Con un texto escrito por ocho autores (Javier Berger, José Luis de Blas, Borja de Diego, Paco Gámez, Ana Graciani, Carmen Pombero, Antonio Rojano y Alfonso Zurro) bajo la coordinación dramatúrgica del último, la obra relata cronológicamente el periplo de Magallanes y Elcano, llevándonos por los episodios conocidos con bastante rigor. Desde la presentación del proyecto a Carlos I, hasta la entrada en el puerto de Sevilla, el montaje narra la escala en las Canarias, la travesía atlántica, la llegada a las costas de Brasil, el motín de San Julián o la pérdida de la nave Santiago. El paso triunfante del Atlántico al Pacífico, la calma y las muertes continuas, la llegada a Isla de los Ladrones, la muerte de Magallanes en Cebú, la arribada a las Molucas, la vuelta de la Victoria por el Oeste y de la Trinidad por el Este. 

El desarrollo de la obra es trepidante, monumental como la gesta que relata, en muchas ocasiones grandilocuente como la locura que representa. “La Odisea de Magallanes-Elcano” recuerda a veces una tragedia griega (Homero es nombrado varias veces), un drama shakesperiano o una comedia de Calderón, también se introducen “morcillas” actuales que no desentonan en absoluto. Hay que destacar el gran trabajo de los actores contribuye a redondear el montaje, Juan Motilla, Magallanes, Luis Alberto Domínguez en el papel de Elcano y Manuel Rodríguez, Santi Rivera, Íñigo Núñez, Piermario Salerno, Fernando Lahoz y Óscar Corrales en los distintos papeles.

Y sorprendente fue la escenografía, formada por un palo mayor central y segmentos de esfera que los actores movían para crear cada escena, que se completaba con vídeos. También el vestuario, la iluminación y la música. Fue sin duda, un gran montaje que recibió los aplausos del público.