Cuando uno habla de aniversarios siempre tiene querencia a pensar
en el tango de Gardel, de escribir que equis años “no son nada” y seguir con aquello
de “febril la mirada”. Pero no deja de ser un lugar común e incierto, otra de
esas muletillas falaces con las que nos encontramos cómodos, un sintagma para
quedar bien. ¡Cómo va a ser nada el paso del tiempo! Aunque sea para Jordi
Hurtado.
Hoy cumple nada menos que veinticinco años Saber y Ganar y
un cuarto de siglo es mucho. Pero mucho. Tanto como ningún otro concurso
televisivo antes. Es, prácticamente, la mitad de mi vida. El programa nació el
17 de febrero de 1997 y desde entonces me ha acompañado, he visto crecer a mis
hijas y he enterrado a los míos mientras se emitía. Durante la media hora
(ahora cuarenta y cinco minutos) del espacio dirigido por Sergi Schaaf el mundo
se para para un servidor.
Saber y Ganar es un programa único y eso quedó claro desde
el primer programa (este jueves hace un cuarto de siglo, insisto). Su
singularidad se debe a muchas circunstancias, en el concurso se han unido una
serie de condiciones en una combinación virtuosa que ha hecho que, no solo dure
5 lustros, sino que sea uno de los programas más vistos de su franja horaria. El
amor por la cultura, el respeto por los espectadores y, más aún, por los
concursantes, el que sea un programa completamente “blanco”, su sencillez en
comparación con otros concursos que roza muchas veces la ingenuidad, la
familiaridad, Jordi Hurtado, por supuesto, que es un miembro más de la familia
de todos y cada uno de los que seguimos el espacio y el buen hacer de todo el
gran equipo de hay detrás, empezando por Sergi Schaaf y acabando por las
azafatas, han hecho que Saber y Ganar sea posible y que, además, sea un éxito.
Pero si uno ya era feliz como espectador de Saber y Ganar,
participar como concursante fue cumplir un sueño. Desde el 1 de noviembre de
2017 en que salté por primera vez a la arena del concurso mi vida ha cambiado. Pude
descubrir, de primera mano como decimos los “plumillas”, los entresijos de mi
programa favorito; como, con paciencia franciscana el director teje la urdimbre
de cada espacio como si fuese el primero. Estar en el estudio 4 de San Cugat me
permitió conocer a quienes hacían posible el programa, Angels Peñarroya, la encantadora
subdirectora, al eficiente y simpático Miguel Torres, a la gran Pilar Vázquez,
al sorprendente Josep Closas, al animoso y sereno Juanjo Cardenal (ahora es la voz del programa la única Elisenda Roca), a las
cariñosas Luisa Miranda y Natalia Yeves y al llorado Carlos Grima, a cuya
memoria quiero dedicar este artículo.
Mención aparte merece la cara visible del concurso, Jordi
Hurtado. Lo primero que descubrí fue que no es un holograma y luego pude
comprobar que es un gran tipo. Simpático, cercano, siempre animando, sonriendo,
templando nervios y ánimos. Encantador y humilde, cualidades que denotan su
grandeza. Incombustible, creo que el secreto de su eterna juventud es el
chocolate negro, amargo diría yo, que devora y regala.
Y además —dejo lo más grande para el final—, mi
participación en el programa me ha permitido conocer a muchas personas que de
otra forma no hubiese sido posible. A mis héroes de Saber y Ganar, Alberto
Sanfrutos, Rosa Nestal, Víctor Castro, Óscar Díaz, Roberto Romero, David Díaz,
Jero Hernández, Enrique Gómez o Javier Dávila… y a tantos y tantos de los que
forman la gran familia de esta bendita locura que hoy cumple 25 años. Con ellos
hemos formado un “encuentro” inmarcesible (que diría Constantino Romero) y
gozoso que nos depara no pocas alegrías.
¡A por los cincuenta!
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Viernes, 25 de Abril del 2025
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