A Jonas le gustaba jugar con su imperdible. Lo había
encontrado hace años, debajo de la cama y, desde entonces, no se había separado
de él. Al principio, cuando Jonas poseía algo que deseaba conservar, lo
introducía en el imperdible. Así fue como empezó todo. Primero, cosas pequeñas
e insignificantes para la gran mayoría de nosotros. Pero, poco a poco, Jonas
fue experimentando un aumento constante en sus insólitos apetitos, por lo que
el imperdible comenzó a albergar objetos, cada vez más siniestros.
Mamá había sorprendido infinidad de veces a Jonas embelesado
en aquel objeto metálico. Sucedía cuando este lo liberaba de su bolsillo y, una
vez cerrado, lo hacía descansar sobre la palma de una de sus manos, observando
su contenido. Aquel día, mamá gritó tan fuerte que la pudimos escuchar desde la
calle. Al entrar, varios vecinos la rodeaban, intentando reanimarla. Jonas
permanecía sentado con su imperdible, repleto de cosas. Una de ellas destacaba.
Era papá. Nuestro hermano lo había reducido y, después, ensartado por un ojo,
de manera que colgaba del cráneo mientras el resto de su diminuto cuerpo se
balanceaba sin orden ni concierto.
Naturalmente, él lo negaría todo. Papá estaba disecado y, lo
que allí pendía, se correspondía más con una réplica familiar de plástico que
con un humano empequeñecido y brutalmente torturado. Sin embargo, nosotros, y
mamá, sabíamos que se trataba de él. De manera continua, Jonas había sentido
terror a que papá nos abandonase. Supongo que, antes de que lo hiciera
realmente, decidió quedárselo para siempre.
Oficialmente, papá pasó a engrosar las listas de
desaparecidos y nosotros a ser considerados beneficiarios de un bono del
gobierno. Mary y yo mismo, hasta que cumpliéramos los veinte años. Jonas,
declarado insano, recibiría la ayuda a perpetuidad. Una ayuda injusta, pues
papá, lejos de abandonarnos, estuvo allí prendido, en el imperdible de Jonas,
junto con otros humanos achicados, la vedette del quinto, por quien papá sentía
una más que profunda admiración, y el detective Tales, el único que realmente
llegó a descubrir la perversa inclinación de Jonas. A veces, cuando nuestro
hermano salta, en uno de sus ataques, se escuchan los cuerpos de los tres
chocar entre sí y creo, justo entonces, escuchar de nuevo a papá suplicarnos
que lo saquemos de allí.
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Jueves, 2 de Enero del 2025
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