El Faraón, por aquello de agradarle, dijo a Caracolillo Puro que «se conservaba muy bien». Y éste le respondió con muy mala libido, «que la conserva pa las sardinas, pero que él era hombre y no peje». El Faraón, después de echar un ¡miau! A lo de «hombre», le dijo muy afable: «No te pongas así hombre de Dios, que es un decir de buena voluntad». «Un decir ─respondío el maruxo─, pero yo de viejo nada, resolfa. Y los viejos son los que se conservan».
«Pues no eres tú nadie por un dicho… Y ya que te pones así, te diré que cuando acabó la guerra tú ya sabías decir Upia.» «Ni dicho, ni leches ─volvió a repicar el zapirón─ que yo todavía triunfo, por éstas.» Y se dio una manotada en la nalga. «No me lo señales que ya sé por dónde triunfas tú, so lila», rezongó el Faraón. El otro hizo un mohín y le dio la espalda.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Las hermanas coloradas
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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