El futuro no lo disfrutaremos nosotros. Y, sin embargo, todo el mundo lo quiere mejor. Razones para ello las hay sobradas, casi todas con el legado como denominador común. En esto, me atrevo a decir que la responsabilidad, la generosidad y el orgullo pesan más que el saberse fuera de este mundo cuando ocurra aquello a lo que hemos contribuido. De otra manera, las sociedades difícilmente avanzarían.

Concluyendo, los estados del futuro superarán a los actuales. No es un deseo, sino la consecuencia más probable, visto que los estados de ahora son, de largo, preferibles a los anteriores por una razón poderosa, que también es condición: conforman la suma acumulada de todo conocimiento, innovación, errores y aciertos del pasado. Con tal magnífico acervo, es difícil equivocarse sistemáticamente. Por ello, a pesar de todo lo que sigue pendiente de mejorar, soy de los que creen que los estados del futuro, más pequeños o más grandes, más o menos integrados, más o menos tecnológicos, serán, necesariamente, mejores.

Tengan ustedes felices fiestas.

Ramón Castro Pérez es profesor de Economía en el IES Fernando de Mena (Socuéllamos, Ciudad Real).