Las intérpretes fueron explicando durante todo el concierto las piezas que interpretaban en una interesante y útil labor didáctica. El público, poco, agradeció las glosas de Kerloc’h y Pinto. El concierto se dividió en tres partes, música de cámara, ópera y zarzuela.

Comenzó el dúo por tres lieder de Franz Schubert, “Die junge Nonne”, la conocida “Serenata” y “Junto al mar”. Con esa terna las intérpretes dejaron claro que el del sábado iba a ser un gran concierto. Siguió el recital con tres canciones del ciclo “Clairières dans le ciel”, de la francesa Lili Boulanger. La potente voz de la soprano retumbaba sobre la melodía, de una sofocante tristeza, de una atronadora melancolía. Una obra que la compositora concluyó con las palabras “ya nada queda para sustentarme”.  Con Turina acabó la primera parte, tres piezas del ciclo “Poema en forma de canciones”. Primero interpretó Ève Kerloc’h, “Dedicatorita”, para piano solo, y continuó, ya con la voz de Annya Pinto, con “Nunca olvida” y “Cantares”.

La ópera protagonizó el segundo bloque, se inició con la “Arietta” de Grieg, que bordó Kerloc’h. El programa continuó con el aria de la Condesa de las Bodas de Fígaro; y dos piezas de Puccini, “Tu che di gel sei cinta”, de Turandot y el Vals de Musetta, de La Boheme. La gran ejecución de la pianista y la soberbia voz de la soprano encandilaron al respetable.

La zarzuela protagonizó el último tercio del concierto. Ève Kerloc’h, para dar un descanso a la soprano, interpretó una de las danzas de Granados. Y la estupenda velada musical concluyó con dos romanzas, “No corté más que una rosa”, de la zarzuela “La del manojo de rosas”, de Sorozábal y “No puedo más”, de la obra de Pepita Embil, “Maravilla”.

El público dedicó una gran ovación a las interpretes —durante todo el recital aplaudió todas y cada una de las piezas—. Se notaba en las caras de felicidad que el respetable disfrutó con el concierto del Dúo Lilium.