Ayer mismo viniste.
Tan pronto que supiste
que mi incurable mal
se ensañaba conmigo,
llegaste como amigo,
muy correcto y leal,
a saber de mis penas,
peguntar qué cadenas
me atan al pesimismo,
por qué me encuentro triste,
qué pienso de mí mismo.
A prestarme una ayuda
para mí imprescindible,
a darme mejoría
lo más antes posible
con algo tan sencillo
como tu compañía,
tus amables recuerdos,
y mucho bien me hicieron
tus muy buenos consejos,
memorias de otros tiempos
ahora ya un tanto viejos,
procurando con ganas
que estuviese con calma,
y que la paz y el gozo
inundasen mi alma.
Sólo te preocupaste
de hallar el mejor modo
de sin que lo notara
el ver de darme todo,
y no pedirme nada.
Pero yo, que a mis años,
ya voy sabiendo mucho,
y en tristes situaciones
me estoy haciendo ducho,
a mi ánima cansada
echaba tus obsequios
que a mi salud quebrada
servían de panacea,
de alivio, de pomada,
calmando los dolores,
dejándolos en nada.
Y en ese amable encuentro
cargado de alegría,
confirmé grandemente
algo que ya sabía:
tu amistad me produce
la franca mejoría
del sol que nos alumbra
o el pan de cada día;
lucharé por tenerla
y he de hacerlo a porfía.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Martes, 23 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024