Ha recalado con buen pie en la ciudad, Francesc Vila, un catalán como él dice “de pura cepa” que desde el pasado 24 de octubre dirige en Tomelloso un Centro de Acupuntura y Yoga, "Keisho". No lo hace solo, sino junto a un grupo de competentes mujeres que se reparten tareas en seis centros, tres en Tomelloso, dos en Alcázar y otro más en Valencia donde se ayuda a las personas a encontrarse a sí mismas a base de distintas técnicas y terapias. Acupuntura, quiromasaje, reflexología, biomagnetismo, yoga o auriculoterapia, entre otras. La Voz de Tomelloso le ha visitado en su local de Juan Pablo II con Veracruz, un local que, ya de entrada, irradia mucha paz y tranquilidad.
“Tiempo atrás la gente veía estas cosas como tabú o secta rara, pero la aparición de un programa en tele 5 ha sembrado un caldo de cultivo favorable para que la gente se dé cuenta que es la mejor terapia”, comienza explicando Vila. Cuando le preguntamos cómo llegó a estas técnicas y filosofías orientales milenarias nos responde que “a mi padre le diagnosticaron un cáncer cuando yo tenía 16 años. Le daban únicamente seis meses de vida y a raíz de ahí busqué soluciones. Contacté con una mujer que me enseñó mucho sobre este mundo. Mi padre vivió diez años más y cuando murió fue por otro problema, no por cáncer de pulmón que le detectaron. Me enseñó que la mente, si la sabes trabajar, tiene mucho poder”.
Francesc Vila dio un giro copernicano a su vida. Era el máximo responsable del aeropuerto de Barcelona, cuando empezó estudios de acupuntura. “Por circunstancias de la vida, apareció un amigo de Tomelloso que me animó a venir aquí. Pero el tiempo me demostró que la gente no estaba suficientemente preparada, algo que ahora ha cambiado sustancialmente con la llegada de la pandemia. La gente se ha dado cuenta de que estamos desfasados, de que no sabemos cuidarnos o incluso relacionarnos. Mucha gente piensa que el mundo está en contra de sus intereses y yo les digo que el mundo pasa de ti, el problema eres tú que no sabes andar por el mundo. Me fui metiendo en este proceso, di charlas en Estados Unidos, México, Madrid, Valencia… y ya no pude abandonar esta espiral que me ha ayudado a ser de otra manera y ayudar a los otros”.
Francesc habla pausado, engarzando bien las ideas y argumentos que esgrime. De estar en esa vorágine de querer ganar mucho dinero se ha metido en este mundo que le ha proporcionado un mayor bienestar a él y su entorno. “Llegue a tener tres focos de infarto y he ganado mucho. Me tomo la vida desde una perspectiva en la que la prioridad no es el dinero. Es necesario para vivir y pagar ciertas cosas, de hecho este centro se lo abrí a Flor, que es maestra, y encontró una gran salida en el yoga y ha crecido muchísimo como persona”.
No se cansa de decir que Tomelloso le ha enseñado a ser humilde y no ir de sobrado “porque la vida te pone en tu sitio. Poco a poco fui a centros budistas, conocí Carlos Lasvi, que es un referente internacional en acupuntura. Recuerdo que me decía que no había que haber nacido en China para ser bueno en este campo. Te fijas en ellos por la tradición milenaria que tienen y porque tienen algo ahí dentro, de hecho casi tienen el mundo a sus pies”.
Francesc Vila nos cuenta el caso de una mujer que lleva dos años con cáncer “a la que hice ver que el principal problema era como ella iba a enfrentar esa situación. Puedes enfocarlo a malas, lamentándote de tu situación, o dándote cuenta que tu cuerpo te va a ayudar a cambiar muchas cosas. La acupuntura va mucho más allá de clavar unas agujas”.
Insiste en que milagros no hay, pero resalta “la importancia de trabajar algunos sistemas inmunológicos para que tu cuerpo genere y siempre con la medicina por medio. La acupuntura no deja de ser un sistema de prevención que te ayuda a combatir depresiones, otras enfermedades, lesiones, puede favorecer la fertilidad de las mujeres….”.
Al final insiste en que la gente ha tomado más conciencia a partir de la pandemia. “Vimos como la gente mayor, que nos ha dado consejos y valores muy importantes, estaba muriendo en las residencias, en condiciones muy precarias, casi dejados de lado. Estar en casa encerrados nos ha quemado, no sabemos vivir solo, casi nadie soporta la soledad. Pero lo bonito es aprender a vivir con uno mismo, es clave estar a gusto con uno mismo y no caminar con prepotencia y soberbia por la vida, aparcar nuestro ego y ser mucho más humanos. Pero no todo el mundo está dispuesto a reconocerlo”.
La fructífera conversación se podía alargas horas y horas, pero toca despedirse y lo hace con esta frase. “Tengo que devolver a Tomelloso lo mucho que me ha dado”, concluye diciendo a la vez que nos estrecha su mano.
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Lunes, 16 de Junio del 2025
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