La tenencia, adquisición y
requisa de manera excesiva de materias primas y artículos de consumo y uso
habitual, por miembros de una sociedad, durante periodos de tiempo anormales,
respecto a un consumo regular y normal, lo podríamos denominar como
acaparamiento.
Memoria y aprendizaje del sujeto
humano, han ido configurando (en una impresionante singladura) su pensamiento-comportamiento,
en “paisajes” reales e irreales; adaptándose siempre a un hambre que debilitaba
su existencia; creyéndola impuesta por Divinidades y así se iba “acoplando” a su destino… Pero su necesidad
de engullir, en cuanto tenía ocasión, lo impelían a acaparar sustento y otros avíos, para llenar
las “despensas” del chozal, de la espelunca o parapeto roquero; para hacerle
frente a los ciclos de escasez y a las crudas invernadas… Todo se “movía” (se “mueve”) sobre el estómago…
Aunque parezca una perogrullada y
pese a la hipercooperación e hipersolidaridad, en ocasiones, del racional
sujeto humano, (en no pocas circunstancias bastante insensato, tal vez porque
que no haya otra alternativa) el avaro y mezquino acaparamiento, adquisición y
tenencia de cantidades
exorbitantes de materias primas y artículos diversos, de uso y consumo, ha sido
una constante desde tiempos prehistóricos hasta la actualidad.
Mediado el siglo XX, en épocas y
circunstancias en las que el acaparamiento era excesivo, por existir un anormal
e irregular abastecimiento, al alterarse los procesos y periodos de producción
y distribución de artículos de consumo, los estados solían intervenir en dichos
procesos de producción y distribución;
racionando los bienes, con la finalidad
de garantizar “el mínimo vital” a la población; siendo las clases más pobres,
en las que nunca morían la esperanza y los sueños, las que se veían obligadas a
reparar las tragedias de las carencias y del hambre; “tejiendo”, con
frecuencia, diferentes ideales hasta en los “obradores” de sus trasfondos
humanos. Las clases opulentas (también los especuladores) y aristocráticas de
“nunca tocar”; al gozar de considerables volúmenes de dinero y poder, adquirían
(y adquieren) y retenían determinadas mercancías para llenar sus “Despensas”,
“Arcas” y darse el festín cuando el resto de la población lloraba sobre sus
divinidades muertas… (Véase cuadro de la portada: “El desayuno de las Ostras”,
de Jean François de Troy).
En las diferentes fases de la
producción y comercialización, el acaparamiento suele ser habitual cuando un
amplio sector de la sociedad, por las más variopintas causas, está dispuesto a
pagar precios elevados por los artículos, mercancías… Productores,
comercializadores, distribuidores y especuladores, acaparan “material” con la
finalidad de obtener los máximos beneficios…: v. gr. actualmente test de
autodiagnóstico-antígenos, mascarillas, geles etcétera.
Allá por el año 1939, ya se
establecieron sanciones (sanciones paripé y discriminatorias a la hora de
ponerlas en práctica) contra los precios abusivos en España; definiendo el
Acaparamiento en las Leyes de la Jefatura del Estado.
Hacía poco tiempo que yo había
dejado de gatear y en la pequeña aldea donde había nacido, el vecindario mal
sobrevivía con los recursos de la caza y de la pesca, (recursos que guardaban y
escondían en trojes, mechinales y laberintos con vueltas y revueltas, como un
laberinto de Dédalo) “agenciados” subrepticiamente, y con limitadas cantidades
de productos, fruto de cosechas que las familias sembraban “al tercio” y “a
medias” en restringidos hortales propiedad de “status groups”, grupos de prestigio o altas clases sociales, que controlaban
todos los recursos, propietarios de la
tierra y del agua... Entonces ya
languidecía el Racionamiento establecido, (años 1940-51) para toda una amalgama
de artículos alimenticios… La asignación de materias primas a las industrias, también
se intentaba controlar… Pero el pato lo seguía pagando “Juan Pobre”… Conforme
aumentaban las producciones en España y se “abrían” las barreras del
aislamiento, normalizándose las relaciones con el exterior, el Racionamiento se
suprimió. Liberalizado el comercio y la economía, el Acaparamiento también
decaería; aunque los precios de las materias primas continuaron al alza y las
actuaciones políticas e intervención estatal apenas si resolvieron las
deficiencias de las clases más humildes; beneficiándose, una vez más, las
estructuras sociales elitistas…
X
Con objetividad un tanto
imperfecta; no obstante poniendo una íntima delicadeza, recuerdo cuando mi tía
Pepa; doliéndole su sino por el que, según ella, su solitaria y desventurada
vida había sido predestinada, me contaba cuando iban a espigar a los campos
ajenos y cambiaban en la panadería el poco candeal obtenido por un “zato” de
pan… Y narraba que se escondían en el monte y en la vega cuando los “Delegaos
del Trigo” estaban de francachela en la aldea. Con su pálida angustia me decía
que “La Juliana la Panaera”, le tiraba con desprecio, en el cesto, el cantero
de pan de La Ración que le correspondía… Con el cansancio de no parar de
inventarse fe y milagros, en el silencio de su soledad, besaba el mendrugo de
pan, al sacarlo de un cesto, siempre vacío de cosas inútiles… Sintiendo sus
hondos sentimientos, sin pensamientos de odio ni de envidia, mi tía, obviando
cosas de la vida, dolorosamente, para ella incomprensibles, fijaba en mi
consciencia su sencilla y honesta filosofía: “Si no fuera por el miedo al
hambre y a la pobreza a Dios no le rezaba nadie”. “Unos mueren de ahítos y
otros de comer poquito”. “Y las Leyes las cocieron, como cuecen el pan de la
ración”.
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Jueves, 28 de Septiembre del 2023
Miércoles, 27 de Septiembre del 2023