Existen pocos días en los que la
sorpresa no se hace presente en alguna persona o lugar más o menos próximo. Imprevistos
de distinto cariz y calibre, más o menos graves, que lógicamente nos pillan
desprevenidos y que bien podríamos calificar como aquello que el futuro esconde.
Nosotros los humanos, tenemos montada la
existencia como una continuidad de hechos y comportamientos. Diseñamos el
futuro como una prolongación del presente y este mismo como herencia del pasado,
todo ello consecuencia de haber sido educados para vivir en una sociedad sin
sobresaltos, con las necesidades cubiertas cuanto menos a corto plazo. Esta
filosofía calculadora y controladora de la vida nos hace por ello demasiado vulnerables
a esos hechos inesperados pues suponen una desviación al plan que teníamos
preestablecido. Y es que la vida, aquella que aún nos queda por vivir, tiene
diseñado uno propio y desconocido que siempre se acaba imponiendo. Es la doble
línea vital que traza por un lado lo que nosotros deseamos y a veces conseguimos
y aquella que el futuro nos tiene preparado de la que ignoramos, tanto el
recorrido como su duración, una línea que al fin y a la postre conduce a
nuestro final, siempre.
La enfermedad aparece en nuestras mesas
cual comensal que no ha sido invitado. Supone, además de un contratiempo
personal, un golpe a la apuesta por la ciencia y el progreso, un progreso que
conlleva en muchas ocasiones lograr vencer las derivas naturales a base de
talento e ingenio.
Un entusiasmo legítimo y necesario que sin
embargo hace olvidar a veces el hecho de formar parte de una naturaleza de la
que no podemos huir y de la que somos completamente dependientes. Los
científicos avanzan en sus descubrimientos pero esa naturaleza se muestra con
demasiada frecuencia igual de primitiva recordando que es ella la que en
definitiva hace y deshace nuestros sueños.
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Miércoles, 27 de Marzo del 2024
Jueves, 28 de Marzo del 2024
Jueves, 28 de Marzo del 2024
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