Hilario Martínez es un joven creador de Tomelloso que acaba
de estrenar un cortometraje para denunciar la situación de pobreza que viven
muchas personas. Tiene dieciséis años y un impresionante bagaje artístico, ha
realizado cinco cortometrajes, en 2021 publicó una novela y tiene otro libro en
preparación. La última película “No hay más”, la ha presentado al certamen Clipmetrajes
de Manos Unidas
Hilario Martínez rompe todos los tópicos —injustos, como son
los estereotipos— sobre los jóvenes, irresponsables, que solo les gusta la
juerga, que no les interesa nada… Su compromiso queda patente durante nuestra
conversación, ama el cine, odia las injusticias y reivindica que los jóvenes
tienen ambiciones e inquietudes. Al amor de un café, hablamos de cine, de la
pandemia o de las injusticias. Graba sus cortos con el teléfono, la herramienta
con la que intenta cambiar el mundo.
—Así que tiene dieciséis años…
—Eso es, tengo dieciséis años. Estoy haciendo primero de
bachillerato en el García Pavón.
—¿Cómo se le ocurre crear “No hay más”?
—El vídeo esta realizado para el Festival Clipmetrajes, para
la visibilización de las personas en situación de pobreza, sobre todo de hambre,
de Manos Unidas. El corto refleja algo que hoy en día, sobre todo en España, se
está intentando paliar como es la necesidad básica de comida. Pero ¿qué pasaría
si el niño del vídeo en lugar de pedirle más comida a su madre le pide, por
ejemplo, una cartulina para el cole? O algo necesario que no en todos los
sitios te lo cubren. Lógicamente, ante la falta de comida vas a recibir ayuda,
te la van a proporcionar de una forma u otra. Pero esas necesidades básicas que
entran dentro del desarrollo personal de una persona, sobre todo de un niño,
son muy importantes y por eso este vídeo, para visibilizarlo.
—Y el corto nace con esa premisa…
—Como siempre, surge de una inspiración impropia que recibes
en cualquier momento del día. En la soledad de mi casa me vino el guion y justo
las palabras del niño “mamá, ¿no hay más comida?” y esa madre desolada porque
no se la puede dar. La ignorancia de un niño que pide comida porque tiene
hambre y la cruda realidad a la que se enfrenta la madre, no poder dársela. Se
produce el choque entre la ingenuidad del pequeño y la frustración de su mamá.
—A pesar de que no se ven las caras de los personajes, la
película trata con mucha crudeza un tema, sangrante como poco, por el que pasa
por encima la sociedad.
—Creo que hoy en día nos estamos olvidando de que hay
familias y personas en esa situación. Es posible que en España esa necesidad esté
cubierta en muchos hogares, pero no me puedo ir a África, por ejemplo, a grabar
este corto con familias reales. En la película juego con no mostrar las caras y
enseñar las manos, tratando con el simbolismo del blanco y negro solo con las
voces de los personajes para que el espectador se meta en la piel de esas dos
personas.
—Y el blanco y negro le da más dramatismo…
—El blanco y negro lo veo como un sello personal de mis
creaciones, que efectivamente, le da más dramatismo.
—En el corto participa Pan Pa’ Hoy, se reconoce la voz de
Carmen “Pitu” López, ¿es usted miembro de ese grupo?
—Pan Pa’ Hoy es la familia. Puedes hablar con “Pitu” y
empezar a hacer proyectos con ella… Sí, se puede decir que formo parte de esa asociación,
de ese grupo de actores, actrices, directores y guionistas. Hacemos un poco de
todo en el mundo de la cultura. Conozco a “Pitu” `porque le propuse hace un
corto, que sigue pendiente. Tenía claro que “No hay más” lo tenía que hacer con
ella.
—¿Cree usted que la pandemia está tapando otras
realidades?
—La pandemia está guardando todos los problemas que ya
estaban en el mundo antes de ella. Por ejemplo, la pobreza, la falta de
educación de mucha gente o el suicidio, que este otro tema latente y
complicado. Se tapan cosas a las que yo creo que hay que darle mucha visibilidad.
Pensamos que solo tenemos la pandemia, que por supuesto es muy importante,
pero, ¿qué pasa con esa gente que vive en la pobreza, con poca educación y poca
o ninguna sanidad? Encima, se les junta el coronavirus, que les hace ser
personas de riesgo, con un desarrollo menor que una persona con comida, trabajo
y un sitio donde vivir.
—¿Qué cree que se puede hacer para ayudar a estos “últimos
de los últimos”, a estos excluidos?
—Es muy difícil ayudar a estas personas de manera directa,
pero lo que tenemos que hacer es no olvidarnos de ellos. Hay que tener claro
que el que a nosotros nos vayan las cosas bien no significa que los demás
tengan tanta suerte. Se puede ayudar de muchas formas, participando en campañas,
donando a las ONG, colaborando con ellas de forma voluntaria. Por ejemplo, con
Manos Unidas o Fundación Kirira, aquí en Tomelloso. Es muy difícil cambiar el
mundo, entran muchos factores como la política, pero podemos hacer muchas
cosas. Y, sobre todo, no olvidando que hay situaciones muy complicadas que se
están agravando con la pandemia.
—Es muy recurrente acusar a los jóvenes de
irresponsables, de que solo se preocupan por hacer botellón, decir que pasan de
todo, pero usted rompe esos tópicos…
—Me gusta mucho recalcar que estamos jóvenes que nos
atrevemos a intentar ser artistas y mostrarnos al mundo. Con la pandemia nos
han tachado de inconscientes o de querer disfrutar cuando no podemos. Pero a mí
me molesta que nos metan a todos en el mismo cupo. Los jóvenes no solo queremos
salir de fiesta, también tenemos nuestras ambiciones e inquietudes. Siempre me
rodeo de gente que hace cosas, que quiere mostrarse, pero nos ponen ese
sambenito de irresponsables del que es muy difícil salir.
Pero es que, además, los propios jóvenes tiramos piedras a
nuestro propio tejado. Si alguno de nosotros hace algo, inmediatamente lo
critican “¿quién te crees tú que eres por hacer esto?” Si te sales de la
normalidad o intentas hacer cosas diferentes de los establecido, vas a ser
alguien raro o friki. Es necesario que hagamos las cosas que nos gustan y
mostrarnos a los demás.
—¿Cómo llega al cine?
—Vivo en una familia en la que el arte está muy presente,
Cristina Correas es mi tía. Llego al cine de manera casual. Desde pequeño me
gustaba siempre el arte, sobre todo la música, dado el ambiente de mi casa.
Siempre me ha gustado el flamenco, de hecho, está muy presente en mis cortos.
El caso es que yo era el que hacía el típico vídeo de los cumpleaños, hasta que
me di cuenta que el móvil es una herramienta muy potente para poder transmitir
y contar una historia. El revulsivo fue cuando gane un concurso de cortos del
Seminario de Ciudad Real. A partir de ahí fue un cortometraje después de otro y
a la gente le empezó a gustar mi trabajo.
—¿Y se ha ido formando?
—Pero desde la práctica. Me he formado viendo películas,
leyendo mucho… Cojo una película, la paro por secuencias y flipo con los
planos, con el guion… Es como si se me quedade grabado en la mente. En muchos
de mis cortos hay mucho de las películas que me gustan y de mis planos
preferidos. Nadie me ha enseñado a hacer guiones, pero hago y creo lo que me
emociona.
—¿Cuál es su experiencia creativa?
—Empecé a hacer cortos sobre el 25N y la concienciación
contra la violencia machista. “Conciencia” lo hice en 2019; “Tápate”, con
Claudia Morales; “Alma en ruinas”, también con Claudia, “Yo pongo mi huella”,
que fue el ganador del certamen Clipmetrajes y “No hay más”. Estos son los
cortos más destacables, además de los que he hecho con mi instituto y con Lidia
Gorrachategui. En 2021 publiqué “Adiós”, mi primera novela.
—Entonces, ¿graba los cortos con el teléfono?
—Así es, prácticamente todos los he hecho con el teléfono.
—Es decir, que para usted el teléfono es una herramienta
con la que cambiar el mundo.
—Totalmente, se puede cambiar el mundo con el teléfono. Y
solo lo usamos para recibir esa sobreinformación que nos da el mundo de la
tecnología. Es más importante la historia que cuentas que la técnica o la
emoción que transmites que la cámara que poseas. Con un móvil de gama media
puedes hacer un montón de cosas muy buenas. Todos tenemos una herramienta en nuestras
manos para poder cambiar el mundo, de una manera u otra.
—¿Qué directores y películas le gustan?
—Almodóvar. La primera película que vi del director manchego
fue “Dolor y gloria” y me pareció una joya audiovisual. A partir de ahí me
encanta el mundo Almodóvar y me desde “Entre tinieblas” hasta la última, “Madres
paralelas”. Después conocí a Carlos Vermut que es el director de una de mis
películas preferidas “¿Quién te cantará?”. También David Martín de los Santos que ha
hecho “La vida era eso”. Me emociona el cine llamado “de culto” y esas películas
que no relatan una historia, pero sí cuentan la actitud y la vida de ciertas
personas, siempre con un final abierto, pero muy real.
—¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?
—Acabo de terminar una nueva novela que ya he enviado en la editorial. Es un ensayo con seis relatos en el que cuento la historia de un niño que quiere ser director de cine.
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Viernes, 2 de Mayo del 2025
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