La Corte de Honor de aquel año tuvo como reina a Inmaculada Peinado Torres y como damas a María Eufemia Espinosa, Virginia Peinado Bolós, Elena Martínez Díaz, Diana Olmedo Pérez, Margarita García Morales, María Isabel García Soubriet, María de las Viñas López Eugercios y María Elvira Menchén Fernández-Pacheco. 

Bajo el título “Diálogo de la Mancha”, Antonio Gala presentó una curiosa conversación entre  el ama de Don Quijote y el bachiller Sansón Carrasco con su privilegiada pluma y talento para ir configurando un sabroso texto con muchos retazos de historia, toques costumbristas y mucho humor. “La Mancha es una región clásica. Y la norma expresiva más clásica es el diálogo. Para manifestar La Mancha no encuentro yo mejor epifanía. ¿Qué voces elegir? Si lo que no comienza en tradición acaba en plagio, yo elegiría voces tradicionales. Pero para que la excesiva costumbre de escucharlas no las hiciese desdeñables, no habrían ser voces demasiado habituales ni demasiado dialécticas. Quizá con la del bachiller Sansón Carrasco y la del ama de Don Quijote nos bastara”.  De este modo, empezó su discurso el gran escritor.

“Por la Mancha bajaron los de arriba hacia el sur y subieron los del sur hacia el norte. Durante muchos siglos, muchos pies han han pisado –calzados o descalzos-por aquí…” ponía en boca del bachiller, mientras el ama le contestaba “quizá por eso, y nada más que por eso, está un poquito seca La Mancha todavía…de tanto pisotón”.

En otro pasaje tira de historia para hablar de “las calzadas romanas, las trashumantes cañadas de la Mesta, las rutas de las Órdenes Militares…gestos y huellas de la historia grabaron este páramo. En Montiel se instauró fratricidio, la dinastía Trastámara. Y las tierras de Alcaraz y El Bonillo se las regaló el emperador Carlos a la mujer más guapa de este mundo: doña Isabel…”. El discurso de Gala hacía guiños al folklore manchego “aquí, señores míos, cantamos y bailamos con la venia de Dios. Seguidillas, boleras, meloneras, enredás, forrás, jotas manchegas…” y repasó  juegos antiquísimos como los bolos, la rana, el estiragarrote”, deteniéndose también en la gastronomía. “¡Bendito Sancho, como disfrutaría¡ Los gazpachos, la caldereta, las judías, las sopas de ajo, la salsilla, el frite, el pisto, el ajoblanco y ¡los galianos!”.

No olvidó a ilustres personajes de estas tierras como Francisco de Quevedo, lo que le dio pie a introducir algunos versos y coplas del mocerío de la época. Cuatro panaderos te quieren rondar/ el uno se viene y el otro se va/ y el otro se queda y no puede hablar/ de lo que te quiere y tú le querrás. Y su discurso concluía en palabras del ama de la siguiente manera: “y nosotros también somos La Mancha. ¡qué caramba!, bachiller Sansón Carrasco. Tu y yo, nosotros, la gente sobre todo…Porque cada mañana, como empieza la luz, vuelve a empezar la vida…Cada mañana, La Mancha se inaugura”. 

Antonio Gala, en el centro junto a García Pavón y Eladio Cabañero