Fue el 16 de octubre de
1950 cuando la Corporación Municipal de Tomelloso dio los primeros pasos
administrativos para la construcción del Parque Nuevo que años después se
denominaría Parque de la Constitución. En 1953 se adquirieron los terrenos y en
1957 ya tomó forma con la compra y plantación de los árboles que procedían de
tres viveros diferentes: Viveros Castilla de Aranjuez, Hortícola Linarense y de
otro vivero de titularidad semipública que había en Malagón que regalaban
árboles de crecimiento rápido como olmos o chopos que según explica, el responsable del área de Parques
y Jardines del Ayuntamiento, Fernando
Peco, no eran los más apropiados y obligarían a una importante reestructuración
del parque en los noventa.
Iniciamos esta serie de
reportajes que La Voz de Tomelloso va a realizar sobre el patrimonio verde de
la ciudad con el Parque de la Constitución que contiene curiosos y llamativos aspectos. Un parque de
estilo francés con muchos metros lineales de setos que necesita un
mantenimiento constante. Fernando Peco,
gran profesional que nos demuestra lo mucho que vive y ama su trabajo, nos ha
ofrecido una información detallada y abundante en datos de la evolución de un parque que contiene en
su interior un sinfín de joyas naturales. “De inicio se pusieron sóforas que
son las que están en el perímetro y dentro se plantaron robinias y acacias
blancas. En un terreno tan calizo, el crecimiento fue bien, pero cuando pasaron
unos años la clorosis empezó a hacer estragos. De este modo, árbol que se ponía
amarillo, árbol que se cortaba y luego
era sustituido por esas especies de crecimiento rápido que acabaron dando
muchos problemas, porque en el radio de acción de su copa no se podía criar
nada debajo, por la sombra y la afectación de las raíces”, explica.
Evolución de los sistemas de riego. Años atrás, el riego de los árboles se llevaba a
cabo sin ningún tipo de restricción “de hecho se subió el nivel de los paseos
rellenándolos de escombros para que el macizo quedara más hondo y pudiera
albergar más agua -indica el técnico-. Pero cuando empezaron las restricciones
hubo que modificar el riego del parque y se empezó a poner goteo; este fue el
primer parque en el que se utilizó este sistema. Pero claro, especies como los
chopos que estaban acostumbrados a recibir agua en abundancia, empezaron a
secarse. Esto dio pie a un plan consensuado entre Equipo de Gobierno y
oposición para cortar ciento cincuenta chopos de un total de 335 árboles que
había en el parque. Se hizo en siete años y a medida que se arrancaban se
reponían otros nuevos con el fin de aminorar el impacto ambiental. También se
empezaron a rellenar los macizos con hoja, estiercol y desechos orgánicos que
se generaban en el albergue de animales y se hicieron unos pozos de desagüe. De
este modo, desde que se hiciera el parque en los cincuenta a los noventa la
floresta se eleva un metro de su cota original y los árboles que hemos ido
reponiendo ya son los que inicialmente tenía el parque porque ahora si
disponemos de las herramientas para hacer frente a esa clorosis”. Antes al parque le llegaba agua solamente por
la conexión de la avenida Antonio Huertas, pero ahora le llega también por un bypass
que viene de las calles del polígono 20 y permite cubrir sus necesidades mucho
mejor. “Además, estamos a las puertas de un proceso de automatización que se
podrá dirigir con una app desde el móvil, una aplicación que se extenderá a otros
parques”.
Rica variedad de especies. Explica el técnico que en el parque se han
introducido numerosas palmeras, algunas de ellas muy exóticas, y con ese léxico
tan científico del mundo de las plantas nos las va presentando. “Todas las
palmeras canarias que hay las ha donado gente. Una de ellas la donó Pedro
Cuesta. Tenemos también palmeras washingtonias filíferas, muy típicas de la
zona costera, que aquí parecía imposible que pudieran criarse. Un señor
enamorado de esta especie que hizo un experimento en Navalcarnero me regaló
diez o doce. Pensaba que se iban a helar, pero diez o doce años atrás no
contábamos con los efectos del cambio climático. Antes se helaban, pero ya no”.
Fernando siente especial predilección por las palmeras brahea armata. “Algunas vinieron
de Egipto y tienen muy larga vida”.
El paseo es delicioso por
las explicaciones que Fernando nos ofrece sobre olivos, almeces, magnolios, que
crecen a la sombra de otros árboles; moreras péndula o lloronas que son de los
primeros tiempos del parque, un majestuoso olmo negro que está en la plazoleta central,
los robles que se han puesto en la parte del parque que toca remodelar este
año, sóforas japónicas, moreras kagayamae o platanifolias, chopos de la especie
itálica que pueden superar los cuarenta
metros de altura y que no tienen una vida demasiado larga; moreras fruitless,
que no dan fruto pero son de gran belleza; los llamativos prunus pisardi de
color rojo en el paseo contiguo al campo de fútbol que cuando florecen son una
preciosidad; un arce de hoja blanca; un liriodendron tulipero de Virginia que
se ha puesto con carácter experimental y ha dado muy buen resultado; unas
koelreuterias paniculatas, popularmente
conocidas, como jaboneros de la china y una especie de palmera que es la única
que se cría espontáneamente en España. Nos detenemos también en un curioso
fresno, algo deteriorado, el típico árbol de ribera de río del que apenas
quedan ejemplares, y en los tejos
fastigiatas que crecen en columna. “Algunos de estos árboles los plantamos
primero en una parcela de experimentación que tenemos en la Ciudad Deportiva”,
indica
“En el arbolado nuevo apenas se poda”. Peco lamenta algunas prácticas erróneas que se
llevaron a cabo en épocas pasadas, aunque sin reproche a nada y a nadie “porque
faltaban conocimientos y medios. No existían motosierras, tampoco cestas
elevadoras o arneses. Lo único que había eran escaleras de madera y cuando
había que podar se hacía con hacha y
solo hasta donde llegaba la escalera. Se hicieron unas podas abusivas a la
altura de la cruz que solían desembocar
en un árbol con poca estructura, ramas que se podían caer y agujeros enormes.
Esto se ha sufrido en Tomelloso y en otros muchos lugares del mundo. Los
árboles que se ponen ahora son ejemplares que apenas se tocan de poda, solo
tocamos los antiguos. El parque ya cuenta con un sesenta por ciento de arbolado
nuevo”.Este año hay un contrato de poda de grandes ejemplares con un equipo de
trepa que permitirá hacerlo en condiciones de mayor eficacia y seguridad.
Las topiarias. En el parque llaman la atención las topiarias, practica consistente en
dar una forma determinada a los árboles y arbustos. “Las topiarias tienen un
vida limitada, -explica-. Un arbusto que se somete cíclicamente a recortes se
va deteriorando. Se pusieron muchas desde el año 90 y van muy en consonancia
con el estilo de un parque en el que todo va recortado. Otra peculiaridad es
que cada macizo tiene un dibujo distinto. Esto se hacía ya en tiempos de Pedro
Gallego y ahora se sigue haciendo con el relevo de su hijo, Francisco Gallego”.
En zonas más abiertas,
con menos sombra, se van plantando rosales y otras plantas. “Antes la densidad
de árboles en el parque era exagerada. Donde solo había que poner dos, podía
haber tres e incluso cuatro, y esto impedía que el árbol se desarrollara bien”.
Fernando recuerda el invernadero que desapareció y otros elementos como la
caseta del guarda. “El invernadero podría haber sido un buen centro de
interpretación del parque fue una pena que lo quitaran”. En este reportaje,
sale a la palestra el tema de la inclinación de los pinos que buscan la luz y
“que nos obliga a realizar un control, porque te mueves en la dicotomía de
tener que cortar o conservarlo, pero con el riesgo de que se pueda caer en
cualquier momento. Pide sentido común a esa gente que coge frutos del parque o
de cualquier otro árbol de la ciudad “porque nadie sabe si los hemos tratado el
día de antes”.
Aunque Fernando no es partidario
de losetas en los parques sí ve viable la existencia de unos circuitos para
personas mayores o con movilidad reducida o madres con carritos que encuentren
un lugar por donde pasear, pero pavimentando siempre lo mínimo posible. Con
alguien que vive con tanta pasión su profesión no se para de aprender. Nos
habla de la endoterapia o técnica de inyectar a los árboles los tratamientos,
de los nidos que se instalaron para cigüeñas en distintos puntos de la ciudad,
del cambio climático, del alto grado de humedad que tiene el parque, de los
trabajadores que han ido pasando por el área y de un proyecto que anhela poner
en marcha en otra zona verde de la ciudad. Será motivo de otro reportaje en
esta apasionante serie sobre el patrimonio verde de Tomelloso que hemos
empezado de la mejor manera posible.
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Miércoles, 23 de Abril del 2025
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