Tomelloso

El patrimonio verde de Tomelloso (y X): Los árboles singulares de la ciudad

Carlos Moreno/Francisco Navarro | Miércoles, 8 de Febrero del 2023
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En esta última entrega sobre el patrimonio verde de Tomelloso, y tras un extenso recorrido por sus parques y zonas verdes, nos detendremos en los árboles más singulares de la ciudad. Ejemplares bellos, cada uno de ellos con su particular historia que Fernando Peco, el responsable de Parques y Jardines del Ayuntamiento, conoce a la perfección y que, además, la cuenta con ese cariño y vocación que ha dado mayor empaque a  esta decena de reportajes que hemos ofrecido a nuestros lectores. 

Hermosos tarays en la rotonda de las Víctimas del Terrorismo. La ronda dedicada a las Víctimas del Terrorismo se encuentra en la prolongación de la calle Concordia. Entre otras especies, alberga cinco  tarays que se trajeron de la pedanía de Záncara. “Nuestro departamento controla los árboles que hay en Záncara y vimos que había siete tarays allí. En la última revisión vimos que faltaban dos; los habían cortado para leña. Rápidamente organizamos el traslado del resto de tarays a Tomelloso para que no corrieran peligro. Eran unos ejemplares muy buenos que había que salvar”, cuenta Fernando que recuerda que hubo que llevar una góndola, una retroexcavadora y mucho personal para realizar los trabajos. “Se hicieron unas zanjas alrededor, se afianzaron las raíces por medio de mallas, se podaron y finalmente se trasladaron y se plantaron en esta rotonda. Queríamos que estuvieran en un sitio tranquilo y el éxito fue rotundo porque los cinco se recuperaron francamente bien. Hubo que hacer una excavación muy profunda y se trajo una tierra vegetal nueva. El taray es un árbol de ribera que pide agua y la verdad es que han agarrado bien. Son espectaculares”.

El ailanthus altissima y el árbol del amor destacan en la Glorieta María Cristina. Los árboles primitivos de la Glorieta se respetaron y destacan los ailanthus. “Van quedando pocos en la ciudad: los que hay aquí, otro que tenemos en la avenida Antonio Huertas y otro en el jardín de la Estación. Es un árbol muy común, pero lo bueno de este ejemplar es que no tiene pudriciones. Un ejemplar de muchos años,  de los más antiguos de Tomelloso”, explica Fernando. Y en el mismo recinto nos encontramos otro árbol singular, el árbol del amor. “Es muy difíciles ver árboles del amor tan grandes como éste. Se plantó en la época de la remodelación de la Glorieta y es un árbol muy bonito. Solamente he visto uno igual de grande que éste en la Alhambra de Granada. El que tenemos ha estado poco castigado o dañado y esto unido a la buena base de tierra de ribera de río que lo sostiene, nos ha dado un gran resultado”. 

La palmera washingtonia filifera del Paseo San Isidro. Esta palmera tiene la misma edad que el paseo, unos treinta años, y ha superado ya altura de los pisos que la rodean. “Un ejemplar espectacular que no le tiene envidia a otras que puedan estar en zona de playa”. Que esta palmera haya podido recalar en Tomelloso tiene detrás una curiosa historia que nos cuenta Fernando. “Vino un señor de Madrid que estaba experimentado con semillas de washingtonias en la Comunidad de Madrid y nos regaló unas palmeras para ver como se criaban en Tomelloso, con sus vientos y posición, intentando averiguar sí se podían desarrollar en ambientes mása fríos. La palmera creció bien y demuestra que con buenos cuidados se pueden conseguir cosas importantes”. 

El espectacular pino de la calle Carboneros. Para Fernando Peco el pino más bonito de Tomelloso, y no es municipal, está en la calle Carboneros, en la casa de la familia Cuesta que hace esquina con doña Crisanta. Se ve desde la calle y desde luego impresiona. “Para mí es uno de los ejemplares de árbol que habría que preservar.  Estamos llevando a cabo una catalogación de árboles singulares de Tomelloso, con el fin de que tengan algún mecanismo de protección, porque no  quedan muchos. En la casa de Doña Rita en el Paseo de Ramón Ugena se cortaron cuatro pinos impresionantes y fue una verdadera pena”.

La morera del Parque Urbano Martínez. La morera del Parque Urbano Martínez, la que se encuentra justo enfrente de la calle La Habana, es de las mayores y de las más antiguas que hay en esta zona verde.

Un pino muy singular en la pedanía de Záncara. En la pedanía de Záncara hay buenos ejemplares de árboles, como por ejemplo una fila de olmos, pero Fernando destaca un pino que se volcó hace unos cincuenta años y  quedó tirado en el suelo. Nadie lo enderezó y ha ido tomando una forma muy particular porque “la naturaleza se supera y de un árbol tronchado surge una rama, que no es la principal, y forma otro árbol. Lo hemos vigilado, le hemos hecho un tratamiento de procesionaria, pero no lo podemos traer a Tomelloso, porque el transplante de un pino es más complicado que llegue a buen puerto. Qué lástima que no pudiera estar en un sitio que lo pudiera admirar la gente”, lamenta el jardinero

El olivo de la calle Socuéllamos, el mejor monumento natural de Tomelloso.  El olivo plantado en la confluencia de las calles Socuéllamos y Oriente vino a sustituir un plan anterior de ubicar ahí el monumento a la familia campesina. “Por circunstancias no se llegó a materializar la escultura. Y se  eligió como mejor alternativa la de un monumento natural . Buscamos un olivo en la serranía de Valencia y finalmente elegimos  este olivo. Inicialmente era un poco más alto y no pasaba por algunos puentes con lo que hubo que cortarlo un poco. Se trajo en un transporte especial que no fue nada sencillo. Lleva ya unos veinte años y, sin duda, está impresionante. Hay que darle una poda para descargarlo, mucho más en un árbol que antes ha sido podado”, explica Fernando.

El trabajo de Fernando no deja ningún cabo suelto. “Al olivo, al igual que a todos los árboles adultos que se transplantan, se le marca la orientación norte, para cuando se ubique en su nuevo lugar orientarlo de la misma manera que en su lugar anterior. De este modo, no se descontrola su biorritmo y aguanta mejor los periodos de sol. El olivo está espectacular y no se le coge el fruto, ni dejamos que nadie lo haga, para que el árbol no sufra en la recogida”.


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