Tomelloso

Hilario Martínez: «Los jóvenes tenemos ambiciones e inquietudes, no solo pensamos en salir de fiesta»

La Voz entrevista al joven creador de Tomelloso que acaba de estrenar el corto “No hay más”

Francisco Navarro | Martes, 8 de Febrero del 2022
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Hilario Martínez es un joven creador de Tomelloso que acaba de estrenar un cortometraje para denunciar la situación de pobreza que viven muchas personas. Tiene dieciséis años y un impresionante bagaje artístico, ha realizado cinco cortometrajes, en 2021 publicó una novela y tiene otro libro en preparación. La última película “No hay más”, la ha presentado al certamen Clipmetrajes de Manos Unidas

Hilario Martínez rompe todos los tópicos —injustos, como son los estereotipos— sobre los jóvenes, irresponsables, que solo les gusta la juerga, que no les interesa nada… Su compromiso queda patente durante nuestra conversación, ama el cine, odia las injusticias y reivindica que los jóvenes tienen ambiciones e inquietudes. Al amor de un café, hablamos de cine, de la pandemia o de las injusticias. Graba sus cortos con el teléfono, la herramienta con la que intenta cambiar el mundo.

—Así que tiene dieciséis años…

—Eso es, tengo dieciséis años. Estoy haciendo primero de bachillerato en el García Pavón.

—¿Cómo se le ocurre crear “No hay más”?

—El vídeo esta realizado para el Festival Clipmetrajes, para la visibilización de las personas en situación de pobreza, sobre todo de hambre, de Manos Unidas. El corto refleja algo que hoy en día, sobre todo en España, se está intentando paliar como es la necesidad básica de comida. Pero ¿qué pasaría si el niño del vídeo en lugar de pedirle más comida a su madre le pide, por ejemplo, una cartulina para el cole? O algo necesario que no en todos los sitios te lo cubren. Lógicamente, ante la falta de comida vas a recibir ayuda, te la van a proporcionar de una forma u otra. Pero esas necesidades básicas que entran dentro del desarrollo personal de una persona, sobre todo de un niño, son muy importantes y por eso este vídeo, para visibilizarlo.  

—Y el corto nace con esa premisa…

—Como siempre, surge de una inspiración impropia que recibes en cualquier momento del día. En la soledad de mi casa me vino el guion y justo las palabras del niño “mamá, ¿no hay más comida?” y esa madre desolada porque no se la puede dar. La ignorancia de un niño que pide comida porque tiene hambre y la cruda realidad a la que se enfrenta la madre, no poder dársela. Se produce el choque entre la ingenuidad del pequeño y la frustración de su mamá.

—A pesar de que no se ven las caras de los personajes, la película trata con mucha crudeza un tema, sangrante como poco, por el que pasa por encima la sociedad.

—Creo que hoy en día nos estamos olvidando de que hay familias y personas en esa situación. Es posible que en España esa necesidad esté cubierta en muchos hogares, pero no me puedo ir a África, por ejemplo, a grabar este corto con familias reales. En la película juego con no mostrar las caras y enseñar las manos, tratando con el simbolismo del blanco y negro solo con las voces de los personajes para que el espectador se meta en la piel de esas dos personas.

—Y el blanco y negro le da más dramatismo…

—El blanco y negro lo veo como un sello personal de mis creaciones, que efectivamente, le da más dramatismo.

En el corto participa Pan Pa’ Hoy, se reconoce la voz de Carmen “Pitu” López, ¿es usted miembro de ese grupo?

—Pan Pa’ Hoy es la familia. Puedes hablar con “Pitu” y empezar a hacer proyectos con ella… Sí, se puede decir que formo parte de esa asociación, de ese grupo de actores, actrices, directores y guionistas. Hacemos un poco de todo en el mundo de la cultura. Conozco a “Pitu” `porque le propuse hace un corto, que sigue pendiente. Tenía claro que “No hay más” lo tenía que hacer con ella.

—¿Cree usted que la pandemia está tapando otras realidades?

—La pandemia está guardando todos los problemas que ya estaban en el mundo antes de ella. Por ejemplo, la pobreza, la falta de educación de mucha gente o el suicidio, que este otro tema latente y complicado. Se tapan cosas a las que yo creo que hay que darle mucha visibilidad. Pensamos que solo tenemos la pandemia, que por supuesto es muy importante, pero, ¿qué pasa con esa gente que vive en la pobreza, con poca educación y poca o ninguna sanidad? Encima, se les junta el coronavirus, que les hace ser personas de riesgo, con un desarrollo menor que una persona con comida, trabajo y un sitio donde vivir.

—¿Qué cree que se puede hacer para ayudar a estos “últimos de los últimos”, a estos excluidos?

—Es muy difícil ayudar a estas personas de manera directa, pero lo que tenemos que hacer es no olvidarnos de ellos. Hay que tener claro que el que a nosotros nos vayan las cosas bien no significa que los demás tengan tanta suerte. Se puede ayudar de muchas formas, participando en campañas, donando a las ONG, colaborando con ellas de forma voluntaria. Por ejemplo, con Manos Unidas o Fundación Kirira, aquí en Tomelloso. Es muy difícil cambiar el mundo, entran muchos factores como la política, pero podemos hacer muchas cosas. Y, sobre todo, no olvidando que hay situaciones muy complicadas que se están agravando con la pandemia.

—Es muy recurrente acusar a los jóvenes de irresponsables, de que solo se preocupan por hacer botellón, decir que pasan de todo, pero usted rompe esos tópicos…  

—Me gusta mucho recalcar que estamos jóvenes que nos atrevemos a intentar ser artistas y mostrarnos al mundo. Con la pandemia nos han tachado de inconscientes o de querer disfrutar cuando no podemos. Pero a mí me molesta que nos metan a todos en el mismo cupo. Los jóvenes no solo queremos salir de fiesta, también tenemos nuestras ambiciones e inquietudes. Siempre me rodeo de gente que hace cosas, que quiere mostrarse, pero nos ponen ese sambenito de irresponsables del que es muy difícil salir.

Pero es que, además, los propios jóvenes tiramos piedras a nuestro propio tejado. Si alguno de nosotros hace algo, inmediatamente lo critican “¿quién te crees tú que eres por hacer esto?” Si te sales de la normalidad o intentas hacer cosas diferentes de los establecido, vas a ser alguien raro o friki. Es necesario que hagamos las cosas que nos gustan y mostrarnos a los demás.

—¿Cómo llega al cine?

—Vivo en una familia en la que el arte está muy presente, Cristina Correas es mi tía. Llego al cine de manera casual. Desde pequeño me gustaba siempre el arte, sobre todo la música, dado el ambiente de mi casa. Siempre me ha gustado el flamenco, de hecho, está muy presente en mis cortos. El caso es que yo era el que hacía el típico vídeo de los cumpleaños, hasta que me di cuenta que el móvil es una herramienta muy potente para poder transmitir y contar una historia. El revulsivo fue cuando gane un concurso de cortos del Seminario de Ciudad Real. A partir de ahí fue un cortometraje después de otro y a la gente le empezó a gustar mi trabajo.

—¿Y se ha ido formando?

—Pero desde la práctica. Me he formado viendo películas, leyendo mucho… Cojo una película, la paro por secuencias y flipo con los planos, con el guion… Es como si se me quedade grabado en la mente. En muchos de mis cortos hay mucho de las películas que me gustan y de mis planos preferidos. Nadie me ha enseñado a hacer guiones, pero hago y creo lo que me emociona.

—¿Cuál es su experiencia creativa?

—Empecé a hacer cortos sobre el 25N y la concienciación contra la violencia machista. “Conciencia” lo hice en 2019; “Tápate”, con Claudia Morales; “Alma en ruinas”, también con Claudia, “Yo pongo mi huella”, que fue el ganador del certamen Clipmetrajes y “No hay más”. Estos son los cortos más destacables, además de los que he hecho con mi instituto y con Lidia Gorrachategui. En 2021 publiqué “Adiós”, mi primera novela.

—Entonces, ¿graba los cortos con el teléfono?

—Así es, prácticamente todos los he hecho con el teléfono.

—Es decir, que para usted el teléfono es una herramienta con la que cambiar el mundo.

—Totalmente, se puede cambiar el mundo con el teléfono. Y solo lo usamos para recibir esa sobreinformación que nos da el mundo de la tecnología. Es más importante la historia que cuentas que la técnica o la emoción que transmites que la cámara que poseas. Con un móvil de gama media puedes hacer un montón de cosas muy buenas. Todos tenemos una herramienta en nuestras manos para poder cambiar el mundo, de una manera u otra.

—¿Qué directores y películas le gustan?

—Almodóvar. La primera película que vi del director manchego fue “Dolor y gloria” y me pareció una joya audiovisual. A partir de ahí me encanta el mundo Almodóvar y me desde “Entre tinieblas” hasta la última, “Madres paralelas”. Después conocí a Carlos Vermut que es el director de una de mis películas preferidas “¿Quién te cantará?”.  También David Martín de los Santos que ha hecho “La vida era eso”. Me emociona el cine llamado “de culto” y esas películas que no relatan una historia, pero sí cuentan la actitud y la vida de ciertas personas, siempre con un final abierto, pero muy real.

—¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?

—Acabo de terminar una nueva novela que ya he enviado en la editorial. Es un ensayo con seis relatos en el que cuento la historia de un niño que quiere ser director de cine.


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