Nueva función en la Muestra Local de Teatro José María Arcos. Esta vez en domingo y con luz del día debido al cambio de hora. Platea estrena “La Residencia”, un montaje valiente, reivindicativo; un drama denso y asfixiante. De una forma brillante la compañía trata una de las lacras de nuestra sociedad, una de las formas de esclavitud de las mujeres más tolerada. El numeroso público que acudió al Marcelo Grande premió al elenco del grupo tomellosero con una gran ovación.
Domingo de teatro, el cambio de hora nos permite llegar de día al Marcelo Grande. Hay mucha gente en la calle (la bondad de la tarde así lo permite) esperando para entrar. Además de por la calidad de las obras representadas, la 30 Muestra Local de Teatro José María Arcos está siendo un éxito por el numeroso público que acude a las representaciones.
De una forma muy teatral, elegante y efectiva, Platea pide al respetable que apague los móviles (el verdadero cáncer del teatro).
Vera (Julia Olmedo) vestida de rojo pone una canción francesa en la radio. Está en la habitación de una residencia, en la litera hay una muchacha enferma, Rocío Marquina. Vera es feliz, está preparándose para ser escritora, dramaturga concretamente. Recibe la visita de su novio Berto, a quien da vida Alberto Montañés, quiere que abandone la institución. Lleva Berto una coneja en la mano a la que ha puesto Vertita, está disgustado porque va a morir, pero —lo conforma Verta— la institución sacrifica hembras a beneficio de la ciencia. La feliz Vera quiere presentar a sus amigas a su novio.
Regresan las amigas, Ada, Yolanda Andújar; Julia (Noelia Muñoz); Max, a quien da vida Diana Naranjo y Lina, Ana Molina. Vera intenta convencerlas de que ha venido su novio y sus compañeras no la creen. Lina se lava con fruición, en la habitación huele mal. Aparece la estricta encargada (Pilar Requena) avisándoles de la comida. Vamos sospechando que nada es lo que parece en esa particular residencia. Los diálogos de las compañeras nos van descubriendo que el lugar en donde creé que vive Vera no tiene nada que ver con la realidad. Ada —la cabecilla del grupo y defensora de Vera— ha trazado un plan para escapar de allí. La enferma lleva seis días muerta y encima hay una traidora.
Dolorosamente Vera (y nosotros) descubre que en realidad está presa, como todas, en un puticulb. Esclavas de la explotación sexual no pueden salir del antro. El libreto de Julia Olmedo y Carmen Pilar Burillo nos habla de mujeres que salieron de su país “y acabaron aquí”. Condenadas a muerte y encerradas sin futuro, las “huéspedes” de la particular residencia siguen soñando con su futuro. “La Residencia” critica (y muy bien que hace) que haya quien siga diciendo que hay mujeres que “se dedican a esto por gusto”. Son víctimas.
Con dirección de Julia Olmedo, “La Residencia” es un grito contra la esclavitud sexual, contra esa forma de maltrato a la mujer, tolerada. La obra es densa por momentos, los diálogos son incómodos, con aristas como espinas que nos pinchan la conciencia. Las actrices son capaces de transmitir su rabia, su malestar, la resignación con la que aguantan su destino o la alegría de los escaso momentos de tranquilidad. La escenografía es sencilla, pero efectiva, en nada, la confortable residencia pasa a ser el oscuro agujero donde están encerradas. Tras dos horas, la obra se resuelve de una forma expeditiva y cruel, tanto como la vida de esas mujeres atrapadas, sin salida.
El público premio el gran hacer de Platea con una gran ovación. El recuerdo de “La Residencia” es una buena forma de celebrar el Día Mundial del Teatro.
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Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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