Estaba feliz este jueves Rafael Martínez, se le notaba la
emoción en cada frase y no era para menos. Desde ayer cuelga parte su obra en
el Café de la Glorieta en una gran exposición que no va a dejar indiferente a
nadie. Rodeado de los suyos, sus hijos y nietos, entre ellos la chef María Morales,
sus amigos, artistas y acompañado por la alcaldesa, Inmaculada Jiménez, el pintor
abrió al público la muestra.
La exposición surgió de la Gala de los Viñadores de la
pasada Feria, donde Rafael Martínez y El Cafetín fueron reconocidos. La obra de
Martínez ya se ha podido admirar en Tomelloso, el artista ha realizado exposiciones
individuales en La Posada, la Cafetería Sol y el Café de la Glorieta, donde
ahora regresa. La luz y el color de la obra de Rafael Martínez inunda el
emblemático café, lo ilumina y lo llena del optimismo de las pinturas de
Martínez.
Nos contaba el artista la ilusión que para él ha supuesto la
exposición “estoy acostumbrado a tener los cuadros en casa, uno detrás de otro,
allí no los veo. Cuando lo he contemplado aquí colgados me he emocionado; ha sido
para mí una alegría muy grande. Y es que me parece mentira que todo esto haya
salido de mis manos”.
Paisajes, bodegones, ciudades y algún guiño a Antonio López
Torres componen la muestra de Martínez en El Cafetín, óleos de gran formato que
cuelgan de las paredes del emblemático establecimiento. Sevilla (aún más
luminosa en las pinturas de Rafael Martínez), Madrid, Roma y, por supuesto, Tomelloso;
el campo manchego, amapolas, bombos, uvas, el honrado pan de cruz o niños con
un burro iluminan la primera planta de El Café de la Glorieta. Aseguraba
Martínez, que le gusta enfrentarse con todo, retratos, paisajes, bodegones, “no
me gusta dedicarme solo a una cosa”.
Rafael Martínez, que durante toda su vida ha sido carnicero,
lleva nada menos que sesenta y cinco años dedicado a la pintura. Se inició en
el arte gracias “a los Antonios. Antonio López García y Antonio López Torres, sobrino
y tío, eran clientes de mi carnicería, ellos fueron los que me indujeron a pintar”.
Cuando venía a Tomelloso Antonio López
se interesaba por los trabajos de Rafael y López Torres estaba pendiente de sus
creaciones. Emocionado subrayaba que “sin darme cuenta he tenido dos maestros,
que me han ayudado un montón. Creo que todo ha salido de esa amistad”.
Con respecto a los temas que elige, asegura el pintor que
siempre “voy buscando un olivo, una amapola… yo que sé, la mayor tontería del
mundo es un cuadro bonito. No puedes estar esperando a que salga una pintura
preciosa”. Desborda la muestra luz y color, ilumina la sala mucho más que los
focos. “Siempre me ha gustado la luz, ha sido como una obsesión. Porque la
potencia de los colores no da más luz, que si no, estos cuadros tendría más”.
Desde que se jubiló, hace dieciocho años, se dedica a la
pintura a tiempo completo, “me parece que solo hayan pasado dieciocho días. Se
me ha pasado el tiempo volando gracias a la pintura”. Señala el artista que
estuvo dos años en el Museo López Torres “pintando cuadros del maestro. Copiar
a Antonio López Torres es una delicia, tengo doce obras de él. Estaba dentro de
una burbuja, es que pintando te transportas a otro mundo”.
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Viernes, 5 de Septiembre del 2025
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Jueves, 4 de Septiembre del 2025
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