Opinión

Del hecho al cuento y del cuento al hecho

Juan José Sánchez Ondal | Jueves, 13 de Enero del 2022
{{Imagen.Descripcion}} Foto; Archivo Municipal de Tomelloso Foto; Archivo Municipal de Tomelloso

Varios periódicos de la época se hicieron eco de la noticia de un anónimo con la exigencia de dinero al párroco de Tomelloso, bajo amenaza de muerte.  

“La Libertad”, (21/04/1932, p. 4) lo titulaba “UN ANONIMO. Le exigían la entrega de cinco mil duros. El autor del escrito intenta hacer frente a la Guardia civil y resulta herido de gravedad”; “El Telegrama del Rif”, (22/04/1932, p. 2) “El párroco recibe un anónimo amenazador. El autor resulta herido”; “El Cantábrico”, (1932 abril 22, p. 3) “Delincuente cazado”, y  “Las Provincias”: diario de Valencia, (1932 Abril 22, p. 12), “Una aventura peligrosa”.

Los hechos resumidos y coordinados de las mencionadas crónicas, eran los siguientes: Don Vicente Borrel, cura párroco de Tomelloso recibió en la mañana de ayer (20/04/1932) por correo interior, un anónimo en el que se le pedía que esa noche, a las diez, cerca del cementerio, llevara 25.000 pesetas y de no hacerlo, mañana sería muerto por una banda de terrorismo. Puesto al habla con el jefe del puesto de la Guardia civil, acordaron que el párroco acudiera al lugar indicado, donde dejaría un sobre con recortes de periódico. Tras montar un dispositivo especial, a la hora convenida, el cura se presentó solo en el sitio fijado, dejando  el sobre en el lugar que se le decía.  A los pocos minutos se presentó el que luego sería identificado como Saturnino Palomo Navarro. Cuando estaba examinando el contenido del sobre, aparecieron tres parejas de la Guardia civil que se hallaban apostadas convenientemente y le dieron el alto; como se diera a la fuga la Benemérita disparó  causándole heridas graves.

Trasladado a la Casa de socorro se le apreció una herida con entrada en la región glútea y salida por fosa ilíaca derecha, y otra con entrada en la región “superoexterna” de la escápula del hombro con salida por la parte anterior, de pronóstico grave quedando hospitalizado. “Allí declaró que no tenía cómplices y que había enviado el anónimo para correrse  una aventura a las que era muy aficionado.”

Con la sola excepción de la primera crónica, que dice que “El individuo, pistola en mano trató de defenderse, viéndose la Guardia civil obligada a hacerle dos disparos, que hirieron al desconocido”, las demás medios no mencionan la resistencia, y menos armada, del interfecto, sino su huida, circunstancia totalmente compatible con las heridas sufridas, recibidas por la  espalda: en glúteo y  escápula.

Pero no es este el tema que nos ha movido a traer aquí  a colación esta noticia aparecida en la prensa abrileña de 1932. Estoy seguro de que varios lectores al ir avanzando en la  crónica del suceso les ha ido sonando y han caído, como el que escribe,  en que, sin duda, es la fuente real del capítulo VIII  de “Los liberales”, tomo I,  pp. 283-299  de las Obras completas de don Francisco García Pavón. (Cito por Ediciones Soubriet S. L.), titulado “Ahora trataremos el anónimo que recibió el señor cura párroco y de la intervención del teniente Casariego”.  García Pavón escribe que conoció, y puede ser cierto, la historia a través de su abuelo y de Lillo, que eran amigos del teniente Casariego, jefe del dispositivo de la Guardia civil que, en el cuento, capturó al delincuente. No sabemos si el apellido del teniente es real o imaginario como imaginario es el nombre del párroco, don Álvaro, en vez de el del valenciano  don Vicente Borrel Dolz que ejerció en Tomelloso, al menos desde 1911;  que, en 1915, descubrimos, como curiosidad, que fundó, como director, un colegio de primera y segunda enseñanza con el nombre de “Santo Tomás de Aquino”, según anuncio que adjuntamos[1]


Colegio que, aún, en 1927, debía subsistir pues[2] para él se solicitaba un maestro nacional, ofreciendo buen porvenir.                                   

Párroco éste, don Vicente Borrell, que, en 1911, también tuvo sus más y sus menos con el lindante Casino  de San Fernando con motivo de las obras de un anejo a la iglesia que les impedía el derecho a tener luces y vistas a la calle[3]; que continuaba en su ministerio en 1920  en que, en la colecta de la misa,  consiguió 321,40 pesetas para los niños hambrientos de Austria [4];  que dos años después,  ofició los funerales de S.S. Benedicto XV[5], y que, según decimos más arriba, seguía ejerciendo su ministerio en la primavera de 1932 en que fue objeto del anónimo.

Tres diferencias entre las crónicas del suceso y el cuento son: la datación de éste, 1935, mientras que los hechos acaecieron, como hemos destacado,   en 1932;    la cuantía del petitum -todo sube-  25.000 pesetas  en la realidad  y 50.000  en el cuento y, por supuesto, la diferente calidad literaria  entre los reporteros y el cuentista.

Madrid, a 13 de enero de 2022.

…………………………

[1] El pueblo manchego, 1915 octubre 2, p. 3.

[2] El Liberal” , 7/10/1927, p. 5.

[3] El pueblo manchego,  1911, septiembre,  15, p. 2.

[4] Id. id. 1920 enero 13, p. 4.

[5] Id. id. 1922 febrero 3, p. 1

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