En la noche del pasado sábado los
ángeles bajaron a las tablas del Teatro Marcelo Grande de Tomelloso y se
posaron sobre el saber hacer de un octogenario actor que llenó el entorno de
sobrecogimiento al mostrarnos un relato de amor (obra de Miguel Delibes), de
infinito amor, abocado a una prematura muerte de una de las partes, o quizá de
las dos.
Sobre las tablas José Sacristán, el
próximo Goya de Honor del cine español, se transforma en Nicolás, un pintor de
éxito, que padece una crisis creativa tras el fallecimiento prematuro de Ana,
su mujer. El vacío existencial del protagonista sirve de base para recordar
toda una vida de relación amorosa, y se llena de trazos que, por igual, nos
trasladan a épocas felices, a momentos íntimos, al temor por una anunciada pérdida,
al acomodo imposible de una soledad total…
Una historia en cuyo trasfondo
histórico se recuerda el otoño de 1975 en España. Fechas grises e inciertas para
el total de un país y para lo concreto de una familia que se debate entre los
fastos de una boda, la encrucijada de una cárcel y el desasosiego de ambiguos
dictámenes médicos.
Y José Sacristán, magnífico, nos
presenta un personaje que, bajo los efluvios del alcohol, nos muestra una conmovedora
sucesión de recuerdos y nos presenta a la que fuese su mujer, una señora de
rojo radiante sobre el fondo gris de todo lo que le rodea. Y desde el escenario
nos muestra “… una de las limitaciones más crueles del ser humano. La
vida sería más llevadera si dispusiésemos de una segunda oportunidad”.
Y los recuerdos componen otro bellísimo
cuadro incorpóreo y etéreo del que fuera el auténtico amor de toda una vida.
Sin duda un emotivo canto al amor maduro, sereno, eterno… “Yo he sido
feliz 48 años; hay quien no logra serlo cuarenta y ocho horas en toda su vida”.
Al término del monólogo una platea
entregada se rinde al actor madrileño con una interminable ovación que aúna, al
mismo tiempo, el reconocimiento de lo visto en la última hora y media junto con
el homenaje a la trayectoria de muchas décadas de uno de los grandes del mundo
de la escena de nuestro país.
Definitivamente, en vísperas de San
Antón, en Tomelloso y de la mano de José Sacristán, los ángeles bajaron a las
tablas de un teatro en una mágica noche. Un actor entregado a una aventura de
amor y dolor, nos abrió una amargura inolvidable a medida que iba desgranando
la obra autobiográfica de Delibes.
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Viernes, 2 de Mayo del 2025
Viernes, 2 de Mayo del 2025