Opinión

Hilario VIII. Musicoterapia y cierre con Cernuda

Juan José Sánchez Ondal | Martes, 27 de Septiembre del 2022
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 “Ha estado el “Ogro” unos días en la capital haciendo un curso “de perfeccionamiento”. La consecuencias para mi han sido un par de píldoras más en mi medicación y, para todos, dos horas diarias de musicoterapia. Nos reúnen en el comedor y, en un gramófono, nos ponen “música relajante”.  La moderna medida terapéutica ha traído sus consecuencias. Raimundo ha pedido enérgicamente que se pongan marchas militares; Adelina, copla andaluza; José, flamenco; Montserrat, sardanas; Julia, sevillanas. Al ritmo de un cuarteto de Mozart se ha puesto a bailarlas, se ha caído y se ha roto la cadera.

Los miércoles, cuando viene “el cuervo”, nos ponen canto gregoriano. El cuervo es don Anselmo, el párroco; un cura de sotana y bonete únicos. Lo de sotana única lo digo porque no le he visto otra y,  ésta nos  es conocida por sus lamparones, su brillo de seda nueva en los codos y bocamangas y por sus bajos deshilachados y  decorados con salpicaduras de barro. Y lo de único bonete porque cuando se lo quita  de advierte en él el saín de, al menos, tres quinquenios.

Sabe que no comulgo con sus ideas y creencias, pero no renuncia a convertirme; a llevarme, como dice, al camino de la fe. Me habla de San Agustín y de Saulo. Yo, hoy, para quitármelo de encima, le he recitado las siete virtudes: las cardinales (prudencia,  justicia,  fortaleza y  templanza) y las teologales (fe, esperanza y caridad) y me he explayado sobre ésta última relacionándola con la riqueza. Me ha dicho que desvariaba, que mezclaba churras con merinas y que estaba intoxicado por lecturas perniciosas y se ha marchado, al fin. Otro día comenzó criticando la expresión  de moda de los jóvenes “Vale”, “Vale”. ¿Qué Vale, cuánto vale?, decía. Le expuse  que me extrañaba su pregunta y su crítica, ya que, como cura que trabajaba en latín, el “Vale” no es más que el imperativo del verbo valeo, (estar bien, en vigor, valer) y que, desde Roma, se ha venido utilizando. Se fue corrido, refunfuñando.”

Cuenta que ha tomado de “la breve biblioteca de la Casa, con el permiso del Ogro y su aquiescencia, una antología poética de Luis Cernuda que por su estado impecable, debe haber sido poco leída aquí. Casi seguro que ni por el director, pues, en otro caso, dudo que me hubiera dejado leerla. Creo que no sabe ni quién era y menos de su vida. Muchos de sus poemas me han inspirado glosas que escribo por las noches en este mi oculto cuaderno”.

No hay poema en el que no aparezca ella por tangencialmente que sea. Ya cante a la tarde, a la noche estrellada, a la soledad, al olvido, a su vida, al viento o las flores, con nombre o con pronombre, emerge Adalia, como un geiser, en su escritura; es decir, en su recuerdo. Aquí recojo, y concluyo con  ello,  lo que en relación al tema amoroso,  me ha parecido más destacable del cuaderno de Hilario, algunos de los poemas que llevan por lema versos de Cernuda: Los que titula “Silencio”, “Nunca con el olvido”, y “Soledad”.

En el primero ofrece el contraste entre el peso del silencio en soledad, sin la  amada, y su benéfica función de evitar las tan temidas voces de las sombras.

Con su acento armonioso se desvela

Ese silencio sólido tan grave.”

(Homenaje)

Luis Cernuda

 

“Este silencio mío carece de armonía

cual carece de luz

la noche de mis miedos.

Es grave, sí; es grave y agravado

por esta soledad

sin ti y conmigo.

Pero es la bendición que imploro

cuando me asalta el ruido de las voces

y el negro de las sombras.

Este silencio sólido me pesa

como losa de ausencia que sepulta”.

En “Nunca con el olvido” Hilario, en noche de insomnio, asegura a Adalia que jamás con él, con el olvido, le dirá adiós; sí  con la muerte, ya que nada hay más allá de su amor.

 

“Quiero decírtelo con la muerte;

Más allá del amor.

Quiero decírtelo con el olvido.”

(Te quiero)

Luis Cernuda

 

“Nunca con el olvido te diré adiós, Adalia.

Sólo la muerte borrará tu imagen

tatuada en esta esencia del ser

que me sostiene.

Más allá del amor, de nuestro amor,

no hay nada.

Ni tú ni yo existimos,

ni esos montes, ni aquel dulce  pasado.

No sé de tu presente.

Sé del mío que eres tú en alma y en recuerdo.

Quiero decírtelo hoy,

esta noche de insomnio que velo soledades.

Por último, en “Soledad”, como Cernuda, intenta llenar su soledad, la soledad de Adalia y la propia, infructuosamente por más que lo procura.

El poema Soliloquio del farero de Luis Cernuda comienza con estos versos:

“Cómo llenarte, soledad

Sino contigo misma.”

 Hilario escribe:

 

“Por más que he intentado

llenar mi soledad,

nunca consigo alzar

un muro que la cerque,

materia suficiente que la colme.

Voy acopiando sones,

afanes, amarguras,

formas, lecturas, versos,

harapos de recuerdos

que echar en el abismo,

y es cada vez más honda

esta soledad tuya,

esta soledad mía,

o, al menos, más sentida.

Contigo, soledad,

fiel compañera, amiga,

lleno el tiempo de invierno,

el tiempo que me queda. “

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