Aunque pocas personas dudan, hoy en día, del
carácter científico de la Economía, no existe un consenso absoluto a este
respecto como sucede, por ejemplo, con la Física. Como profesor de secundaria,
soy testigo de ello en no pocas ocasiones y no me refiero, exclusivamente, al
hecho de que algún alumno cuestione la disciplina como tal. Esta singularidad
transciende del aula y recorre pasillos y resto de estancias, tanto físicas
como intelectuales. Por este motivo (y otros inconfesables), me parece
interesante introducir algunos aspectos científicos de la Economía.
¿Es la Economía una ciencia?
Rotundamente, sí lo es. Para afirmarlo,
basta apoyarse en los elementos que toda ciencia debe conservar:
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La
Economía usa el método científico, entendiendo como tal un conjunto de
procedimientos ordenados y sistemáticos que permiten construir las teorías que explican
la realidad, reduciendo a la mínima expresión a los enemigos de la ciencia: el
azar y la incertidumbre. Toda ciencia requiere de un método y la economía
emplea, principalmente, el método inductivo y deductivo.
-
La
Economía emplea un lenguaje específico y particular con el fin de
comunicar y transmitir los conocimientos entre la comunidad investigadora
sometiendo, de esta forma, las teorías y modelos a la crítica, avanzando en su
desarrollo.
-
La
Economía tiene unos objetivos que podemos resumir en dos categorías:
explicar la acción humana en sociedad y mejorar la vida de las personas,
también en sociedad. Lo primero es complejo pues de lo que se trata es de
comprender una realidad inundada de deseos y necesidades humanas (no es
cualquier cosa ni le deseo a otras ciencias intentar explicar algo parecido).
Lo segundo tampoco es sencillo pues cuando hablamos de mejora lo hacemos conjugando
el futuro de las sociedades, cambiante y sujeto a eventos impredecibles como
una pandemia o una guerra.
-
Por
último, la Economía usa teorías y modelos que han sido construidos de
manera coherente a través de la aplicación del método científico. Por si fuera
poco, estas teorías y modelos están sometidos a la continua verificación. Ya
saben, en ciencia no hay verdades absolutas, prima el espíritu crítico y ningún
conocimiento es definitivo. En ciencia todo, absolutamente todo, está
cuestionado.
¿Es la Economía una ciencia social?
Lo es, pues su objeto de
estudio se centra en analizar cómo se relaciona el individuo en sociedad. Pueden
ustedes inclinarse hacia el holismo o, por el contrario, virar hacia el
individualismo. Sin embargo, tanto una como otra opción son compatibles con la
asignación de la Economía al conjunto de ciencias sociales, de igual forma que lo
son la Psicología o la Sociología, las cuales comparten tan noble objeto de
estudio.
De esta forma, la
Economía se centra en aspectos como la producción, la distribución o el
intercambio, tratando de estudiar cómo unos individuos se relacionan con otros
afectándose de manera individual, sí, pero generando al mismo tiempo dinámicas
sociales. Tras más de dos siglos de presencia de la Economía en el grupo de las
ciencias, esta ha tratado de ayudar a entender el porqué de estas relaciones de
intercambio entre personas. Y lo ha hecho, principalmente, a través del manejo
de ciencias matemáticas, realizando predicciones sobre los comportamientos
humanos futuros en torno a estos problemas. La Economía es una ciencia social
que usa, en muchos casos, herramientas matemáticas.
No obstante, la Economía
es más que una ciencia social pues, además de explicar el pasado e intentar
predecir, tiene un objetivo tan importante como complejo, el cual está cobrando
especial relevancia en los tiempos recientes: mejorar la vida de las
personas. Es aquí cuando se accede al terreno de lo experimental, diseñando
herramientas dirigidas a aumentar el bienestar de la sociedad, intentando
impulsar la felicidad de los individuos que la componen. Por ello, la Economía
tiene dos caracteres bien diferenciados en sus intenciones y en el tiempo:
ayuda a comprender realidades anteriores, proyectando comportamientos a través
de predicciones, pero también innova herramientas dirigidas a favorecer las
relaciones sociales en el futuro.
La evolución de la
Economía como ciencia, desde su primera acepción como Economía Política, es
asombrosa. Durante décadas, los modelos matemáticos han habitado en sus
entrañas ayudándonos a comprender los fenómenos pasados y a predecir hechos
bajo ciertas condiciones. Para la Economía, enfrentarse a los cambios sociales
futuros es todo un reto y para ello adquiere otro «status», tradicionalmente
vetado: el de ciencia experimental.
Con el ánimo de lograr este
último objetivo, mejorar la vida de las personas a través de herramientas,
contamos con metodologías que se apoyan en las ciencias matemáticas desde otros
enfoques. Un ejemplo lo constituyen los contrafactuales.
Contrafactuales. Cómo se
investiga en Economía.
Figuras como el ingreso
mínimo vital (IMV), los complementos de renta o el salario mínimo
interprofesional (SMI) son instrumentos que la Economía diseña persiguiendo
cambiar las dinámicas sociales, aumentando el bienestar. Sin embargo, cuando
las aplicamos nos enfrentamos a una cuestión importante:
¿Son
los efectos que observamos tras la implantación de la medida consecuencia real
de esta?
Efectivamente, tras la
implantación del IMV o tras la subida del SMI observaremos la realidad, pero
cabe preguntarse si esa realidad que tenemos ante nosotros se debe al uso de
estas herramientas. Tal vez podría haberse dado la misma realidad sin el empleo
de estas, pero nunca lo sabremos porque sí que las utilizamos. Necesitamos un
contrafactual.
Imaginemos que deseamos
conocer si el Ingreso Mínimo Vital ha logrado mejorar la vida de un grupo de
personas. Para ello, implementaremos la
medida en ese grupo (tratamiento) y observaremos qué ocurre en otro grupo de
similares características donde no se implementa la medida (control). Este
último grupo es el contrafactual (¿qué hubiera ocurrido sin la medida?). Las
diferencias entre los dos grupos nos indicarán si existe causalidad
entre el instrumento aplicado y los resultados obtenidos. Y estas diferencias
serán válidas si hemos empleado correctamente el método científico y el diseño
de los dos grupos es correcto y no contiene sesgos.
A menudo pienso en la Economía como un cocinero que pretende salvar su vida elaborando un plato para unos comensales tan malvados como exigentes. Debe hacerlo usando unos ingredientes que, en el pasado, contentaron a quienes ahora pretenden asesinarlo. La tarea es compleja, más sabiendo que sobre gustos no hay nada escrito y que estos van y vienen. Aliviado estoy de ser sólo un profesor de Economía en secundaria. Toda mi admiración a las personas que investigan en Economía, pues cocinan en ambientes extremadamente peligrosos.
Ramón Castro Pérez es
profesor de Economía en el IES Fernando de Mena (Socuéllamos, Ciudad Real).
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Domingo, 27 de Abril del 2025
Sábado, 26 de Abril del 2025