El 22 de julio de 2020, en plena epidemia del coronavirus, agarrábamos los trastos de escribir para conmemorar el 20 aniversario de la muerte de Eladio Cabañero. Dos años después rescatamos, como homenaje al poeta, el artículo.
El calendario no entiende de pandemias, es absolutamente inexorable. Como de rondón nos ha llegado el 20 aniversario de la muerte de Eladio Cabañero. Como era él, humilde y sin dar un ruido se nos presenta esta efeméride. La Voz de Tomelloso ha querido rendir un merecido homenaje al poeta del pueblo hablando con un grupo de personas que conocieron al artista, a su obra o ambos. El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; la concejala de Cultura, Nazareth Rodrigo; el poeta Dionisio Cañas, Sonia García Soubriet, Pepe Carretero, Rubén José Pérez, Araceli Olmedo, Pablo Burillo, sobrino de Eladio y José Antonio Negrillo, han dejado sus testimonios sobre el poeta.
Eladio Cabañero nació en Tomelloso el 6 de diciembre del año 1930 y murió en Madrid el 22 de julio de 2000. Eladio, niño de la guerra, tenía apenas 10 años cuando su padre, que había sido fotógrafo, militante socialista y presidente de la Casa del Pueblo, fue fusilado. Una circunstancia que le marcará para toda su vida. Cabañero, como tantos, vio truncada su adolescencia y tuvo que trabajar en el campo (El cielo no volvió ni fue ya claro. / La gente se hizo dura, /y a los niños dejaron de querernos). De joven fue albañil, primero peón y luego oficial.
Una obra breve pero intensa
Cabañero, como relata Rubén Pérez en “El Tomelloso literario”, satisfacía sus necesidades literarias con empeño y esfuerzo. Era un ávido lector y junto a su amigo Félix Grande frecuentaba la Biblioteca Municipal de Tomelloso dirigida por García Pavón. Su amor por la literatura y su incansable necesidad lectora le llevan a probar con la escritura. En 1954 logra el Premio Local de Poesía de la Fiesta de las Letras. Animado, comienza a enviar sus poemas a distintos certámenes. En 1955 consigue el Premio Juventud con “El pan” y en 1956 publica su primer poemario: “Desde el sol y la anchura”.
Llega a Madrid en 1956. Trabajó durante doce años en la Biblioteca Nacional y durante diez en la editorial Taurus. También fue redactor jefe de la Estafeta Literaria y de Nueva Estafeta hasta su desaparición colaborando en diarios, revistas, radio, y otras publicaciones. También fue jurado en diversos premios literarios nacionales. La gran bonhomía de Eladio le hizo acumular amigos y respeto por donde pasó.
Eladio Cabañero con Luis López Anglada y Cecilio Fernández Bustos (Foto:cecibustos.wordpress.com )
Impulsó desde sus orígenes el certamen literario de la “Fiesta de las Letras Ciudad de Tomelloso”. Así, el Premio de Poesía de ámbito nacional del reconocido concurso lleva su nombre. El Pleno del 24 de febrero de 2.000 decidió otorgar a Eladio la Medalla de Oro de Tomelloso y dedicarle la 50ª edición de la “Fiesta de las Letras Ciudad de Tomelloso”. También lleva su nombre uno de los institutos de la ciudad; también hay una calle que se llama Eladio Cabañero en la que, curiosamente, está el colegio “Félix Grande”.
Fue un poeta poco prolífico, pero muy intenso. En siete años publicó sus cuatro poemarios: “Desde el sol y la anchura”, de 1956; “Una señal de amor” en 1958; “Recordatorio”, de 1961 y “Marisa Sabia y otros poemas”, editado en 1963. Publicó también Publicó varios artículos en la prensa y los ensayos “Sobre Poesía”, 1963 y “Sobre el Paisaje Manchego”, 1968.
Entre los premios más importantes que obtuvo están el citado “Juventud” por el poema El Pan; el “Gabriel Miró” por el Soneto del Mar; el accésit al “Premio Adonais” con el libro Una señal de amor; el “Nacional de Literatura” por el libro Marisa Sabia y el “Premio de la Critica” del año 1970, otorgado al conjunto de su obra poética recogida bajo el título Poesía, 1956-1970.
Eladio Cabañero, con un leguaje alto y claro, llama a las cosas por su nombre y nos acerca al pueblo, a la voz del pueblo. Con su belleza y sensibilidad nos habla de infancias robadas, viñas en Záncara, andamios o hambre. Eladio es compasivo con el hombre, con su errores y vaivenes, pero inflexible con la injusticia que denuncia en sus versos; pinta el cielo con tizas de colores; ama a la vida, aunque ésta no fue grata con él. La poesía de Eladio es tan honesta como su autor.
Eladio y Pavón
Dice Juan Pedro Quiñonero, hablando de su poesía, que “la obra de Eladio, en su pureza magistral, olía a tierra y pan recién salido del horno, con la bondad de las palabras dichas por los hombres buenos en el buen sentido de la palabra”. Y Manuel Alcántara señala que “olía Eladio a yeso y legalidad. Llevaba una camisa limpísima que delataba lavados innumerables. Una de esas camisas que son, o que eran en aquellos tiempos, como el uniforme de la decencia de las buenas gentes de los pueblos”.
Luis García Montero: “Eladio fue un poeta honesto”
El director del Instituto Cervantes, el poeta Luis García Montero, conoció a Eladio Cabañero «a través de Carlos Sahagún y Claudio Rodríguez». Y llegó a su obra con un volumen antológico, «“Poesía última”, de Francisco Ribes. Un libro muy interesante que destacó lo que era la poesía de la Generación del 50. Allí lo descubrí y después busqué “Una señal de amor”, “Recordatorio” o “Marisa Sabia”, los libros de Eladio Cabañero que me gustaron».
Luis García Montero considera a Cabañero un poeta vigente. Es un autor «con un mundo propio, donde tiene protagonismo la experiencia humana, en el amor o en los sentimientos que unen a la persona con la naturaleza». En una generación que era muy urbana, prosigue el director del Instituto Cervantes, «estos vínculos con la naturaleza, con el paisaje de La Mancha, le dan personalidad a la obra de Eladio».
Un autor, Eladio, que «escribió muy poco, su primer libro es de 1956 y el último de 1963» y que dejó pronto de escribir. «No creo que eso sea un acto de valentía sino más bien de honestidad. El poeta necesita una relación honesta con lo que quiere decir, su personaje poético tiene que ser para él verdadero. Que encarne su verdad, su ética, que tenga necesidad de decir. Cuando se pierde esa necesidad, lo honesto de dejar de escribir». Eladio decía que abandonó la escritura “porque no tenía nada que decir”, pero «podía haber dicho mucho más, tenía oficio. La verdad es que esos poetas que escriben por escribir, que se repiten por repetir, pierden la honestidad original de la poesía».
Nazareth Rodrigo: “El mejor homenaje que se puede hacer a Eladio es leer su obra”
Este 22 de julio es para Tomelloso una fecha especial en la que se conmemora el 20 aniversario de la muerte de Eladio Cabañero, señala la concejala de Cultura, Nazareth Rodrigo. «Teníamos la intención de enmarcar muchas de las actividades y proyectos literarios de la ciudad en este merecido homenaje a Eladio. El Plan de Lectura giraba en torno a la poesía de Cabañero y a la obra pictórica de López Torres». Se adaptará a las circunstancias de la nueva normalidad «todo aquello que se pueda llevar a cabo, que teníamos preparado con mucha ilusión». El Ayuntamiento ha preparado «un pequeño homenaje al poeta en formato vídeo que se podrá ver desde este 22 de julio. Servirá para recordar y reconocer a Eladio Cabañero como uno de nuestros poetas y tomelloseros más ilustres»
Para la concejala, que ya conocía la obra de Eladio «está siendo una delicia redescubrirla y comprobar que hay mucha actualidad en su palabra. Es muy emocionante ver como quería tanto a nuestra tierra». El mejor homenaje que se le puede hacer, señala Nazarteh Rodrigo, es «que su obra vuelva a estar encima de la mesa, es la mejor forma de recordarlo y que su recuerdo permanezca siempre vivo».
Dionisio Cañas: “Eladio demostró que era auténtico y sincero”
Dionisio Cañas conoció personalmente a Eladio Cabañero «no con tanta intensidad como a Félix Grande, pero sí con el mismo cariño». Cuenta Cañas que cada vez que coincidía con Cabañero, éste «me alentaba, me daba ánimos para seguir escribiendo». En su condición de profesor de Literatura Hispánica de la Universidad de Nueva York «tuve que estudiarlo. Además, en mis clases gustaban los poemas de Eladio, especialmente de “Marisa sabia”».
Cañas considera «interesante que una persona con sus orígenes, autodidacta, trabajador, llegase a esos niveles de calidad técnica. Como Miguel Hernández, Eladio tenía una capacidad técnica impresionante». En todos sus libros, señala, «hay poemas que están a la altura de cualquier autor de la Generación del 50. Con la diferencia de que su obsesión por Tomelloso y La Mancha le pasó factura por parte de la crítica. Tanto él como Claudio Rodríguez eran vistos como provincianos, cuando no lo eran en absoluto».
Eladio con Carlos Sahagún y Marisa (Foto:
A Dionisio Cañas no deja de sorprenderle que «cuando Eladio llega a lo más alto de su poesía, lo deja». Asegura que Caballero «descubrió que le iban a publicar todo lo que escribiese, seguramente con más técnica que emoción. Pero él necesitaba emoción. En eso demostró que era auténtico y sincero».
Sonia García Soubriet: “La poesía de Eladio es auténtica y profunda”
Sonia García Soubriet ha conocido a Eladio Cabañero de Toda la vida «cuando mis padres vinieron a Madrid, yo era muy pequeña, iban a mi casa Eladio Cabañero, Félix Grande y Antonio López. Eladio ha sido siempre un amigo entrañable en mi familia». Destaca la escritora que Cabañero «era una buenísima persona, humanamente era especial».
Posteriormente, cuando García Pavón se puso enfermo y Sonia, ya adulta, era quien lo acompañaba a la tertulia del Café Gijón «allí estaba Eladio con todos los tertulianos. Todos lo querían, tenía un humor único, era muy ameno y te reías mucho con él. Después se iban a jugar al dominó a un bar que se llamaba “La estrella de Campos”». Entonces lo veía todos los días. «Cuando murió mi padre lo seguí viendo mucho porque mi madre y yo íbamos a comer al Gijón y allí estaba Eladio. Nos encantaba comer con él». Sonia García destaca la fidelidad del poeta. «La tertulia del Gijón fue para mí una sorpresa. Allí conocí a Eduarda, la que fue mujer de Eladio. No había nada que delatase que los dos tuvieran una relación».
La poesía de Eladio Cabañero «es un reflejo de su personalidad. Es una poesía que sale muy de dentro, sobre cosas sencillas, pero tratadas con una delicadeza enorme. Eladio era así». La poesía de Cabañero es «auténtica y profunda, algo que salía de él, en relación con sus sentimientos y su vida. Tiene una autenticidad y una delicadeza que te hace ver la belleza de cosas muy sencillas en las que no reparas». Para Tomelloso, asegura la escritora «es una suerte tener un poeta como él. Fue, junto a mi padre un decidido promotor de la Fiesta de las Letras».
Pepe Carretero: “Eladio quiso mucho a Tomelloso”
El pintor y poeta Pepe Carretero no recuerda cuando conoció a Eladio Cabañero ni quien se lo presentó. Le animaba a continuar con la poesía y la pintura «eres como Alberti, me decía». Para Carretero, la poesía de Cabañero es como la pintura de López Torres «en los dos se descubren los colores de La Mancha y ese horizonte infinito de esta tierra. Eladio, de una forma justa, porque él era un hombre muy justo, aporta mucho a la poesía manchega. Siempre que regreso a Tomelloso vuelvo a Eladio, de hecho, en la mesita de noche tengo sus obras completas».
Considera el artista que Cabañero «tuvo un gran valor cuando dejó de escribir. Eso no lo hacen muchos autores, de hecho, muchos artistas repiten el mismo tema hasta la saciedad. No todo el mundo termina bien». La poesía de Eladio, hija de su generación «es muy vigente, como toda la poesía buena. Para mí es una alegría reencontrarme cada año con la obra de Eladio». Insiste Carretero en que Eladio Cabañero era una persona honrada «con mucho sentido del humor. Era un hombre que quiso mucho a Tomelloso».
Rubén José Pérez: “Eladio tenía la poesía incrustada en el alma”
Rubén J. Pérez Redondo es profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, su tesis doctoral analiza el fenómeno literario de Tomelloso. Asegura que Eladio Cabañero «fue uno de los tres grandes genios literarios que, paradójicamente, alumbró Tomelloso en una época de tinieblas. Eladio Cabañero tuvo que tragarse una terrible guerra civil cuya inercia suele desembocar, normalmente, en el embrutecimiento de espíritu, en el rencor. Frente a un contexto de destrucción aflora la creación y la sensibilidad de este poeta. Es algo admirable». El sociólogo destaca el autodidactismo de Cabañero que «tenía la poesía incrustada en el alma cuando nace y le fluye sola».
Considera Pérez que la obra de Cabañero «rotundamente vigente. La buena poesía no tiene caducidad y además los versos de Eladio Cabañero son un canto a los grandes temas humanos». Eladio, continúa el profesor, se nutría de su pueblo, «en definitiva, él aprende de Tomelloso y su musa se llama Tomelloso». Con respecto a la poesía del tomellosero, Rubén Pérez señala que «transmite algunos de los elementos importantes que tiene la vida, que están instalados en las pequeñas cosas de lo cotidiano y que por ello es tan complicado de discernir. Y Cabañero lo hace de una manera magistral y clara, con una gran sensibilidad. Es una poesía muy humana, muy social, muy honda, sin escribir versos de cara a la galería».
El entierro de Eladio en Lanza
Araceli Olmedo: “Un ser muy grande con un alma muy sencilla”
Escritora, periodista y muy conocida también por sus cargos de responsabilidad en el mundo del agua, Araceli Olmedo, tuvo el privilegio de conocer al poeta. «Me relacioné con él con motivo de la publicación de unos artículos en la revista El Cardo de Bronce. Eladio era muy buena gente, campechano, sobre todo muy sencillo y bonachón. Cuando hablaba te quedabas asombrada».
Olmedo define la poesía de Cabañero como «muy profunda, apegada a la tierra, sale de sus mismas entrañas. Es una poesía extraordinaria de alguien que fue autodidacta, lo que le da mayor mérito a su obra que rezuma una gran sensibilidad». Insiste Araceli Olmedo en la cercanía que desprendía Eladio, «al que le daba cierto pudor que le prepararan actos o cualquier tipo de homenaje. Fue un ser muy grande con un alma muy sencilla».
Pablo Burillo: “Su afán por Tomelloso”
Pablo Burillo Cabañero, elegido recientemente presidente de la Federación de Fútbol de Castilla-La Mancha, es sobrino del escritor. De él destaca «su gran afán por Tomelloso al que siempre llevaba en lo más hondo de su corazón. Tomelloso está presente en buena parte de su obra y ese amor por su pueblo lo demostró también en la entrega y pasión con la que trabajó para que tuviera su Fiesta de las Letras». Precisamente, cuenta Burillo que «en agosto siempre venía y se leía todos los trabajos que se presentaban al certamen literario. Ocupaba su tiempo entre esto y las tertulias que compartía en el Casino San Fernando con Francisco García Pavón».
Burillo conoce la vida del poeta que estuvo lejos de ser fácil. «Su padre murió cuando él tenía pocos años, apenas pudo ir al colegio y trabajó de albañil y en el campo. Uno de los lugares en los que trabajó fue en la construcción del barrio del Carmen donde aprovechaba los descansos para leer todo lo que podía. Más adelante pudo trabajar en la Biblioteca Nacional». El sobrino tiene grabado algo que pedía con frecuencia, «decía que venía de la tierra y quería ser enterrado en ella, no en un nicho. A pesar de lo que consiguió ser como escritor la humildad le acompañó toda su vida».
José Antonio Negrillo: “Eladio era como un niño grande”
José Antonio Negrillo asegura que Eladio Cabañero «ha sido una de las mejores personas que he conocido. Aparte de la literatura, que era un genio, era como un niño grande que en todas las reuniones en las que estaba las inundaba de alegría». Negrillo, asegura que frecuentaba mucho la casa de sus padres «tanto aquí como en Madrid». Cuenta nuestro interlocutor que a Cabañero «no le gustaba la comida con plumas, por eso, las nochebuenas que pasaba con nosotros, mi madre le tenía que hacer cerna aparte». José Antonio Negrillo considera que Eladio «tuvo mala suerte a última hora de su vida. Como me dijo Manolo Alcántar, “Tinete, Eladio no quería vivir”».
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Domingo, 29 de Diciembre del 2024
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