Cuevas

En la antigua cueva de Fábregas, hoy de José Antonio Larios

la voz | Viernes, 17 de Diciembre del 2021
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La antigua cueva de Fábregas, que hoy pertenece a José Antonio Larios y antes fue de la familia López es otra de las joyas del subsuelo tomellosero. Situada en la calle Noval,  fue construida a finales del XIX como bien nos explica José María Díaz al que hoy acompañan su hija Pilar y los dos periodistas de La Voz.

José Antonio Larios, que ha sido un conocido constructor de Tomelloso, es un amante de las tradiciones de la ciudad y además de esta preciosa cueva presume también de cocinilla típica en este solar que reúne los mejores ingredientes para pasar buenos veranos: un gran patio, una piscina y una cocinilla para albergar reuniones familiares degustando los buenos productos de la tierra.

A la cueva se accede por una ancha entrada, detalle que indica que por aquí se introdujeron las tinajas de barro. La entrada está protegida por una valla y cubierta con tejado transparente. El techo de la escalera es con una bóveda aplanada que está en tierra.  A mitad de trayecto de la escalera encontramos un pasadizo que conduce a una antigua noria.

Cuando llegamos abajo sorprende la largura de una cueva que alcanza casi los cuarenta metros y los diez metros de altura . A medida que las tinajas de barro fueron reventando, se fueron sustituyendo por tinajas de cemento, construidas precisamente por José María. Curiosa la combinación de tinajas de barro, hay veinte, además de otras doce de cemento. Las de barro son de 400 arrobas de capacidad y las de cemento de 550.  La cueva presenta un techo en la pura tosca, con tres lumbreras. 

Llama la atención el empotrado de madera, otro claro vestigio de su antigüedad, con varios puentes para cruzar  y pilares también de madera. En el pasillo central vemos varias mangueras, los ventiladores con los que se combatía el tufo y una escalera de madera. Una de las tinajas conserva pegada la etiqueta de los servicios nacionales agrarios con los que la administración controlaba las ventas. En algunas de las tinajas vemos los corchos que tapan los agujeros por donde se extraía el vino, variando la calidad según la altura y una de de ellas tiene una canilla.


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