Opinión

“Aleando” hacia arcanos tiempos de la cetrería y hacia el cosmos

Salvador Jiménez Ramírez | Lunes, 27 de Febrero del 2023
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Han sido días de tiritera, en los que se agradecía la alegría del sol y costaba ir a mirar el río… En los cielos parecían quietos todos los mundos… El nublado desplegaba obscuras moles, de un negro de contiendas bélicas aterradoras y convulsiones planetarias, que han hecho crujir el eje del planeta y la vida que sentía transcurrir el tiempo. Miles de criaturas humanas, como elegidas para el dolor, en un funeral de desasosiego y agonías, ametrallados, tratan de subsistir a un mundo de convulsos y negros abismos, que los ha aplastado entre el ocaso y caos de sus dioses… Duelen hasta las ráfagas de viento…  “La vida es una guerra y un exilio…”; escribió en sus “Meditaciones”, el emperador Marcus Annius Verus—Marco Aurelio.  

La tarde se va y un averío de estorninos bullangueros y gárrulos, con su luciente y enlutado plumaje, canturrean y “carcajean” con notas convenidas, en las copas de unos jayanes y centenarios árboles, entronizados por la naturaleza, enfrente de nuestro hogar. De repente, los tordos, interrumpen  el ensayo y repertorio de tonadas de loas a la luz y pulsiones de la vida, transformándose en un piar de clamores de alarma y espantada, cuando una veloz y sagaz rapaz, da una pasada como una saeta sobre la bandada para aprehender “botín”…

La obscuridad de la noche “entierra” los montes… Nuestra mente entra a hurtadillas en otras “molduras” del tiempo y largos “corredores” de la historia, recorriendo ámbitos de la antigüedad, cuando el empleo de aves rapaces para la caza cetrera, era privilegio de reyes y “grandes señores”, para su solaz o refocile. En la Edad Media, el precio que había que pagar por un ave rapaz, más su adiestramiento para la cetrería, solo estaba al alcance de monarcas, “grandes señores”, nobles…; que jamás transgredían (?) las normas de caza. El sobrino de Alfonso X el Sabio, don Juan Manuel, junto con el canciller Pedro López de Ayala, confeccionaron un libro basado en la caza cetrera. Al poco de comenzar la Reconquista, descendientes de don Pelayo, cuando “amainaban” las contiendas bélicas, se divertían practicando la cetrería. Reinas y princesas, cuando salían al campo (siempre acompañadas por sus damas) llevaban halcones y azores, para “volarlos” a ánades, palomas, perdices. En tiempos de los Reyes Católicos también era frecuente la práctica de la cetrería; incrementándose (en la Península Ibérica) en los reinados de la Casa de Austria. Por Real Cédula de 16 de enero de 1772, Carlos III, redujo las órdenes de pesca y caza a un reglamento perpetuo, para: “evitar, en parte, que los jornaleros, labradores y artesanos, faltasen a sus obligaciones y gastasen el dinero, en detrimento de sus haciendas, en arte tan costoso…”.

Las aves vultúridas como el buitre pardo, el negro y el alimoche no se empleaban en cetrería, por la pesadez de su vuelo y por alimentarse de especies muertas, al contrario que las falcónidas que, generalmente se sustentaban de presas vivas. Los halconeros clasificaban las aves de rapiña diurnas (nocturnas aparte) en clases nobles e innobles, empleándose en cetrería solo las primeras: azores y halcones. En el Medievo, los halconeros utilizaban el búho para atraer y atrapar halcones peregrinos en trampas preparadas con redes. En la actualidad, el búho se suelen emplear para atraer urracas y otras aves… En el siglo XIX, la cetrería se olvidó casi por completo.

En la antigüedad, el halcón era símbolo masculino del sol y del cielo. En Egipto era símbolo de los dioses, por su alto vuelo, fuerza y belleza. En el Renacimiento, el halcón cubierto con una capucha, simbolizaba “la esperanza en la luz que ilumina las tinieblas”. Relacionado, tal vez, con la máxima: “Post tenebras spero lucem”. Sin embargo el azor común o cernícalo, en el arte de la Edad media, simbolizaba la muerte.  El águila, como ave simbólica y hermética, extendida en muchos pueblos y naciones, sus legendarios símbolos y características son tan cuantiosos, que solo enumeramos que en la antigüedad era considerada “rey” de las aves y símbolo de dioses y reyes, convirtiéndose sus plumas en objeto de culto, como símbolo de los rayos del Sol.

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Se viene hacia nosotros una nube de polvo ceniciento y negruzco, junto a los “Chopos del Agua”, carbonizados por un incendio, meses ha, junto a la laguna La Coladilla”. Se sucede el silencio; solo el habla del agua. Una rapaz se cierne con ayuda del viento, arriba en lo alto entre “brazos” de sol. Remolinea  en torno a los “Chopos del Agua”, a la alfombra de carrizo, y a los “sepulcros”, (fruto de la relación del ser humano y sus obras)  del incendio aquél…Todo forma parte de la naturaleza de las “cosas”… Muchos recuerdos dormidos y anhelos fracasados en el ámbito… Con hablas del pasado, nos vamos “aleando”, rozando a la rapaz, por entre las partículas del cosmos…

 

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