Tomelloso

Carmen Jiménez: «En el arte es necesaria la sinceridad y que te salga del alma»

Francisco Navarro | Jueves, 25 de Noviembre del 2021
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Carmen Jiménez expone hasta final del mes de noviembre en Valdemoro, Madrid. El Centro Cultural Juan Prado de la localidad madrileña cuelga casi sesenta obras recopiladas con el título “Naturaleza (Fragmentos)”. Se trata de lo que su autora define como “una cálida interpretación de la realidad”, independientemente de que esta sea un bodegón, un paisaje o una figura.

La lluvia nos da una tregua, la entrevista se hizo el lunes, y nos vemos en una concurrida cafetería de la calle Don Víctor. Llegamos los dos con puntualidad británica. Las cucharillas tintinean en las tazas de café y el público charla como si no hubiese mañana. Se le nota a Carmen Jiménez que está contenta con la exposición de Valdemoro. La artista ama la pintura y queda petente durante la charla en la que hace gala de su timidez. Confiesa que prefiere que hable su obra en lugar de ella.

—¿Qué supone esta exposición para usted?

—Se trata de una exposición muy importante para mí. La he trabajado mucho y, en ese sentido la pandemia me ha favorecido. Cuando llegó el confinamiento yo ya estaba seleccionada para llevar a cabo esta muestra que de alguna forma me ha permitido sacar obra.

—Cuelga cincuenta obras en Valdemoro, con un título muy sugerente.

—Son más, cincuenta y seis concretamente. El título es “Naturaleza (Fragmentos)”, me gusta mucho plasmar la naturaleza en mi obra.

—Tengo entendido que ha usado muchas técnicas.

—Todas, pastel, óleo, grafito, acrílicos y, sobre todo la acuarela, que me encanta. La he descubierto recientemente y, me arrepiento de no haberla conocido antes. Tengo cuadros en esa técnica que me gustan mucho.

—Explíqueme esa epifanía con la acuarela.

—Es una técnica que es como mágica. El agua juega con unas formas que te van sugiriendo ideas, líneas… Para mí es todo, es mi gran descubrimiento.

—La naturaleza es muy amplia, ¿cuáles son los motivos de la exposición, en qué se ha inspirado?

—Sobre todo en el campo… En las pámpanas otoñales de las vides que es lo más bonito que puede haber, en Ruidera…

—Usted ha logrado un estilo muy definido, muy sutil y con mucha sensibilidad.

—Quien conoce mi obra reconoce, y así me lo hace llegar, una sensibilidad especial que me permite llevar a cabo esos pequeños detalles, en esa cálida interpretación de la realidad.

—Algo que tiene que ver con su largo proceso artístico.

—Así es. Cuando empiezas a trabajar, a pintar, trabajas mucho pero no terminas nunca de centrarte. Hasta que poco a poco vas descubriendo lo que más te llena, donde más cómoda te ves y lo que más feliz te hace.

—¿Cómo llega a la pintura?

—En el instituto García Pavón me premiaron un dibujo hecho con ceras. Con las ceras Manley. Me llevé el primer premio. Por cierto, que también me premiaron una narración, basada en un hecho real. Me inspiré en una fotografía premiada que salió en los periódicos. Aquello, el premio, fue mi punto de inflexión, pero siempre me ha gustado la pintura y el dibujo.

—¿Y cuándo decide dedicarse al arte de un modo más serio?

—Después de casarme me apunté a la Universidad Popular. Tengo que confesar que no me gustaba la casa. Allí conocí a Ángel Pintado y a Fermín García Sevilla, que eran los monitores. Y, poco a poco, poco a poco…

Me presenté a un concurso en Manzanares y me seleccionaron un cuadro. Y, después, me he apuntado a todos los cursos que he podido hacer. Me dieron una beca para el Museo López Villaseñor. También me fui a Ávila a hacer un curso de paisaje con Antonio de Ávila.

—Y, lógicamente, está atenta a la evolución del arte.

—Sí claro, estoy pendiente de todo lo nuevo porque hay que avanzar. No te puedes encajonar, ni encasillar. Sobre todo, con los grandes maestros, que por supuesto están ahí y son un referente, pero tiene que seguir con tu vida, con tu estilo o tus sensaciones.


La obra de Carmen Jiménez en Valdemoro - Foto: La revista de Valdemoro

—¿Es necesaria la sinceridad en el arte?

—Tienes que ser sincera contigo misma. Se trata de que lo que hagas te salga del alma. No puede ir a ver si consigues el cielo, por ejemplo, igual que el gran pintor que te gusta o admiras. Si eres sincera tienes que tratar de plasmar el cielo como tú lo ves.

—¿Cuándo comprendió que su obra debe ser conocida por los demás haciendo exposiciones y presentándose a concursos?

—La primera vez fue en Tomelloso y de casualidad, en la Casa Francisco Carretero. Una señora que conocía mi obra me animó a participar en esa exposición colectiva y fui con un pastel.  En Tomelloso he hecho tres exposiciones individuales. Como vi que mi obra funcionaba más o menos, me fui a Toledo. Allí tuve una experiencia buenísima, conocí a un galerista de Suiza y Paris que se interesó por mi obra. También he expuesto en Tomelloso más veces, en Madrid y en Ciudad Real.

En cuanto a galardones, he obtenido un primer y un tercer premio en los Certámenes Artísticos de la Fiesta de las Letras de Tomelloso. Y, casi siempre me han seleccionado alguna obra en ese certamen.

—¿Le ha costado mucho dedicarse al arte por el hecho de ser mujer?

—Para la mujer siempre es más difícil. Normalmente es ella quien tiene que llevar la casa, aunque trabaje fuera. Además, he tenido que criar dos hijos pequeños. Nunca he dejado de pintar, a deshoras, por la noche o cuando he podido.

En ese sentido, quiero decir que la experiencia es lo más importante. Cuando ahora veo cuadros que he borrado, me arrepiento. Ahora comprendo a Antonio López cuando regresa a un cuadro que empezó hace diez años. Es que tú no lo ves es ese momento, descubres muchas cosas cuando pasa el tiempo. Eso es porque has ido recorriendo un camino de experiencia, de técnica y de todo.

—¿Usted solo se ha formado en cursos?

—Y la intuición. La intuición y la experiencia te van abriendo caminos. El estar pintado todos los días te abre el camino. Vas probando técnicas y van sucediendo cosas en el lienzo o en el papel. Yo soy mucho de papel, es un soporte que me encante, los papeles son preciosos.

—Pero también tiene que recibir influencias exteriores, de otros artistas…

—Por supuesto que sí. Durante dos años he participado en el grupo de “Los jueves al desnudo” en el estudio de Culubret. Aquello fue tremendo. Cuando la modelo se desnudaba entras en un mundo en el que solo existen para ti las líneas. Y, además, cada uno plasmábamos la figura humana de una forma, y todas son bonitas. La figura humana te atrapa completamente, tanto que llegaba a mi casa sin fuerzas. Tengo dos cuadros salidos de esa experiencia en Valdemoro que han gustado mucho.

—Defina su estilo.

—Soy amante de los impresionistas. El realismo no me atrapa tanto. Diría que mi estilo es figurativo. No podría hacer otra cosa.

—¿Está contenta con su recorrido artístico?

—Me falta mucho.

—Se confunde mucho la maña, el pintar bien, con el arte, ¿no cree?

—Eso lo decía Cézanne. Una cosa es ser un pintor mañoso y otra es tener arte. Una cosa es la habilidad para pintar o para cualquier otra cosa, y otra es el arte. Que el artista sepa transmitir algo.

—¿Qué tiene Tomelloso para que haya tantos artistas?

—Eso sí que es un misterio. No sabría decírselo, pero tal vez sea que somos muy echados para adelante en todos los aspectos.

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