Opinión

El Infierno en Tomelloso

Juan José Sánchez Ondal | Jueves, 4 de Agosto del 2022
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Todo lector de las obras de García Pavón (y el que suscribe lo es empedernido), sabe que “El Infierno” fue la fábrica de muebles de su abuelo Luis. Por ello me llamó la atención una columna del semanrio “Buen humor” de primero de enero de 1928, n.º 317, página 28, que, bajo el rótulo del mes de “Agosto”, comenzaba diciendo: Probablemente el lector ignorará que el Infierno… está instalado en Tomelloso desde el año 1917.” Creí que el autor iba a hacernos la historia de la expresada fábrica y, de paso, del abuelo Luis García, pero no.

Claro que no tenía mucho sentido en un semanario como el satírico y humorístico “Buen humor”. Cuando, tratando de conocer al firmante, veo que se esconde tras el nombre de MAGDALENO ROMPEFLAUTAS y que se “subnombra”  “Pescador de catarros”, confirmo que se trata de lo que en tal periódico encajaba, es decir, de una humorada. Pero de una humorada simpática que no me resisto a reproducir.

He intentado descubrir el nombre y los apellidos, de entre los ilustres colaboradores del semanario, del que pudiera ser el autor del escrito y propietario del gracioso seudónimo y “subnombre”, pero ha sido en vano.

El escrito dice así:

Probablemente el lector ignorará que el Infierno, denominado también "Demonios de Plutón", "Antro de Satanás", "Casa de huéspedes", etc., etcétera, está instalado en Tomelloso desde el año 1917.

Sin embargo, así es. El Infierno, con Pedro Botero, sus calderas, sus tridentes y demás atrezzo se halla en Tomelloso.

Voy a contaros cómo sucedió esto.

Corría que se las pelaba el mes de agosto de 1917, y en la muy noble villa[1] de Tomelloso hacía un calor que mondaba con cuchillo de cocina.

Los pájaros se asaban en las ramas de los árboles; las gallinas ponían los huevos fritos; los cerdos iban de un lado a otro con el jamón cocido; los habitantes de Tomelloso se liquidaban sudando, hasta el extremo de que muchos de ellos quedaron convertidos en un charquito, y cuando alguien pronunciaba una frase como "¡está usted fresco!" o " ¡me habla usted con mucha frialdad!" el pueblo en masa fusilaba al que se atrevía a halblar de esa forma.

En tales circunstancias murió Hipólito Cachucha, vecino de Tomelloso, hambre tan malo y perverso que a la hora de morir tuvo el cinismo de decirles a los que le velaban buscando a su lado el frío de la muerte:

— ¡Os fastidiáis, que yo, dentro de un rato, voy a quedarme helado!...

Comprenderéis que un hombre tan infame tenía que ir al Infierno de cabeza. AI entrar en los dominios de Lucifer, Hipólito respiró a gusto.

— ¡Qué fresco hace en el Infierno!— dijo.

Y cuando le metieron en su caldera empezó a tiritar. El diablo indagó la causa de aquello.

—Es que yo — le explicó Hipólito— vengo de Tomelloso donde la temperatura es diez grados más calurosa que aquí.

Satanás se mordió una uña, recapacitó e inmediatamente organizó la mudanza y se trasladó con todos sus bártulos a Tomelloso. Sólo que pasó agosto, llegó el invierno y ahora Lucifer está arruinándose comprando carbón de Asturias.

MAGDALENO ROMPEFLAUTAS

(Pescador de catarros.)”

Ha transcurrido el tiempo y se han multiplicado los procedimientos de comunicación, pero sigue con humor la consideración de Tomelloso como infierno agosteño.

Hace unos días Ramón Serrano me enviaba por guasap un chiste gráfico en el conversan un general americano y Rambo, manteniendo el siguiente diálogo:

Rambo  - ¡Dios mío aquello fue un infierno!

General  - ¿Te refieres a Vitmanam, verdad Rambo?

Rambo  - ¡Que coño Vietnam, ayer a mediodía que estuve en Tomelloso!”

Madrid, 3 de agosto de 2022.


[1] Publicado el artículo el 1 de enero de 1928 y, escrito, como es natural, algún día antes, no debió dar tiempo al autor a conocer que el rey Alfonso XIII, como regalo navideño, por Real Decreto Nº 2.291,  de 24 de diciembre de 1927, refrendasdo por el El Ministro de la Gobernación Severiano Martínez Anido, publicado en la Gaceta de Madrid, Núm. 364 de 30 Diciembre 1927, “Queriendo dar una prueba de Mi Real aprecio a la villa de Tomelloso, provincia de Ciudad Real, por el creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio, y por su constante adhesión a la Morarquía”, le concedió “el título de Ciudad y a su Ayuntamiento el tratamiento de Excelencia”.

 

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