Tomelloso

Esther Belló: “La almendra castellanomanchega ha venido para quedarse”

Almendrun, que forma parte del proyecto agrícola matriz El Árbol, apuesta por la calidad y la promoción de este saludable fruto seco

Carlos Moreno y Francisco Navarro | Martes, 28 de Marzo del 2023
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El de Almendrun es, sin duda alguna, uno de los proyectos castellanomanchegos más atractivos que se han puesto en marcha en el sector agroalimentario de la comarca en los últimos años. Los hermanos José Carlos y Luis Miguel Díaz y sus esposas Esther Belló y Ana Serna vieron las enormes posibilidades del almendro, un producto que sigue ganando terreno en la agricultura de la zona. Una planta industrializada de primer nivel, la profesionalidad de su empleados y la claridad de ideas y entrega de sus responsables viene a ser la mezcla perfecta para que la idea trazada esté llegando a buen puerto.

Almendrum forma parte de un proyecto matriz de agricultura diversificada, El árbol, empresa familiar donde se cultiva brócoli, cebolla, ajos, viñedo y ahora almendro ecológico que cultivan en unas 250 hectáreas, polinizado con abeja y abejorro. Esther Belló nos muestra desde su coche las parcelas de una finca donde los almendros en flor embellecen el paisaje en una preciosa mañana de primavera. Se respira en el ambiente la idea de Campo y Alma que, en cierto modo, viene a ser un homenaje a los emprendedores del sector agroalimentario.

—Almendrun tiene ya una trayectoria de tres años ¿qué balance realizan?

—El balance es positivo. Vimos la necesidad de que hubiera una descascaradora en la zona y conseguimos que nos concedieran una ayuda FOCAL. Es un proyecto ecológico, sostenible y de economía circular, ya que del almendro se utiliza todo: el sarmiento, la cáscara para biomasa, la capota para piensos ganaderos, aceites esenciales y el fruto en sí se utiliza para muchas cosas. El gran reto tiene que ser dar con la variedad que mejor se adapte a la climatología de la zona, para que las heladas no se lleven las plantaciones como ha ocurrido en los últimos dos años. La región puede tener uno de los grandes almendrales de nuestro país. El paisaje rural está cambiando; antes era un mar de viñas y ahora tienen una presencia creciente los campos de almendros. Estar cerca de las viñas le puede dar un matiz muy peculiar a la almendra porque las polinizaciones al final se mezclan y las propiedades agronómicas de la vid se van a incrustar en las propiedades de la almendra.

—Estamos ante un cultivo con mucho futuro y posibilidades ¿no cree?

—La almendra es un superalimento. Aparece en todas las dietas saludables. España ahora mismo tiene el 5 por ciento de la almendra que se produce en Europa y el gran productor mundial es California. Pero la almendra californiana tiene unas características que nada tienen que ver con la almendra española que tiene propiedades mucho más saludables. Por este motivo estamos insistiendo que ponga origen España, que las turroneras tengan su identificativo de calidad. La almendra tiene futuro porque es un cultivo sostenible y que procede de un árbol que disminuye la huella de carbono.

—Las heladas han desanimado mucho al agricultor ¿cómo le devolvemos esa moral y confianza tan necesarias para emprender proyectos?

—Es cierto que hemos pasado dos años con heladas terribles y la gente anda un poco decepcionada. De hecho, se han llegado a arrancar almendros, pero yo tengo muy claro que la bolsa del campo la mide el cielo, la meteorología. Hay un cambio climático latente y hay que adaptar los cultivos a ese cambio, pero, sobre todo, no hay que perder la paciencia. La agricultura tiene mucho de saber esperar. Poco a poco con los injertos se están haciendo cultivos más tardíos y estoy convencida de que conseguiremos tener grandes cosechas de almendra en la zona. En el cultivo del almendro todavía estamos en una fase de aprendizaje porque llevamos poco tiempo.

—Se está haciendo un gran trabajo en el campo y ahora se debe afrontar el reto de la promoción y comercialización ¿se están dando ya pasos en este sentido?

—El gran reto para los próximos años es que la almendra española, y especialmente la de la Mancha, se promocione y se valore en su justa medida. Hay que apostar por el cultivo autóctono, aunque también es verdad que somos especialistas en promocionar lo nuestro cuando estamos fuera y no saberlo apreciar cuando estamos dentro. Ha llegado el momento de valorar nuestros grandes vinos y otros productos de calidad contrastada como aceites, mieles, carnes buenísimas, los quesos, el cordero y por qué no la almendra manchega que ha venido para quedarse y más específicamente, por la parte que me toca, la almendra tomellosera de almendrun. El proyecto de Campo y Alma que ha sacado adelante el Gobierno regional es una buena manera de poner en valor nuestros excelentes productos.

—¿Qué variedades de almendra cultivan?

—Lauranne, que es la mayoritaria, marinada, penta, tenemos un campo de ensayo con algo de wara, soleta, y por otro lado vialfas y makako.

—¿Cómo sobrellevaron los duros tiempos de la pandemia?

—Llevamos tres años, empezamos en el complicado año 2020, tanto a nivel empresarial como personal, que nos puso a prueba. Pero conseguimos mantener la empresa y que funcionara. Si algo no paró en pandemia fue el campo, porque los almendros florecen y el fruto había que recogerlo. Intentamos estar a la altura de las circunstancias y seguimos trabajando en la idea de productos de calidad diferenciada. España todavía tiene que crecer mucho en este campo, porque en Europa es lo que más se valora y hoy día la gente cuida su alimentación mucho más.

—La producción ecológica obliga a un mayor esfuerzo de las empresas agroalimentarias ¿afrontan el reto con todas las garantías?

—Sí. Para que una almendra llegue a un bote, hace falta muchísimas horas de dedicación, trabajo e inversión. Nuestras almendras se polinizan con abejas y abejorro, se cuidan parcela a parcela, se hacen mantos vegetales para que tengan todos los nutrientes necesarios, se busca la variedad más adecuada a cada zona. Una agricultura muy cuidada, que además, es muy agradecida a la vista porque los campos de almendros son espectaculares y esto es algo que también se puede promocionar, lo mismo que se visitan los campos de cerezo en Japón. De hecho, algunos influencers e instagrammers se han puesto en contacto con nosotros para realizar algunos reportajes.

—Se nota la pasión con la que llevan a cabo su trabajo ¿no cree?

—En una empresa familiar tiene que ser así, una implicación total y absoluta, pero también quiero destacar la labor y el compromiso de los trabajadores. Aunque el campo se mecanizado y la tecnología ha avanzado tanto que desde un móvil enciendes el riego, siempre hacen falta personas para mantener las instalaciones, detectar averías o una plaga.

—¿Encierra mucha dificultad defender hoy en día un proyecto agrario?

—Las dificultades son grandes y es cierto que el campo tiene ayudas, pero necesita aún más. El producto no está valorado, en campo tiene un precio irrisorio a lo que luego nos encontramos en la cesta de la compra. Hay que poner los medios y condiciones para que el producto se pague con un precio justo.

—¿Cómo marchan las obras de ampliación?

—La ampliación responde a unas ganas de querer crecer y seguir soñando alto. El primer FOCAL nos ayudó a montar una planta pionera en la zona para abastecer a todo el mercado de los alrededores. Nosotros somos empresa industrializada y al mismo tiempo productores. Las instalaciones se quedaron pequeñas y decidimos apostar por otro FOCAL que te ayudan en un porcentaje de la inversión. Hemos ampliado con tres mil metros más las instalaciones con naves para secado, cámaras frigoríficas, descargaderos y queremos que en unos años seamos un punto de referencia en el sector. Nos ayuda estar al lado de un cruce estratégico de autovías, de paso a Levante y al Sur y estamos convencidos de que si el tiempo nos acompaña habrá producciones muy importantes y hay que satisfacer al agricultor que ha apostado por este cultivo.

—Están logrando que cuaje un proyecto en condiciones muy complicadas ¿les hace esto ser optimistas de cara al futuro?

—Es verdad. Hemos pasado por una pandemia, una crisis económica, ahora estamos inmersos en una guerra, políticamente hay cierta inestabilidad y hemos tenido un clima bastante hostil. Sí hemos sobrevivido a las circunstancias más adversas posibles creo que lo que toca a partir de ahora es subir y mejorar. 

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