Carmen Pitu López leyó, antes de levantarse el telón, el Manifiesto del Día Mundial del Teatro, escrito este año por el director estadounidense Peter Sellars. Aprovechó la responsable de Pan Pa’ Hoy para mostrar su sorpresa por el gran trabajo de sus compañeros, llevado a cabo sin su ayuda y con la dirección de Alba Parra. Anunció que todo lo recaudado en la taquilla se va a donar a Ucrania.

“100 kilos de vedette” comienza cuando la estrella de una compañía de revista falla a la representación… El sastre sale al quite cantando por Escobar, nada menos… Y ahí empieza una función estrambótica y divertida en la que Pan Pa’ Hoy va engarzando una serie de números musicales y sketches cómicos encabezados por una vedette de cien kilos, propios del Paralelo barcelonés.

Rafa Muñoz da vida a la desacomplejada vedette que, como salida de la mítica sala Bagdad,canta y baila con desparpajo temas insinuantes como “La banana”, cuplés subidos de tono como “La regadera” o “La Robustiana” y canciones de la Pantoja o Lina Morgan. Una vedette de peso, que ha llegado a los cien, dice en un pasaje de la obra, manifestando lo difícil que cuesta ser auténtica.

A la singular estrella la acompañan dos chicas y dos chicos. Alba Parra, Claudia Morales, Hilario Martínez e Iván Moya que no le van a la zaga a la vedette. Se esfuerzan en los sketches que hay entre las actuaciones de la estrella. Hay uno de médicos, actualizado y coligiendo que todos somos diferentes, un monólogo surrealista y a velocidad de vértigo, un centro telefónico de ayuda al ciudadano con su denuncia… Hasta un poema de Lola Flores.

Pan Pa’ Hoy nos lleva a recorrer un género, como dice el programa, venido a menos con el paso de los años, que ha vuelto en los últimos años “porque siempre hay gente buena que quiere conservar la historia”.  Alba Parra, emocionada, confesó al público que habían dado lo mejor de sí mismos en la función, un espectáculo que había sido posible gracias a la ayuda de tantos. “En una noche de teatro —dijo la incipiente directora— caben todos, hasta los que están en el cielo”.

Todas las revistas tienen su apoteosis final y esta no puede ser menos, aunque fuese un pelín accidentada sirvió para arrancar los aplausos del público.