Tomelloso

1982, el año de la movida tomellosera

Hace cuarenta años , El Café de La Glorieta, El Patio y La Pantera Rosa, abrieron sus puertas en la ciudad y fueron grandes referentes culturales

Carlos Moreno | Lunes, 18 de Abril del 2022
{{Imagen.Descripcion}} Composición fotográfica de Francisco Navarro Composición fotográfica de Francisco Navarro

Un dia cualquiera no sabes qué hora es

Te acuestas a mi lado sin saber porque

Las calles mojadas te han visto crecer

Y tú en tu corazón estás llorando otra vez

Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer…

(Antonio Vega)

Andábamos en la primavera del 82 descontando los días para que empezara el Mundial de Fútbol y Naranjito ya nos ponía un aperitivo de goles divinos en las sobremesas de los sábados.  Faltaban todavía meses para las elecciones generales, pero los analistas políticos de medio mundo ya sabían que Felipe González sería el próximo presidente del Gobierno de España. Asistíamos al nacimiento del Estado de las Autonomías  y el Papa Juan Pablo II realizaba su primer viaje a nuestro país. Algo menos quedaba para el inolvidable concierto, pasado por agua, de los Rolling Stones en el Calderón; de los mares llegaban noticias de la guerra de Las Malvinas que, como todos esperaban, iba decantándose claramente  a favor de los ingleses y el movimiento contracultural de La Movida bullía en los tugurios madrileños. 

En Tomelloso, Clemente Cuesta apuraba su mandato en la primera legislatura de la joven democracia, aquella en la que partidos de tres signos diferentes se repartieron concejalías y dieron un ejemplo de concordia y entendimiento, mientras que los amantes del ciclismo, que eran legión en la ciudad, tuvieron un preciado regalo: la Vuelta a España pasó por la ciudad en una etapa con dos sectores, una etapa en línea que llegó desde Albacete y tuvo su meta en la calle Don Víctor Peñasco y una contrarreloj individual con final en los molinos Campo de Criptana.

El Parque Nuevo, que estaba huérfano de nombre, pasó a llamarse Parque de la Constitución y la Policía Local rindió un homenaje a Francisco García Pavón creador del entrañable “Plinio”. Poco después los agasajados serían otros dos grandes literatos de la ciudad: Eladio Cabañero y Félix Grande en un acto en el que estuvo presente el pintor, Antonio López Torres. Y llegó la esperada feria que coronó como reina a Belén López Montero y nos trajo las actuaciones estelares de Rocío jurado,  José Luis Perales, Raphael, Manzanita y la orquesta Mondragón.

Solo tres días antes de la llegada de ese recordado año, nació la actual alcaldesa, Inmaculada Jiménez y en 1982, abrirían sus puertas tres locales emblemáticos de Tomelloso: El Café de La Glorieta; El Patio y la Pantera Rosa. Dejaron una impronta de nuevos tiempos y modernidad que fue mucho más allá de ser locales de copas, aportando mucho y bueno a la cultura de la ciudad. En realidad, los tres lugares albergaron una saludable movida tomellosera que discurrió paralela en el tiempo a la de Madrid.   

El 9 mayo inició su andadura El Cafetín, en junio lo hizo La Pantera Rosa y el 7 de julio, coincidiendo con la señalada fecha del concierto de los Rolling, abrió El Patio. Los tres se encontraban cerca, en un radio de apenas trescientos metros y fueron el germen de la denominada zona de Tomelloso.

I can't get no satisfaction,

i can't get no satisfaction.

'cause i try and i try and i try and i try. 

I can't get no, i can't get no…

(The Rolling Stones)

El Patio: Cuidada selección musical, cultura y una gran remodelación

Había regresado del servicio militar y Rafa Martínez llevaba tiempo dándole vueltas a la posibilidad de emprender un negocio hostelero. Vio una antigua casa en la calle del Monte y se le encendió la bombilla para montar un local que causaría sensación.  Una casa típicamente manchega restaurada con exquisito gusto, muy acogedora, con columnas de madera en tonos burdeos, suelos rústicos, techos abovedados con piquetas de madera, un lucernario y una chimenea que se encendía en invierno, ideal para pegar la hebra en aquellos butacones de mimbre que tantas novieces, amistades y proyectos de todo tipo incubarían. Inmaculada García, que se implicó de lleno en el proyecto de su esposo, recuerda que “en principio, solo abríamos en verano, pero la buena acogida nos animó a adaptar el local para el invierno y realizamos el cerramiento con las mamparas de cristal y madera. Diecisiete años después hicimos la ampliación”. 

Inmaculada tira de memoria para hablar de los numerosos conciertos y exposiciones que albergó el local. “Por El Patio pasaron muchos grupos de la zona. Recuerdo a “Los Buenos”, un grupo de Albacete en el que tocaba José Andrés Descalzo y no se pudo celebrar por el mal tiempo el de “Alarma”, donde estaba Manolo Tena.  Alternábamos conciertos y exposiciones de pintura por El Patio pasaron Caroline Culubret,  Marcelo Grande, Andrés Moya, Gustavo Cubillo, Pepe Carretero, Manolo Buendía…y otros muchos”, señala. Signo distintivo del local fue siempre la música que se pinchaba “No era música comercial al uso, era música muy seleccionada, del gusto de mi marido, que siempre le dio mucha importancia a este aspecto”. Música que empezaron a poner los primeros camareros y empleados del Patio como Javier García Soubriet, Ramón Contreras, Antonio Carrión, Jero Peinado. “En realidad éramos como una familia y también nos llevábamos bien con los otros hosteleros de la zona”, subraya Inmaculada.

Alison I know this world is killing you.

Oh, Alison, my aim is true.

My aim is true…

(Elvis Costelo)

Agradece la acogida que la juventud dio al local “especialmente a la gente trabajadora que pasó por allí. Jamás limitamos el paso a nadie y por El Patio pasó gente de toda condición social”. La hostelería es sacrificada y Rafa e Inmaculada decidieron alquilarlo para darse un respiro y poder hacer más vida familiar. “Las cosas no siempre salieron bien con las personas a las que cedimos el local que, además de la propia actividad hostelera, exigía un importante trabajo de mantenimiento, limpieza y cuidado de la jardinería”, reconoce Inmaculada,  “Ahora está Alfonso López Losa que lleva una buena línea, aunque las cosas no son como antes. La zona ha perdido vida y creo que en esto ha influido que se hayan suprimido plazas de aparcamiento. La gente va donde encuentra facilidades para dejar el vehículo, aunque se tenga que ir a la otra punta del pueblo”.

Cuatro años trabajaría en El Patio, el fotógrafo y actual responsable del gabinete de prensa del Ayuntamiento, Carlos de la Osa. “Fueron de los mejores años de mi vida en los que hice muchos amigos que todavía conservo. Trabajé con Nico Mangas, Luis Fernández, Pepe Sánchez, Juanjo Quevedo, Mario Caballero, Eva Temprano, Juan Carlos Carrión…Se cuidaba mucho la música, que daba casi todo el protagonismo a grupos independientes. Un día se podía poner el foco en la americana y otro en la española, pero  siguiendo  siempre una línea coherente y de música de calidad que huía de lo comercial. Rafa traía discos muy buenos”. De la Osa también pone el acento en el dinamismo cultural del Patio. “Tocaron muchos grupos de Tomelloso y la Mancha. Recuerdo a Los Desconocidos y fue una pena que una tormenta impidiera el concierto de Alarma, en el que estaba Manolo Tena, que todavía no era tan conocido como sería después. A principios de los noventa tocaron Los Pistones y Rafa Martínez fue también uno de los promotores de un histórico concierto en la Plaza de Toros donde tocaron Burning, Los Flechazos, Gatos Locos y Brighton 64”.  Añora De la Osa aquella costumbre de abrir los domingos por la mañana “que poco a poco se fue perdiendo”. 

El pistolero ha llegado ya a la ciudad.

Se ha apodado “el Tuerto”, su profesión es matar.

El pueblo entero ha volado, nadie quiere salir, 

en el salón el barman dejó ya de servir…

(Pistones)

En El Patio sirvió miles de copas, Ana Rosa Plaza. “Entré con 18 años y fue una época inolvidable. Nos apuntábamos en los  cuadrantes y casi se puede decir que nos peleábamos por trabajar. Rafa solía decirnos, me teníais que pagar vosotros a mí por lo bien que lo pasáis aquí y un poco era verdad. Había un ambiente muy familiar, de buen rollo”. De su época recuerda a Guillermo Belda, Sonia Dueñas, Carmen Perales, Inmaculada Quevedo, Javier Carrión, Chema Perona, Rosa Lara…y por supuesto a su marido, José Mari Serna, que también trabajó en el local.

La esencia del jazz y buena literatura en el Cafetín de La Glorieta

"El jazz es como el vino. Cuando es nuevo, es solo para expertos; pero cuando envejece, todo el mundo lo quiere". Steve Lacy.

El Café de la Glorieta, popularmente conocido como “El Cafetín” fue el primero en abrir. Desde los inicios su actividad cultural fue muy intensa. El segundo año de su fundación convocó un Certamen de Cuentos al que concurrieron 600 trabajos de todos los puntos del país, también del extranjero y que tuvo un jurado de lujo con Eladio Cabañero, Fernández Sánchez Dragó, Jesús Ferrero, Juan Benet y el profesor de literatura, José Antonio Sánchez. Muchas andanzas en el Café tiene también el poeta Dionisio Cañas que realizó varias presentaciones. Este santuario que mezclaba el aroma a café con el conocimiento albergó también las primeras exposiciones de Pepe Carretero y Andrés Moya y artistas como Andrés Ruiz Paraíso, el alcazareño, Paco Leal o el inmenso Marcelo Grande también colgaron sus pinturas en las paredes del Cafetín. Marcelo hizo allí un cortometraje.

Acogió numerosas funciones de Cuentacuentos, en colaboración con la Casa de Cultura y fueron inolvidables las actuaciones de Lou Bennett, Ximo Tébar, José María Carles Trío y el grupo de tangos Malevaje tocó en varias ocasiones. En una época más cercana, el local vería nacer dos asociaciones que juegan un papel clave en la nueva cultura de la ciudad: ID30 y Acento. Como escribió Raúl Martínez Jareño “somos muchos los que hemos vivido momentos importantes de nuestra existencia entre esas paredes impregnadas de humo, palabras, declaraciones, de besos, de cuadros de músicos de jazz y blues”.

Álvaro Cándelas  fue el visionario que moldeó este gran proyecto hostelero junto a María Victoria Lozano y Luis Berlanga. “Había que buscarnos un puesto de trabajo y montar un Café en Tomelloso, entonces no había ninguno y ví que podía ser una buena opción.  Nos inspiramos en los cafés Central, Comercial y Gijón de Madrid. Queríamos que hubiera jazz, pero no teníamos ni un solo disco de jazz. Afortunadamente, ahí estaba mi cuñado José María que tenía una buena colección y me dejó los primeros discos. Fuimos ampliando la colección y los dos primeros años del Café solo había jazz. De hecho, de vez en cuando, alguien nos decía ¡quita ya la trompeteja! (risas). Después entramos en el terreno del blues que nos llevó al rock and roll y éste a la música española. Y tuvimos también flamenco. En realidad, tuvimos de todo”. 

Te vi pasar tangueando altanera,

Con un compás tan hondo y sensual,

Que no fue más que verte y perder

La fe, el coraje, el ansia ´e guapear... 

(Goyeneche)

Salen nombres de camareros como Nico Mangas, Javi, Carmen, Luis, Mari Ángeles y otros muchos que trabajaron en un local que creó un ambiente de tertulia, muy intelectual, por donde pasaron García Pavón, Eladio, López Torres, que vivía justo arriba, o  Antonio López. “Luego empezaron a ir los políticos, sobre todo del PSOE, y después también los del PP. De hecho, Ramón González decía que su casino era el Cafetín”, recuerda Álvaro. “El Café estaba al lado del Auditorio, de los teatros Serna y Torres, de la  tienda de música La Lira y eran muchos los artistas que se acercaban. Recuerdo servir a la actriz Rafaela Aparicio,  a Berlanga, que le gustaba mucho contar chistes”. 

Álvaro evoca  con cariño que la “primera exposición de Pepe Carretero fue en el Café. Era un niño entonces y nos volcamos con él ”. Aclara que lo del Cafetín, “es una inspiración en los cafés argentinos, de ambiente de tango, que a mí me gustaba. La fisionomía, el estilo, la decoración llevaron el sello de María Victoria Lozano, mi socia durante cuatro años. Cuidábamos el  producto, la limpieza y el trato amable con los clientes”. Álvaro también subraya la gran amistad que forjó con Pepe Torres y Rafa Martínez y al final reflexiona sobre los cambios de costumbres de la gente. “Los bares vamos muy unidos a la propia evolución de la sociedad, pasamos por altibajos y distintas etapas. Fue una época muy bonita, pero todo pasa amigos”, acaba diciendo lacónicamente.

El hombre que  actualmente regenta el Cafetín es Javier García Fernández que ha pasado del rol de empleado a responsable del local. “De los cuarenta años que llevo en Tomelloso, justamente, la mitad los he pasado en el Café. Un bar exige mucho tiempo y dedicación, no solo son las horas que estás con el público. Me impuso mucho respeto pasar a llevar el bar, pero afortunadamente las cosas marchan bien y siempre que puedo me apoyo en Álvaro”. 

Javier García valora esa línea constante que sabido mantener el Café “aunque las costumbres de la gente han ido cambiando. La gente ya no sale tanto por la noche y la pandemia ha provocado también un cambio de hábitos. Ahora hay mucho tardeo, aunque poco a poco se va recuperando también la noche”.

Considera sellos distintivos del Café “la música, en la que el jazz sigue ocupando una parcela importante, pero hay momentos que piden otras cosas. Procuro no variar demasiado y puntualmente si algún grupo me pide un tema con motivo de un cumpleaños se lo pongo, no hay problema. Por otro lado, la decoración es la de siempre, prácticamente ha permanecido inalterable. Solo unos cambios de mobiliario y la colocación de una doble puerta para aislar más el local del exterior”. Javier destaca el dinamismo cultural del Café “Álvaro tenía muchos amigos en el mundo de las artes y eso facilitó que hubiera conciertos, recitales poéticos o exposiciones. Algo que seguiremos haciendo, por supuesto. Porque la clientela siempre agradece que haya algo diferente”.

García recuerda como los clientes se iban moviendo por los tres bares. “Había competencia, sí, pero era positiva porque la gente se  cambiaba y los locales se retroalimentaban unos a otros. Además, nos llevábamos  bien entre todos, los empresarios y los camareros”. Reconoce que la zona ha perdido vida “aunque en invierno se sigue manteniendo, gracias a Dios”. Javier, que ha llegado  a trabajar hasta con cuarenta y cinco personas diferentes en el Café, resta importancia a algunas etiquetas que se le han puesto al local. “Se nos tildó de ser un bar de izquierdas, pero aquí viene gente de todo tipo, de todos los ámbitos sociales y políticos, de diferentes edades y tendencias“.

La Pantera Rosa, un icono de la modernidad

Dicen que tienes veneno en la piel

Y es que estás hecha de plástico fino

Dicen que tienes un tacto divino

Y quien te toca se queda con él 

(Radio Futura)

Pepe Torres trabajaba en Ibiza y regresaba a Tomelloso cuando podía para estar con su familia. Hasta que decidió montar su propio proyecto en la ciudad con una apuesta muy valiente y muy rica culturalmente en La Pantera Rosa, que tendría luego su extensión en El Torito y La Corrala. “Se trataba de dar un espacio de libertad a la gente, que bailara a su manera, que se comportara como quisiera, a su aire. Y esa filosofía consiguió que atrajéramos a muchas personas de fuera, gente que venían de poblaciones vecinas porque Tomelloso se convirtió en un centro de reunión de gente joven como anteriormente lo había sido Alcázar de San Juan. Organizamos conciertos, exposiciones, un concurso de narración y poesía erótica, actuaciones de transformismo, drag Queens, stripers, celebrábamos el Día del Orgullo Gay, actuaciones musicales, cine, cursos de yoga y taichí, representamos obras de teatro, exposiciones de pintura y fotografía, los conciertos que organicé con otros amigos, los monólogos, actuó la coral, la banda de música fue a tocar temas de películas, hicimos un mercadillo hindú…Veníamos de una época que no había nada y había que darle marcha al pueblo y creo que lo conseguimos”, explica

Activista a favor del movimiento LGTBI, persona respetuosa y tolerante, Pepe Torres abrió las puertas de su bar a todo el mundo. “La gente buscaba ese espacio de libertad, ese centro de reunión que mucha gente no tenía en sus poblaciones y donde podían comportarse como realmente eran. Pero a mi bar iba todo  tipo de gente, con mucho respeto de los unos con los otros, y se lo pasaba bien. Abríamos temprano, pero la gente cogió la costumbre de ir tarde para alargar, siempre que no hubiese controles de policía, claro”, recuerda.

Famosos de diversos ámbitos pasaron por La Pantera Rosa. Tira de memoria Pepe Torres para recordar a Eduardo Mendicutti, Leopoldos Alas, nieto de Clarín; músicos de grupos importantes de la época, algunos de grupos americanos que José Daniel Pedrero trajo para tocar en el cine, Ruper, el peluquero; Rossy de Palma, que era muy amiga nuestra, y vino con su grupo “Peor imposible”, el diseñador de moda, Manuel Piña; el crítico musical, Carlos Tena. Le preguntamos si alguna vez estuvo Pedro Almodóvar, pero dice que no. “Conocía mi bar de oídas, le hablaron mucho de él, pero nunca pasó por allí. Sí estuvo, Rosendo Mercado que cuando actuaba en el Viña Rock se hospedaba en Tomelloso y se pasaba por el bar a tomar unas cervezas”.

No pienses que estoy muy triste

Si no me ves sonreír

Es simplemente despiste

Maneras de vivir 

(Rosendo)

No se olvida de la gente que trabajó con él: Pepe Sánchez Patón, Pepe Guerra, Feli Moreno, Manolo Buendía, Rafa “La morci”, la Pati, “algunos de ellos eran los personajes de nuestro mundo”. La Pantera cerró sus puertas en el 2010 “aunque un sobrino mío y varios amigos suyos lo cogió un año más y le dio un aire flamenquito en la sala Caracol. Con La Corrala estuve hasta el 2012. Se abría en verano y la verdad es que se estaba de lujo allí”

Pepe Sánchez, al que nombra Pepe Torres,  trabajó en los tres locales. La que fuera una de las voces radiofónicas más conocidas y reputado experto en música ofrece un brillante análisis de las tendencias y estilos de  cada uno de ellos. “Hasta su aparición, la música que se ponía en los bares no se había cuidado mucho. El bar de Pepe Torres se decantó por música española, sobre  todo de los años de la movida; Alaska, Nacha Pop, Los Secretos, Los Zombies, Radio Futura, Leño, Loquillo, Gabinete Caligari…El Patio apostó por el pop y el power pop internacional un poco en la línea Joe Jackson, Elvis Costelo, Romantics…discos de importación que Rafa traía de Madrid, mientras que en el Cafetín marcaba la pauta el jazz, sobre todo al principio, y también  blues y soul”. A la vez que ponía cafés, Sánchez pinchaba música “algo que Álvaro me lo agradecía mucho. La música no se ponía a mucho volumen, de modo que se podía conversar bien y se generaba un ambiente como muy intelectual”, recuerda.

Pepe Sánchez subraya que los tres locales contaban con un buen arsenal de discos. “Podían adquirir unos quince o veinte discos por semana. Salva, el vendedor del mercadillo, traía muy  buena música”. Repasa a los que fueron sus compañeros de viaje en esos años como Carlos López Barrios, Jero Peinado, José María Quevedo en unos locales, “en el que iba gente de todo tipo, aunque cada uno de ellos tenía su público más definido y fiel”. Pepe elogia “la valentía y el arrojo de Pepe Torres para montar un bar que tuvo una vinculación muy estrecha con la cultura y el movimiento LGTBI. La Pantera Rosa ayudó a romper estereotipos porque allí iban gays, pero también personas heterosexuales con sus novios y novias. Es más, como era el último que cerraba, nos juntábamos todos allí”. Igualmente, cuenta que Pepe Torres fue uno de los promotores junto a Álvaro de un concierto en el campo de fútbol en el que participaron Alaska, Nacha Pop y Radio Futura y de otro en la Plaza de Toros con La Mode, Radio Futura y Betty Troupe.

En El Patio y en El Café trabajó del 83 al 89 Luis Fernández, al que la gente relaciona más con el apellido familiar de Amores. “Fueron años divertidos, en los que hice muchos amigos que todavía tengo. Había gente que pasaba por los dos sitios, el café era más temprano y luego la copa se tomaba después, pero luego cada uno  guardaba su clientela más específica. La música era clave en los dos sitios, muy seleccionada. A Rafa le traían discos de Londres y en el cafetín se escuchaba jazz mientras la gente jugaba al dominó. En el Patio se iba pinchando, en cambio en el Café se podía escuchar un disco entero”. Luis Fernández valora otro hecho importante “Los locales de la zona atrajeron mucha gente de fuera de Tomelloso y en el local de Pepe Torres te podías encontrar fácilmente con algún famoso ”. 

Fernández recuerda el concurso literario que organizó el Café “en el que entregó los premios Sánchez Dragó” o las exquisitas tapas de paella y tortilla que se servían cuando se abría por la mañana. 

El Patio y el Café siguen en pie, no así La Pantera Rosa que cerró sus puertas en el año 2010. ”El ambiente de los dos sitios poco tiene que ver con el de los comienzos”, asevera Álvaro Cándelas que me muestra un artículo publicado sobre la historia de su local con motivo de su treinta aniversario. Un gran trabajo en el que, una de sus reflexiones,   sirve de broche a este reportaje. “La historia guarda en su memoria algunos espacios que, bien por sus usuarios o por los diálogos que encierran sus paredes, tienen un hueco como nombres propios, adquiriendo así la inmortalidad”, se puede aplicar a estos tres maravillosos locales que acogieron y siguen acogiendo a gente, y volvemos al artículo, “que escribe, se reúne, conspira, reflexiona, comparte, fusiona asociaciones y grupos artísticos, nacen partidos políticos y todo en torno a una simple copa o taza de café”.

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