Carmen Jiménez expone hasta final del mes de noviembre en
Valdemoro, Madrid. El Centro Cultural Juan Prado de la localidad madrileña
cuelga casi sesenta obras recopiladas con el título “Naturaleza (Fragmentos)”.
Se trata de lo que su autora define como “una cálida interpretación de la
realidad”, independientemente de que esta sea un bodegón, un paisaje o una
figura.
La lluvia nos da una tregua, la entrevista se hizo el lunes,
y nos vemos en una concurrida cafetería de la calle Don Víctor. Llegamos los
dos con puntualidad británica. Las cucharillas tintinean en las tazas de café y
el público charla como si no hubiese mañana. Se le nota a Carmen Jiménez que
está contenta con la exposición de Valdemoro. La artista ama la pintura y queda
petente durante la charla en la que hace gala de su timidez. Confiesa que
prefiere que hable su obra en lugar de ella.
—¿Qué supone esta exposición para usted?
—Se trata de una exposición muy importante para mí. La he
trabajado mucho y, en ese sentido la pandemia me ha favorecido. Cuando llegó el
confinamiento yo ya estaba seleccionada para llevar a cabo esta muestra que de
alguna forma me ha permitido sacar obra.
—Cuelga cincuenta obras en Valdemoro, con un título muy
sugerente.
—Son más, cincuenta y seis concretamente. El título es “Naturaleza
(Fragmentos)”, me gusta mucho plasmar la naturaleza en mi obra.
—Tengo entendido que ha usado muchas técnicas.
—Todas, pastel, óleo, grafito, acrílicos y, sobre todo la
acuarela, que me encanta. La he descubierto recientemente y, me arrepiento de
no haberla conocido antes. Tengo cuadros en esa técnica que me gustan mucho.
—Explíqueme esa epifanía con la acuarela.
—Es una técnica que es como mágica. El agua juega con unas
formas que te van sugiriendo ideas, líneas… Para mí es todo, es mi gran
descubrimiento.
—La naturaleza es muy amplia, ¿cuáles son los motivos de
la exposición, en qué se ha inspirado?
—Sobre todo en el campo… En las pámpanas otoñales de las
vides que es lo más bonito que puede haber, en Ruidera…
—Usted ha logrado un estilo muy definido, muy sutil y con
mucha sensibilidad.
—Quien conoce mi obra reconoce, y así me lo hace llegar, una
sensibilidad especial que me permite llevar a cabo esos pequeños detalles, en
esa cálida interpretación de la realidad.
—Algo que tiene que ver con su largo proceso artístico.
—Así es. Cuando empiezas a trabajar, a pintar, trabajas
mucho pero no terminas nunca de centrarte. Hasta que poco a poco vas
descubriendo lo que más te llena, donde más cómoda te ves y lo que más feliz te
hace.
—¿Cómo llega a la pintura?
—En el instituto García Pavón me premiaron un dibujo hecho
con ceras. Con las ceras Manley. Me llevé el primer premio. Por cierto, que
también me premiaron una narración, basada en un hecho real. Me inspiré en una
fotografía premiada que salió en los periódicos. Aquello, el premio, fue mi
punto de inflexión, pero siempre me ha gustado la pintura y el dibujo.
—¿Y cuándo decide dedicarse al arte de un modo más serio?
—Después de casarme me apunté a la Universidad Popular.
Tengo que confesar que no me gustaba la casa. Allí conocí a Ángel Pintado y a
Fermín García Sevilla, que eran los monitores. Y, poco a poco, poco a poco…
Me presenté a un concurso en Manzanares y me seleccionaron un
cuadro. Y, después, me he apuntado a todos los cursos que he podido hacer. Me
dieron una beca para el Museo López Villaseñor. También me fui a Ávila a hacer
un curso de paisaje con Antonio de Ávila.
—Y, lógicamente, está atenta a la evolución del arte.
—Sí claro, estoy pendiente de todo lo nuevo porque hay que
avanzar. No te puedes encajonar, ni encasillar. Sobre todo, con los grandes
maestros, que por supuesto están ahí y son un referente, pero tiene que seguir
con tu vida, con tu estilo o tus sensaciones.
La obra de Carmen Jiménez en Valdemoro - Foto: La revista de Valdemoro
—¿Es necesaria la sinceridad en el arte?
—Tienes que ser sincera contigo misma. Se trata de que lo
que hagas te salga del alma. No puede ir a ver si consigues el cielo, por
ejemplo, igual que el gran pintor que te gusta o admiras. Si eres sincera
tienes que tratar de plasmar el cielo como tú lo ves.
—¿Cuándo comprendió que su obra debe ser conocida por los
demás haciendo exposiciones y presentándose a concursos?
—La primera vez fue en Tomelloso y de casualidad, en la Casa
Francisco Carretero. Una señora que conocía mi obra me animó a participar en
esa exposición colectiva y fui con un pastel.
En Tomelloso he hecho tres exposiciones individuales. Como vi que mi
obra funcionaba más o menos, me fui a Toledo. Allí tuve una experiencia
buenísima, conocí a un galerista de Suiza y Paris que se interesó por mi obra.
También he expuesto en Tomelloso más veces, en Madrid y en Ciudad Real.
En cuanto a galardones, he obtenido un primer y un tercer
premio en los Certámenes Artísticos de la Fiesta de las Letras de Tomelloso. Y,
casi siempre me han seleccionado alguna obra en ese certamen.
—¿Le ha costado mucho dedicarse al arte por el hecho de
ser mujer?
—Para la mujer siempre es más difícil. Normalmente es ella
quien tiene que llevar la casa, aunque trabaje fuera. Además, he tenido que criar
dos hijos pequeños. Nunca he dejado de pintar, a deshoras, por la noche o cuando
he podido.
En ese sentido, quiero decir que la experiencia es lo más
importante. Cuando ahora veo cuadros que he borrado, me arrepiento. Ahora comprendo
a Antonio López cuando regresa a un cuadro que empezó hace diez años. Es que tú
no lo ves es ese momento, descubres muchas cosas cuando pasa el tiempo. Eso es
porque has ido recorriendo un camino de experiencia, de técnica y de todo.
—¿Usted solo se ha formado en cursos?
—Y la intuición. La intuición y la experiencia te van
abriendo caminos. El estar pintado todos los días te abre el camino. Vas
probando técnicas y van sucediendo cosas en el lienzo o en el papel. Yo soy
mucho de papel, es un soporte que me encante, los papeles son preciosos.
—Pero también tiene que recibir influencias exteriores,
de otros artistas…
—Por supuesto que sí. Durante dos años he participado en el
grupo de “Los jueves al desnudo” en el estudio de Culubret. Aquello fue
tremendo. Cuando la modelo se desnudaba entras en un mundo en el que solo
existen para ti las líneas. Y, además, cada uno plasmábamos la figura humana de
una forma, y todas son bonitas. La figura humana te atrapa completamente, tanto
que llegaba a mi casa sin fuerzas. Tengo dos cuadros salidos de esa experiencia
en Valdemoro que han gustado mucho.
—Defina su estilo.
—Soy amante de los impresionistas. El realismo no me atrapa
tanto. Diría que mi estilo es figurativo. No podría hacer otra cosa.
—¿Está contenta con su recorrido artístico?
—Me falta mucho.
—Se confunde mucho la maña, el pintar
bien, con el arte, ¿no cree?
—Eso lo decía Cézanne. Una cosa es ser un
pintor mañoso y otra es tener arte. Una cosa es la habilidad para pintar o para
cualquier otra cosa, y otra es el arte. Que el artista sepa transmitir algo.
—¿Qué tiene Tomelloso para que haya
tantos artistas?
—Eso sí que es un misterio. No sabría
decírselo, pero tal vez sea que somos muy echados para adelante en todos los
aspectos.
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Domingo, 24 de Noviembre del 2024
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