La minería, explotación minera o
aprovechamiento de los minerales en la Península Ibérica, se remontarían a las
crónicas de Estrabón, Plinio o Diodoro. Fenicios cartagineses y romanos detectaron
y explotaron yacimientos de plata, plomo, cobre, oro estaño…. Según Estrabón y
Diodoro la minería en Iberia era de las más importantes en la antigüedad,
empleándose ingentes cantidades de obreros en los trabajos mineros; como sería
el caso de una mina de Cartagena en la que faenaban unos cuarenta mil (40.000)
operarios.
En España, mediado el siglo XIX (1868), las minas se empiezan a conceder
a perpetuidad, ya fueran españolas o extranjeras las empresas y compañías
mineras. Los minerales preferidos de aquella época (la que nos ocupa) eran el
cobre, el hierro, el plomo… Aunque el siglo XIX fue el siglo del hierro y del
carbón, en cuanto a exportaciones se refiere, el plomo ocupaba el primer lugar
seguido del cobre y del hierro.
Cuando la luz eléctrica empezaba a iluminar algunos hogares Altoguadianeros, con la puesta en marcha de
las centrales hidroeléctricas del Alto Guadiana, acababa de agonizar una
antigua y arcana industria minera,
alumbrada con candiles de hierro y fogariles; radicada entre la aldehuela de
“San Pedro”, junto a la ermita de “San Pedro de Sahelices, río Alarconcillo, y
en las proximidades de la renombrada Cueva de Montesinos; en el término
municipal de Ossa de Montiel y provincia de Albacete. Se desconoce la
repercusión que tendría aquella extracción de minerales en la estructura socioeconómica
de la zona, basada en una agricultura y ganadería de subsistencia y en los
recursos que los lugareños le podían arrebatar a la Naturaleza. Hoy, a aquella
galería vertical, se le conoce popularmente como: “Pozo de la Mina”; por haber
quedado, como signo más evidente, un pozo de unos setenta metros de profundidad
excavado en la cima de una geo-giba o
lomazo de cuarcitas ordovícico-silúricas.
Pese a la primaria envergadura de la instalación y moderada
rentabilidad, consideramos fundamental dejar constancia de aquella actividad
minera y veta de minerales; ya que desde la antigüedad, arcillas, piritas, otros elementos ferruginosos y piroclásticos
más someros, fueron aprovechados ya en tiempos ibero-romanos, a juzgar por
ciertos vestigios de superficie…
Agapito Fernández, vecino de Ossa de Montiel, peluquero en tiempos de nuestra juventud, a
quien debemos muchos de los datos documentales de este texto…, que llevaba en sí una gran nostalgia del
pasado, pensando que un día tendría futuro, incluyendo bosquejos y también
fantasías y supuestos un tanto absurdos, que no podía explicar…; hace muchos
años nos facilitaría apuntes básicos para este y otros trabajos… Agapito Fernández
nos dejó hace varias décadas, por lo que
vaya para él, en estas líneas, un entrañable recuerdo por su humanidad e
inquietudes culturales, poco atendidas sus indagaciones por esos funcionarios
(de antes y de ahora) que se revisten de demócratas de calle y dictadores de
despacho, arrogantes y empingorotados, que suelen tener el “Don” de refrenar y
enmarañar las peticiones de aquellos ciudadanos que no son de su agrado…
La explotación minera tuvo nombres como “Mina del Oso” y “Mina de los
dos Amigos”. En un documento fechado el día 25 de diciembre de 1903, enviado
por Fernando Martínez de la Vega, Secretario del ayuntamiento de Ossa de
Montiel, a don Rafael Garrido, presidente de la Sociedad Minera “El Trueno”,
propietaria de la mina, se le requería para que presentara planos y demás
documentación relacionada con la industria. La Sociedad “El Trueno” debió
adquirir los derechos de explotación o el terreno-cerro donde se horadó el
pozo; denominado entonces “Cerro Minero”, a finales de la última década del
siglo XIX; efectuándose pagos de forma trimestral, cuya cantidad ascendía a
trece pesetas cincuenta céntimos (13,50). Constaba dicho dato en una relación
original de gastos, de mayo de 1904, en que aparecía reflejado el cuarto
trimestre de 1903 y el segundo trimestre de 1904. En el original de gastos del
mes de enero de 1904, aparecen varías herramientas: “por 9 barrenas de acero, 2
(ilegible) de hierro acerado, 2 fricas de acero, 1 (ilegible) de ídem, 1
martillo de ídem, 1 fresa estría, 1 legón y dos candiles de hierro entregados
por don Alfredo Calderón… 100 pts.”. Los gastos hasta el mes de octubre de
1904, ascendieron a mil ciento treinta y dos pesetas con ochenta y cinco
céntimos. Teniendo en cuenta que en aquellos años un jornalero ganaría dos o
tres pesetas diarias, se deduce que en la mina trabajarían unos veinte obreros,
de manera más o menos permanente y diez o quince contratados de temporada; como
en el caso del mes de marzo que los gastos por jornales ascendieron al doble.
La directiva y “Sociedad El Trueno” estaba constituida por don Rafael
Garrido, presidente; don Alfredo Calderón, secretario; don Ernesto Garrido,
tesorero y otros socios desconocidos. Cuando el mes de julio de 1904, cuatro
socios se desplazaron a la población de Tomelloso para confeccionar escritura
de la Sociedad, el coste del transporte en carro ascendió a 10 pesetas. Al
siguiente mes, cinco socios viajaron de nuevo a Tomelloso para inscribirse la
explotación minera con el nombre “Mina del Oso”. En el documento de la portada,
consta un singular dato: la peseta que, como regalo, le dieron al chico que llevó la escritura…
La finalidad de la mina era la obtención de plomo, aunque se llegaron a localizar ciertas vetas bastante pobres en oro y plata. En el afán de prospectar buenos y profundos filones incrustados en las cuarcitas lechosas, se alcanzaron niveles freáticos del acuífero, quedando inundado el pozo, sin posibilidad de achicar el agua, al no disponer-alumbrándose con candiles de hierro-de una instalación de bombeo idónea…
Datos del libro: "Real Sitio de Ruidera”, del autor de este artículo
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Jueves, 1 de Mayo del 2025
Jueves, 1 de Mayo del 2025
Jueves, 1 de Mayo del 2025