A La memoria de mi
hermano Luis (q. e. p. d.) que compartió conmigo aquellos años en Tomelloso.
Ir buscando con tiempo nuestra
estrella
y dirigir los pasos hacia ella.
………….
¡Buscad la propia luz!
La propia sombra
ya nos sigue fatal,
constantemente.
…………..
Hay desapariciones como hay
presencias ciegas.
y hay ansiados reencuentros que ya jamás suceden.
……………
Hacia la mitad de la carrera, en el verano de 1962, mi
hermano Luis (q. e. p. d.) solicitó ir a un campo de trabajo a Alemania. Se lo
concedieron y partió hacia allí en tren, cruzando Francia. El campo de trabajo
estaba cerca de Colonia, a algunos kilómetros. Cargado con su equipaje y
siguiendo las indicaciones que le dieron, se dirigió hacia él. Tenía que
atravesar un bosque y había oscurecido. Comenzó a llover y, ya dudando si se
habría perdido, después de mucho andar, descubrió una luz hacia la que orientó
sus pasos. Era un barracón, al parecer de obreros, ya que cerca estaban unas
obras. Llamó en la puerta con la duda de si se haría entender y podrían
orientarle hacia el campo de trabajo, y le abrieron. Dentro había media docena
de trabajadores preparando la cena. Mostrando el plano que llevaba preguntó:
-Campo trabajo estudiantes, estudiantes, campo.
Todos a una,
exclamaron con gran regocijo: ¡Eres
español, nosotros también!
Contaba que fue como si en aquella noche oscura y lluviosa, de pronto, hubiera salido el sol. Le invitaron a cenar y
después uno de ellos le acompañó hasta el campo de trabajo que se hallaba
cercano. Luego, en el tiempo que estuvo
allí, los fines de semana, se acercaba a verlos y a departir con ellos.
Pero no es esto lo que quería contar sino otra anécdota reveladora
del carácter español y del alemán, de nuestra impaciencia y de su precisión. En
uno de los fines de semana acudió a conocer la ciudad de Colonia. Me lo contaba
así:
-Para volver tenía que tomar el tren y desorientado,
empecé a preguntar por la estación de ferrocarril. No me entendían y se me
acercaba la hora de salida del tren, hasta que topé con un señor que, hablando
en castellano, me indicó cómo llegar. Estaba un poco lejos y, más o menos
parecido a esto, me dijo:
-Siga esta calle hasta la segunda que la
cruza, tuerza a la derecha y continúe hasta llegar a una plaza. Allí tome la
calle que sale a la derecha, en perpendicular a la que llevaba y gire a la
izquierda en la tercera; atraviese una plaza y continuando por la misma calle,
la primera a la derecha le deja en la
estación, que se ve al fondo. ¿Me ha comprendido?
Nosotros acostumbrados
a retener las dos primeras indicaciones o referencias y volver a preguntar de
nuevo las veces que sean necesarias, le respondí:
-Sí, muchas gracias por la indicación. Y el señor me
dijo:
- ¿Sí…? No… ¡repita!
Le tuvo allí hasta que se lo aprendió de memoria y fue capaz
de recitárselo, pero la verdad es que se lo agradeció, porque a ver dónde
volvía a encontrar a otra persona que pudiera entenderle e indicarle.
….
Astillaron los gritos
el oscuro cristal de
aquella noche,
y en el cielo nacieron las estrellas.
….
Me aferro al mástil del recuerdo tuyo
pero el viento le azota hasta quebrarle.
Madrid, 22 de junio de 2022.
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Sábado, 4 de Mayo del 2024
Sábado, 4 de Mayo del 2024