En un sábado difícil de olvidar, la Orquesta Filarmónica de
La Mancha, dirigida por Francisco Antonio Moya trajo al Marcelo Grande la “Novena”
de Beethoven. La interpretación de la colosal obra del genio de Bonn, en un
teatro completamente abarrotado, estuvo dedicada a Ángel Luis Moreno,
componente de la Coral del Conservatorio de Tomelloso y hermano de nuestro
compañero Carlos Moreno, recientemente fallecido. La ejecución de este reconocido
monumento musical, patrimonio de la humanidad, que apela a la fraternidad
humana, no hay que olvidarlo, recibió una larga y sonora ovación de un público
que disfrutó tanto como demostraron los continuados aplausos y bravos: mucho.
Participaron en la “Novena” los solitas Alicia Hervás,
soprano; Patricia Illera, mezzo; el tenor Enrique Ferrer y Daniel Báñez, barítono.
El coro estuvo formado por cinco formaciones, Quercus Robur de Villarrobledo,
el Coro Femenino de Tomelloso, la Coral del Conservatorio de Tomelloso, el Coro
Mansil Nahar y el Coro Laminium.
“Hoy para nosotros es un día especial, hemos conseguido interpretar la Novena y hemos despedido a uno de nuestros grandes compañeros, Ángel Luis Moreno —clamó el presentador, Carlos Moya—. Han sido quince años compartiendo ensayos, conciertos, viajes y emociones a los que hoy hemos puesto punto final. Su recuerdo quedará en nuestro coro. Este concierto es para él, desde donde esté cantará con nosotros”. Francisco Antonio Moya dijo antes de empezar que era emocionante interpretar una obra como esta, compuesta por Beethoven “enfermo, solo, desahuciado y completamente sordo. Hoy, 3 de diciembre de 2022 vamos a disfrutar en Tomelloso de su música, que él sufrió para escribir al borde la muerte”.
Y cuando Moya movió la batuta, la magia de la música de
Beethoven comenzó a llenar el Teatro Marcelo Grande de Tomelloso de sonidos y
emociones. Muchas emociones. El Primer Movimiento, dramático, heroico incluso,
en el que el genio de Bonn nos presenta los retazos de una melodía que nunca
acaba de completarse. La tensión y los contrates de la primera parte nos
llevaron a la vitalidad del Segundo Movimiento, el Scherzo fue como un paso de
la oscuridad a la luz. Abrumador, durante la ejecución del movimiento hubo
momentos en los que no se oía ni una mosca en el teatro.
Tras la salida de los solistas, arrancó el Tercer Movimiento.
Delicado, pleno de lirismo, lento, fue un descanso después la fiereza de los
dos anteriores y la antesala de lo que aún quedaba por venir. Con temple, Moya dio
paso al Cuarto Movimiento, que podría ser por sí solo una obra independiente. La
última parte de la Sinfonía fue una completa explosión de emociones esperada
por el público. La solvencia de los músicos, la calidad de los solistas y el
buen hacer del coro nos condujeron al clímax de la “Oda a la alegría” y a la
coda final. Cuando Moya bajó la batuta y cerró el puño el público, entusiasta, agradeció
con prolongadas ovaciones y bravos a todos los implicados en la gran velada de
música y emociones que vivimos este sábado. Saludaron los solistas, los
directores de las formaciones participantes en el coro y, por supuesto,
Francisco Antonio Moya. Con bastante buen criterio apuntó que, tras la Novena,
no cabía ninguna propina. Agradeció el director al área de Cultura el que
programe música como la de Beethoven y mostró su convencimiento porque después
de disfrutar de la obra “somos todos mejores personas y más hermanos”.
Desde donde se encuentre, estamos seguros de que Ángel Luis
Moreno disfrutó de la Novena y acompañó a sus compañeros de cuerda con alguna que otra estrofa.
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Domingo, 19 de Mayo del 2024
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