Gobi fue introduciendo temas y rompió el hielo con el reciente aniversario del Café de La Glorieta, emblemático local de la ciudad que ha contribuido a dinamizar la cultura de la ciudad. “Sobre todo era un lugar donde se podía hablar”, apuntó Manolo Buendía; mientras que Concha Espinosa recordó que “lugares como el Cafetín han brindado oportunidades a muchos artistas para exponer sus obras”.

Curiosamente, todos los pintores que estaban en La Posada han compaginado su actividad artística con la docente, aspecto que también se analizó en el encuentro. “Se puede vivir del arte, pero te produce mucha presión y muchas veces te impide pintar lo que quieres”, dijo Andrés Ruiz Paraiso. Coincidieron en señalar que la docencia hace posible aprender constantemente “los alumnos te enseñan muchas cosas”, resaltando María Abad la importancia del aspecto vocacional en la educación. Lamentó Concha Espinosa que las horas de arte se vayan reduciendo en la enseñanza, pero no tiene ese problema María Valvanera profesora en una Escuela de Arte. “Ha sido un auténtico regalo poder impartir clases en una Escuela de Arte y tengo claro que la docencia es una salida muy digna”.

Otro de los grandes temas que irrumpió en el debate fue el arte urbano, cada vez más visible en las ciudades. Valvanera planteó dónde está la línea roja entre arte y delincuencia, alguien estableció una clara diferencia entre lo que son grafitis y pintura mural y otra opinión otorgó gran importancia al lugar donde se interviene. Al final, afloraron en el debate otros temas de interés como las licencias, los derechos de las obras, los precios o la gestión de los museos, entre otros que fueron construyendo un agradable encuentro de arte y muchas ideas.