Hay veces que el oficio de periodista nos permite descubrir,
vivir más bien, momentos únicos, inesperados y deliciosos; verdaderas joyas.
Eso ocurrió el domingo, durante casi dos horas se produjo el milagro, un prodigio
sencillo pero fascinante: la conjunción virtuosa de tres grandes artistas,
Manuel Juliá, Carlos Hipólito y Shuarma. El Auditorio López Torres acogió el
recital “Madre”, encuadrado en la programación de “La cultura del vino” que
patrocina la Diputación de Ciudad Real. El espectáculo fue a beneficio de
TEAcompaño CLM. Hubo buena entrada en el Auditorio, acudió el autor, el
diputado provincial y teniente de alcalde de Tomelloso, Francisco José Barato y
representantes de la asociación beneficiaria. El público disfrutó con el
recital, íntimo, con mucha complicidad y con las emociones a flor de piel.
Ayer tuvimos la suerte de combatir y vencer la devastadora y
abúlica tarde de un domingo con los bellos y desgarradores versos de Manuel
Juliá declamados con maestría por la conocida y perfecta voz de Carlos Hipólito
acompañada la bella música del Shuarma más íntimo. El público aplaudió cada una
de las intervenciones de los artistas, cada vez más emocionado, cada vez más
entregado, cada vez más contento de haber comprado la entrada de “Madre”.
“Te amo tanto que mi amor no está perdido en el mar”, declama
Carlos Hipólito y Shuarma, cuando llega el final del poema responde con el “Te
quiero” de José Luis Perales. Y comienza el sortilegio. Asistimos emocionados a
las palabras que Manuel Juliá dedica a su madre, dibujando la bondad “como el
rasgo triunfador de su carácter”. Poesía por los siglos de los siglos, poesía
pequeña, intima, desarbolada, enamorada de una mujer que dejó Córdoba por una
ciudad de humo, niebla y minas.
Una madre, la de Juliá, la de todos nosotros, compasiva, que
cosía con una Singer que sonaba como una lira metálica. Por la que, una vez
muerta, bebieron como fieras en todos los bares (recitado fríamente, sin
música, a palo seco) y poco a poco es el rostro de la estampa de Sor Ángela de
la Cruz. Carlos Hipólito nos pasea por este conjuro impregnando su confortable
voz con todos los matices del sentimiento, con todos los colores del amor a una
madre. Y las emociones van haciendo de la suyas, calando en el público como una
lluvia de abril (¡tan necesaria!), que asiste a la tarde más feliz del poeta en
el Paseo San Gregorio.
Shuarma potenciaba las emociones con su música. Alternó
temas propios con otros conocidos y necesarios en el recital como el “Ne me
quitte pas”, de Brel o el “Moon river”, de Mancini. No nos dieron tregua los
dos artistas, no aflojaron nuestras emociones en el magistral encaje de texto y
música. “Siento el frío de saber que estar lejos esta vez”, llora Juliá con la
voz de Hipólito.
El público dedicó una gran ovación a los artistas; Manuel
Juliá subió al escenario a saludar. Y el azul de Shuarma y el del poeta,
transformado en Carlos Hipólito, ponen un brillante colofón a una tarde de
música y poesía. Qué mejor manera de celebrar el Día del Libro.
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Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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