 237.731 euros de arriba no nos servirán para determinar el importe de la pensión.

—¿No me diga?

Lo que interesa aquí son las bases de cotización. Es decir, las cantidades a las que se les aplica el tipo de cotización (en nuestro ejemplo, para el año 1988, los 678 euros). Ahora bien, si usted se jubilaba en 2020, únicamente se le tendrían en cuenta las bases de cotización de los últimos 23 años, por lo que comenzaremos a contabilizar las bases de cotización a partir de 1998. Naturalmente, estas cantidades las actualizaremos para valorarlas debidamente en 2020 (casi, los dos últimos años no se actualizan). Recuerden, lo que vamos a hacer ahora es calcular la suma de todas las bases de cotización de los últimos 23 años, valoradas en 2020. Esta suma asciende a:

611.779 euros.

Mucho ojo. Esta cantidad no es la aportación a la Seguridad Social. Es la suma de las cifras sobre las que se aplicaba el tipo de cotización.

Pues bien, como la pensión de jubilación se recibe catorce veces al año y se cotiza sólo 12 veces al año, tenemos que dividir esta suma de bases de cotización entre catorce y así obtendremos lo que se denomina base reguladora (nos vamos acercando). Así las cosas, esta base reguladora es de:

1.900 euros.

¿Es esta la pensión mensual de jubilación? Casi. Ahora entran en juego otros porcentajes. Por haber cotizado los primeros quince años, nuestra protagonista, disfrutaría del 50 por ciento de esta base, es decir, 950 euros. Por los meses siguientes (hasta completar los 33 años de cotización), las cantidades de 423 y 397 euros (pueden consultar aquí). Así que la pensión mensual a disfrutar será de:

1.770 euros.

¿Cómo es esta pensión de jubilación?

Ustedes decidirán la respuesta. La protagonista, mujer de 65 años y 10 meses de edad, natural y residente en la provincia de Ciudad Real, cuenta con una esperanza de vida (en 2020) de 20,44 años (https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?t=36745&L=0). A razón de catorce pagas anuales de 1.770 euros cada una, esos veinte años arrojan un saldo de:

495.600 euros.

Si comparamos esta cifra con los 237.731 euros que se habían aportado durante la vida laboral, podemos afirmar que esta pensión de jubilación es generosa. De hecho, estos 237.731 euros, a razón de 1.770 euros y 14 pagas anuales, dan para:

9 años y 7 meses

(muy lejos de los 20 años de la esperanza de vida a los casi 66 que tiene nuestra protagonista)

¿Por qué aparecen los problemas?

Como ya habrán podido averiguar, nuestro sistema no está preparado para el espectacular aumento en la esperanza de vida. Vivimos más, vivimos mejor y, por tanto, esperamos cobrar una pensión que estaba pensada para cohortes con una menor supervivencia. Si a esto le unimos que, en los próximos años, habrá muchas más jubilaciones, más longevas y con bases de cotización más altas, tienen ustedes el cóctel perfecto: será imposible financiarlas con las aportaciones de los que estén trabajando (nuestros hijos). La solidaridad intergeneracional estaría amenazada.

¿Qué reformas se llevan a cabo en los países vecinos?

Ante tal tsunami, las reformas se acometen para configurar un sistema que calcule la pensión en base a lo aportado durante toda la vida laboral, el crecimiento esperado de la economía y la esperanza de vida. Es decir, la pensión de jubilación no se calculará sobre la base de cotización, sino sobre lo que se aporta, sobre la cotización en sí. Si les parece bien, veamos cómo funcionaría en nuestro ejemplo anterior.

El sistema de cuentas nocionales: las cotizaciones a la Seguridad Social.

Recordando números, nuestra protagonista había aportado a la Seguridad Social, durante toda su vida laboral, la cantidad (ya actualizada a 2020) de 237.731 euros.

Esta actualización se ha calculado a través de la herramienta que proporciona el INE, denominada ¿Quiere actualizar una renta?. No obstante, también podríamos haber actualizado las cantidades cotizadas teniendo en cuenta el crecimiento real del PIB durante todo el período (1988-2020). En este último caso, la cantidad actualizada ascendería a 212.451 euros. Otras opciones pueden consistir en usar la tasa de crecimiento medio de los salarios o, incluso, la variación del PIB nominal. Sea como sea, lo cierto es que las cotizaciones se valoran a la fecha de la jubilación (en nuestro ejemplo, 2020). Como el objetivo de este artículo es comparar los dos sistemas, nos quedaremos con la primera cifra (237.731 euros), conseguida valorando las cotizaciones de los 33 años de trabajo a un tanto nocional equivalente a la inflación en cada momento.

El sistema de cuentas nocionales: la esperanza de vida y el crecimiento futuro de la economía.

Ya estamos en 2020, listos para que nuestra protagonista se jubile y comience a cobrar su pensión. Antes de continuar, seamos conscientes de que, tanto el sistema actual como el de cuentas nocionales, son sistemas de reparto. Es decir, las cotizaciones que nuestra protagonista realizó a la Seguridad Social, fueron empleadas en satisfacer las pensiones de las personas jubiladas entonces. Pues bien, hasta ahora, después de toda una vida cotizando, ella tiene un saldo acumulado de 237.731 euros (saldo ficticio o virtual, pues ese dinero ya se empleó efectivamente en pagar pensiones). Este saldo aportado (podríamos llamarlo así) servirá para calcular su pensión de jubilación, promediándolo entre los años que, teóricamente, le restan de vida. En su caso, aproximadamente, 20 años. A partir de aquí, caben dos posibilidades:

a)      Promediar esta cantidad entre los 20 años de vida esperados sin tener en cuenta el crecimiento futuro de la economía: bajo esta posibilidad, la pensión inicial anual será de 11.887 euros (849,04 euros mensuales en 14 pagas). Año tras año, habrá que aumentar esta cuantía acomodándola al crecimiento de la economía.

b)     Incorporar una estimación de crecimiento (en Suecia, por ejemplo, estiman un 1,6% anual) futuro de la economía en el cálculo de la pensión. Usando el porcentaje sueco, tendríamos una pensión anual de 13.764 euros (983,11 euros mensuales en 14 pagas). Año tras año, sólo se aumentaría esta pensión si el crecimiento superara el 1,6% ya incorporado.

Las (odiosas) comparaciones


La encrucijada
 

Nos hallamos, realmente, ante un cruce de caminos y debemos resolver una situación compleja. Perseverar por el camino actual continuará alimentando el déficit y las generaciones posteriores serán incapaces de financiar (con sus cotizaciones) las pensiones que se nos vienen encima. El gasto en pensiones crecerá más y exigirá, cada vez, más transferencias del Estado que se cargarán a una mayor deuda pública y a los impuestos. Como consecuencia, la solidaridad entre generaciones se verá amenazada y, quizá, el paso hacia un sistema de cuentas nocionales sea abrupto (es decir, de un día para otro, sin transición posible) ¿Creen ustedes adecuado pasar, de un día para otro, por decreto, de una pensión mensual de 1.770 euros a otra de 983 euros? Ya ha pasado. En Grecia, por ejemplo.

—¿Puede ocurrir aquí?

En España, ya gastamos el 12% del PIB en pensiones y, en ausencia de reformas, llegaríamos a una cifra cercana al 15% del PIB en 2050. Para que se hagan una idea de las dinámicas, pueden examinar la siguiente tabla, donde se muestra cómo las cotizaciones son insuficientes para cubrir las pensiones contributivas, exigiendo que el Estado, cada año, aporte la diferencia.


Estas dinámicas se agravarán aún más, pues el crecimiento del gasto en pensiones será inevitable por tres factores: actualización de las pensiones al IPC, mayor número de pensionistas debido a la jubilación de los boomers y una mayor cuantía de la pensión de jubilación media (las cohortes “boomer” ostentan bases de cotización más altas). Los ingresos esperados del aumento en el tipo de cotización no podrán cubrir los déficits anuales del sistema, por lo que la sostenibilidad está seriamente amenazada.

Por todo ello, se puede afirmar con rotundidad que nadie recortará las pensiones porque, a este paso, será el propio sistema el que colapse, arrastrando a la economía a una situación que exija, como ocurrió en Grecia, un cambio drástico y súbito de las reglas del juego. ¿No sería más recomendable asumir que la esperanza de vida ha derrotado a nuestro antiguo sistema? Celebremos el aumento en la esperanza de vida y tomemos otro camino.

—¿Cuál?

El que implica abordar una transición hacia un sistema de cuentas nocionales, que equilibre el sistema a medio plazo, evitando una situación drástica. Hay que encontrar una senda suave que nos lleve al mismo. Esta transición es necesaria por varias razones:

a)      No pueden (deben) cambiarse las reglas del juego a una cohorte que cotizó toda su vida bajo un sistema de prestación definida (en otras palabras, las pensiones de hoy no pueden perder el 40 por ciento de su poder adquisitivo).

b)     Deben darse a conocer las nuevas reglas con suficiente antelación para que los individuos apoyen su jubilación en ahorro personal. El ahorro se construye a través de toda una vida. Los países que cuentan con sistemas de cuentas nocionales sustentan sus pensiones con dos pilares adicionales (capitalización de cotizaciones extra bajo gestión pública y capitalización de ahorro personal). En nuestra economía, el sistema actual es tan generoso que los ciudadanos no hemos tenido incentivos importantes a la hora de ahorrar. Si transitamos hacia un sistema sostenible de cuentas nocionales, hay que incorporar la cultura del ahorro desde el inicio de la vida laboral.

Por último, tengan en mente el origen de la inestabilidad del sistema: el aumento en la esperanza de vida (bendito origen, oigan). Si vivimos más, muchos optarán por trabajar más tiempo y seguirán aumentando su saldo nocional (su saldo aportado), el cual repartirán entre menos años cuando decidan jubilarse (lo que se traducirá en una mayor pensión). Los sistemas de cuentas nocionales son transparentes y comunican, en cada momento, a cada persona, cuál es el estado de su saldo y qué importe mensual recibirían si decidieran jubilarse. Además, son completamente contributivos (la pensión de cada cual es calculada en base a lo aportado exactamente) y se actualizan cada año con el crecimiento de los salarios, del nivel de vida o de la economía. El hecho de ser completamente contributivos tiene una implicación importante: ¿y si nuestra protagonista hubiera cotizado desde el año 1981? En ese caso, habría aportado (valorado en 2020) casi 52.000 euros más, lo que provocaría un aumento aproximado en la pensión de jubilación del 17% (hasta los 1.250 euros mensuales en 14 pagas). Con el sistema actual, no existiría este aumento, al no contabilizarse las bases de cotización antiguas.

La reforma a un sistema de cuentas nocionales es compatible con el establecimiento de pensiones mínimas (no contributivas) y, como se ha señalado anteriormente, deben configurarse otros pilares en los que descansar su estructura (por ejemplo, un fondo de capitalización de gestión pública para cada persona y el propio ahorro privado). Estos tres soportes, bien combinados, generan pensiones suficientes (lo saben bien en otros países) si somos capaces de constituirlos con tiempo (de ahí la importancia de comenzar la transición)


No olvidemos, tampoco, la clave de todo (o casi todo): la
productividad. Este bichito causa, a medio y largo plazo, más empleo y mejores salarios. Es el colesterol bueno de la economía, empujado por el omega-3 de la educación y una mejor regulación del mercado de trabajo. ¡Apliquemos políticas económicas que la hagan crecer! 

Aquí terminan estas líneas. Reflexionen y decidan la senda por la que les gustaría transitar (o por la que consideren más justa, con las generaciones actuales y las venideras).

Quiero agradecer a José Antonio Herce San Miguel (@_Herce) y Miguel Herce San Miguel (@PayoMiguel) el intercambio de emails en los que me han hecho llegar sus apreciaciones sobre el funcionamiento de los sistemas de pensiones, siempre certeras y generadoras de debate. Las opiniones vertidas en este artículo son, exclusivamente, responsabilidad de un servidor.

Ramón Castro Pérez es profesor de economía en el IES Fernando de Mena, en Socuéllamos, Ciudad Real.

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