Dudaban los trabajadores del mercado sobre si la cachaba se había fosilizado y de ahí su singular dureza. Uno de los encargados le acercó el contador Geiger que siempre lleva en la bolsa de la merienda y como el artilugio se puso a croar como un estanque de ranas, dedujeron que era un garrote radioactivo. “No cabía duda, era algo que emitía una radiación del quince. Era una garrota, atómica por un tubo”.

Se avisó rápidamente a Carlos de la Osa, experto en el Gañán Enmascarado (y al único que sacó dos veces Pedro Salinas en la recreación que hizo el llorado dibujante del superhéroe local), que con un lacónico “¡del to!”, certificó el origen del cayado encontrado en el mercado. De momento las obras se han parado, por si hay más restos de este superhéroe autóctono al que tanto se echa de menos.

Aún recordamos como el Gañán Enmascarado surcaba los cielos de la comarca de Tomelloso impulsado por su garrota atómica, enfrentado a los peligrosos villanos que pusieron sus superpoderes al servicio del mal. Abertarda, Faria-Man, el Hermano Vinagres, La Mujer Vertedera… Todos querían impedir que nuestro héroe preservase la paz en Tomelloso-City. Aventuras que, como decimos, se encargó de trasladar al cómic el gran Pedro Salinas.