Estos conocidos floristeros de Tomelloso aseguran que la tradición de San Valentín está bien guardada. “San Valentín nunca falla, -aseguran-. Los encargos pueden ser más grandes o más pequeños en función del dinero que disponga la gente, pero siempre se busca tener ese detalle con la persona que queremos”. Este año San Valentín ha coincidido con el Carnaval y esta circunstancia perjudica las ventas, “porque con tantos días seguidos de fiesta la gente tiene que repartir más el dinero”, -explica José Vicente-.  El producto más demandado es la rosa roja, “en el 95 por ciento de los casos se inclinan por la rosa, por su olor, belleza y toda esa simbología que tiene tan relacionada con el amor”.

En cualquier caso, tanto José Vicente como su esposa, y también Alfonso López-Oliva que es socio de una empresa mayorista de floristería, coinciden en señalar que “en Tomelloso, y en general en nuestro país, no existe esa cultura de las flores que sí tienen países como Holanda, Alemania o Italia. En muchos países de Europa la flor forma parte de la cesta de la compra, sin embargo aquí vas a un restaurante y te encuentras solo con la comida y el vino, no es frecuente ver flores en la mesa o en la barra”. Concha se quedó prendada en un viaje que hizo a Milán, “donde había flores por todos sitios, eso aquí todavía no lo tenemos”.

Después de 37 años con la tienda, abrieron un 21 de febrero de 1981, el matrimonio agradece la fidelidad de una clientela que siempre ha confiado en ellos. “Muchos de ellos tienen por costumbre venir todas las semanas a por flores, y nos emocionan casos como el de un hombre de nacionalidad rumana que viene todos los viernes a comprarle una flor a su mujer”. Esa fidelidad de  los clientes y el prestigio que se ha ganado el establecimiento no han venido precisamente por arte de magia. Para José Vicente y Concha “es de vital importancia prestar un buen servicio y ofrecer un producto de calidad”.  a José Vicente a mostrarnos un auténtico jeroglífico de horas de pedidos y entregas. “Estoy en casa desde las once”, “me lo lleváis entre las diez y las doce”, “en casa solo voy a estar por la tarde”, “entregármelo a partir de las cinco”, y así un montó de notas más. “Para conseguir esto hay que tener una buena logística y organización. Pero siempre conseguimos llevar las flores cuando el cliente nos dice. Es más, muchas veces tenemos que llevar  otro regalo, normalmente con más valor, que las propias flores”.

En un día de tanto trajín hemos acelerado esta entrevista y toca despedirse. Los floristeros siguen su marcha y me marcho con la impresión de que San Valentín  estará bien honrado en Tomelloso.