Este mes de diciembre la revista Quercus cumple 40 años.
Dedicada a la historia natural, por sus páginas han pasado los mejores
especialistas nacionales e internacionales en el campo de las ciencias
naturales. Creada por unos jóvenes idealistas, “pajareros” de prismático y
mochila (entre ellos Benigno Varillas, uno de los fundadores, unos años antes,
de El País), Quercus iniciaba su singladura un 21 de diciembre de 1981 (en
plena conmoción internacional por la declaración de la Ley Marcial del General
Jaruzelsky en la Polonia comunista), con una periodicidad trimestral, para años
después pasar a tener una periodicidad mensual. Hasta ahora.
En todos los cuadernos, Quercus hace gala de una entradilla,
a pie de página, que resume de forma impecable su misión: “Quercus es una
revista independiente que sirve de medio de comunicación y expresión a personas
y colectivos que se dedican al estudio y la defensa de la naturaleza. Hasta la
fecha han publicado en ella más de 4.500 expertos en los diferentes campos de
las ciencias naturales y el ecologismo”. Junto a la siguiente declaración de
intenciones que no admite engaño: “Salvo en casos excepcionales y plenamente
justificados, Quercus se abstiene de publicar fotos de nidos, huevos, pollos y
madrigueras, para contribuir a evitar molestias a la fauna durante el periodo
reproductor”.
Doñana, las marismas del Odiel y de Santoña, Cabañeros,
Monfragüe, la Mancha Húmeda, la Sierra de Guadarrama, la Sierra de Grazalema,
la Sierra de los Filabres, las lagunas de
Fuentedepiedra y Gallocanta, el Delta del Ebro, la Albufera de Valencia, la
Isla de Cabrera (desde 1991 Parque Nacional Marítimo Terrestre), los Picos de
Europa, las islas Columbretes, los parques nacionales canarios, con su gea volcánica
(de rabiosa actualidad con el volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma) y
laurisilva, y renombrados santuarios de la naturaleza del mundo entero, han
recorrido, y lo siguen haciendo, esta lujosa pasarela de la prensa ambiental.
Las especies más carismáticas de la fauna ibérica han ocupado las célebres
portadas - en estas ya cuatro décadas - de Quercus, como la lechuza común
(protagonista del primer número... y de diciembre de 2021), el urogallo
cantábrico, el oso pardo, la malvasía cabeciblanca, el águila imperial ibérica,
la alondra ricotí, la garcilla bueyera, el lince ibérico, la mantis religiosa,
por citar solo unos cuantos. Con una representación mucho más exigua, la flora
ha tenido también su sitio; encina, sabina albar, nenúfar amarillo… Hasta los
líquenes llegaron a copar una portada.
José Antonio Donázar, Joaquín Araújo, Carlos M. Herrera, José
Antonio Montero, Francisco Gragera, Santos Cirujano, Santos Casado, Arturo
Valledor de Lozoya, Roberto Hartasánchez, Jesús Garzón, el ya citado Benigno
Varillas, Carlos Vallecillo, Guillermo Palomero, Tony Clevenger, Francisco Pancho
Purroy, Miguel Ferrer (ex director de la Estación Biológica de Doñana), Rafael
Serra (su actual director), FJ. Barbadillo, Javier Castroviejo, son algunas de
las firmas más notables que nos han ilustrado y deleitado, cada cual en su
especialidad. Un ejemplo de la excelencia académica de la revista es la
presencia constante de profesores de investigación del CSIC, algunos de los
cuales acabo de mencionar.
De gran calidad divulgativa, pero con un irresistible acervo
científico, Quercus ha mantenido desde aquel número de diciembre de 1981 una
apuesta inequívoca por la defensa de la naturaleza y del medio ambiente, sin
perder por ello rigor. Los viejos e infaustos problemas (algunos
resueltos, otros atenuados por una
legislación más avanzada y por cambios culturales y sociales de calado), como
el furtivismo, los cebos envenenados, los aterrazamientos forestales, las
repoblaciones con pinos y eucaliptos, la construcción de grandes embalses para
el regadío y la producción hidroeléctrica, así como de centrales nucleares, el
vertido de residuos radiactivos a la Fosa Atlántica
o la caza de ballenas, han dado paso a "nuevos"
problemas que amenazan con asolar los ecosistemas ibéricos, y con ellos las
especies bandera; la caza intensiva, la invasión de especies exóticas, el
aumento del tráfico marítimo, las capturas accidentales en las artes de pesca,
los microplásticos, la minería de tierras raras, el turismo masivo, el
desarrollo desbocado de parques eólicos y solares, las macrogranjas, la
desaparición de aves comunes, o una PAC que destruye el medio ambiente y
afianza el abandono del medio rural. Del campo de tiro de Cabañeros, la presa
de Riaño y el accidente en la central nuclear de Vandellòs I, en los 80, a la
riada de Biescas, el desbordamiento de la balsa de Aznalcóllar, los embalses de
Itoiz, Yesa y Santaliestra, el Prestige, el Algarrobico, el Aeropuerto de
Ciudad Real, el proyecto Castor, la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El
Prat, la agonía del mar Menor y el coronavirus en los últimos veinticinco años.
Con un denominador común; el cambio climático y el colapso sistémico, inducidos
por una sociedad post - industrial ahíta
de recursos y soberbia, fatalmente enemistada con el planeta.
Quercus ha sido una excepcional plataforma de las
organizaciones conservacionistas y ecologistas del país, algunas ya
desaparecidas, y otras eternamente en lucha; AEPDEN, ANAT-LANE, ADEGA,
Phoracantha, Fapas, Greenpeace, SEO/BirdLife, WWF, SECEMU, Gurelur, Eguzki,
Silvema, la CODA (hoy Ecologistas en Acción), el GOB, Depana, Ben-Magec, AHSA,
ARBA, Adenex, Amigos de la Tierra, OTUS, AEDENAT, Esparvel, Brinzal, Lobo
Marley... Ha prestado sus páginas a centros de recuperación de la fauna salvaje
como GREFA o AMUS. Y a fundaciones de reconocido prestigio; FPNE, Fundación
Global Nature, Fundación Oso Pardo, Fundación Naturaleza y Hombre, Fundación
Oxígeno, Fundación Gypaetus, Fundación CBD-Hábitat, Fundación Migres, Fundación
Félix Rodríguez de la Fuente…
Una de las apuestas más sobresalientes, ya en sus inicios, ha
sido Linneo, un servicio bibliográfico volcado en la promoción de las ciencias
naturales al gran público, que abarca con gran amplitud la mayoría de
disciplinas; biología, zoología, botánica, ecología, gestión de espacios
naturales, comportamiento animal, geología, mineralogía, astronomía,
paleontología, antropología, etnografía, hidrología, agricultura y ganadería,
ciencias forestales… También ofrece títulos de literatura relacionados con la
naturaleza.
Desde la aparición de internet, Quercus ha sabido adaptarse a
esta nueva realidad, con abundantes secciones y contenidos. Su web es práctica,
dinámica y visualmente atractiva. Reinventarse o morir.
El cuadragésimo aniversario de la publicación coincide con el
250 aniversario de la creación del Real Gabinete de Historia Natural, antesala
del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Efeméride que recoge, en un
espléndido artículo de este mes, Javier Ignacio Sánchez Almazán, uno de los
conservadores de la Unidad de Colecciones del Museo Nacional de Ciencias
Naturales.
Es un milagro que una revista, encuadrada en el periodismo
científico y ambiental de calidad, haya aguantado con estoicismo y dignidad los
cambios acontecidos en el mundo de la comunicación. Otras, más comerciales,
sucumbieron.
¿El secreto? Tal vez radique en valores imperecederos e
incorruptibles, como el entusiasmo, la militancia y el amor a la naturaleza de
los sucesivos equipos de redacción, colaboradores y, cómo no, de lectores y
suscriptores, algunos de los cuales, hace ahora justo 40 años, emprendieron un
proyecto editorial revolucionario que ha llegado hasta nuestros días.
¡Felicidades y fecunda vida a la revista Quercus!
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
Domingo, 24 de Noviembre del 2024
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