Como anunció el propio artista, el del miércoles fue un concierto distinto, no fue un recital al uso. El trío ofreció un sonido diferente, más elaborado, lleno de matices en el que se pudo saborear alguna novedad. Salió primero el guitarrista solo, a pecho descubierto, al escenario del Auditorio con la primera de las piezas, dejando patente el temple de su toque, regalando maestría y virtuosismo y una sorprendente madurez.

Ocuparon después el escenario Víctor Guadiana y Kike Terrón, “no sabéis la suerte que tenéis de que estos dos grandes músicos estén esta noche en Tomelloso”, dijo Almarcha y sus fantásticas interpretaciones lo confirmaron. También lo hizo Lucía Ruibal “ya no me quedan adjetivos para describirla”, dijo el músico de la gran bailadora que interpretó magistralmente dos temas. A partir de ese momento la música de Almarcha se hizo dueña del López Torres. El respetable tenía muchas ganas de aplaudir, en cuanto el tocador bajaba las manos su público daba palmas sin importar que la pieza hubiese acabado.

Almarcha nos fue regalando temas de “Alejandra” o de “Vejezate”. Recordó el músico la primera pieza que tocó en el Auditorio López Torres, en su primera actuación, una milonga de Sabicas “que no pensaba interpretar”. Dedicó a su familia “Petricor”, una guajira que nos evocaba el maravilloso olor a tierra mojada.

El tiempo se nos pasó volando y el guitarrista anunció el final del concierto, “¿Tan pronto?”, dijo alguien del público. El maestro mostró su alegría de que el Auditorio López Torres estuviese lleno y dio las gracias al público “por venir a apoyarnos y a cuidarnos”.  La última pieza del concierto fue una farruca, nueva, distinta y única que sorprendió gratamente al respetable.

El público dedicó una gran ovación a los músicos y a la bailadora. Almarcha dedico el bis a su hermana, “Venta Borondo”. La de ayer, insistimos, fue una gran noche de música.