Cuevas

Antonio Galán, un ejemplo en la conservación de las cuevas de Tomelloso

Francisco Navarro | Miércoles, 1 de Diciembre del 2021
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Impresiona asomarse a la cueva que, contra viento y marea, Antonio Galán ha conservado en su vivienda de la calle Cabo Noval de Tomelloso. Una alta y sinuosa escalera de caracol hecha de acero es el acceso a una de las cuevas más profundas que han visitado los periodistas de La Voz. Asombra la espectacularidad de las tinajas de 1.000 arrobas y el empeño del propietario por mantener la cueva,

Acompáñanos, una vez más, a José María Díaz, el último tinajero y a la arquitecta, Ana Palacios, a descubrir los tesoros ocultos de Tomelloso. José María incide que el propietario es un ejemplo en el mantenimiento de las cuevas. Y así queda clara tras nuestra visita.

Nos cuenta José María Díaz que la cueva fue de Fábregas “aquí compraba la uva y hacía vino. No tenía aparato de quemar, ya que estaba en la calle García Pavón”. Cuando Fábregas construyó la destilería del parque viejo, donde está el Teatro Marcelo Grande, la empresa vendió la bodega a Ángel López. La familia López, nos sigue relatando nuestro incansable guía, estuvo unas décadas comprando uvas y elaborando vino en este mismo lugar hasta que la propiedad se vendió para construir viviendas.

Antonio Galán se convirtió en el propietario de una parte de la cueva de la bodega primigenia. Está en la tosca y tiene de 10 a 11 metros de profundidad, siendo una de las cuevas más profundas que hemos visitado en nuestro periplo por los tesoros subterráneos de Tomelloso. Las altas tinajas, apunta José María, están hechas alrededor de 1930. José María Díaz y Ana Palacios, tinajero y arquitecta, conversan sobre la construcción de las impresionantes moles de cemento.

Galán nos explica que cuando adquirió el terreno sobre el que edificaría su casa se encontró con la mitad de una gran cueva, de 26 tinajas de 1.000 arrobas. Así, el propietario dividió la primigenia bodega subterránea con un muro, delimitando su propiedad. Atraviesan la cueva, de arriba abajo, seis columnas de hormigón, perfectamente integradas en el conjunto, que soportan la vivienda. Incide el propietario en el trabajo que supuso conservar la cueva.

El propietario apunta que desde el primer momento tenía claro que no iba a condenar la cueva, mientras nos explica el arduo trabajo que supuso la colocación de las barandas y la alta escalera de caracol.

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