Opinión

Infamias cotidianas

Ramón Moreno Carrasco | Lunes, 26 de Junio del 2023
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A veces me pregunto qué tipo de sustancia estupefaciente nos han inoculado para que la más abyecta infamia nos sea completamente indiferente, a pesar de ser pública y notoria. ¿Cómo es posible que gente verdaderamente erudita sea ignorada hasta por la santa madre que la alumbró y nos traguemos sin despeinarnos horas y horas de disertaciones procedentes de tipos (y tipas) mediocres que solo buscan utilizarnos en su propio beneficio?

Se dice puritano y cristiano una persona que se declara contraria al aborto, afirmando que el nonato debe ser equiparado a una persona y la bondad de tener hijos para paliar los perniciosos efectos del envejecimiento de la pirámide poblacional, a modo de un acto de patriotismo barato. En la actualidad viven en nuestro planeta 8.000 millones de habitantes aproximadamente y según estimación de la Organización de Naciones Unidas -ONU-, de las que un 10% está condenada a la inanición, y entre las que naturalmente hay bebés y niños, pero dichos puritanos -y puritanas- no hacen mención a que el déficit poblacional pueda paliarse mediante la inmigración de ese tipo de personas debidamente complementada con una verdadera política de integración. ¿Sera que esa gente son menos personas que el nonato o directamente no lo son? Es más, critican con la misma vehemencia la inmigración y al gobierno de turno por no tomar medidas más eficaces y contundentes.

Tampoco parece que a nuestro puritano/a aquellos semejantes que para su desgracia parecen una de las denominadas enfermedades raras, que no son más que enfermedades de escasa incidencia a las que las multinacionales farmacéuticas no dedican recursos en investigación por no resultar rentables, condenando a éstas a unas paupérrimas condiciones de vida, les quite el sueño o provoquen un insoportable desasosiego interior.

Desde la siniestra (y según algunos mal pensados que han tenido acceso a información reservada provocada) crisis económica de 2008 un día sí y otro también nos bombardean con la inviabilidad económica de nuestro actual sistema público de pensiones. Esto ha provocado la interiorización del miedo a que cuando seamos mayores y débiles carezcamos de medios necesarios para la vida, con lo que ha habido un incremento de la suscripción de planes de pensiones privados, para beneficio de los de siempre, esto es, bancos, entidades aseguradoras y demás ralea.

Por el contrario no he visto en todo este tiempo un análisis riguroso sobre el verdadero coste de nuestra mastodóntica Administración pública, que consta de un parlamento nacional, un senado, un gobierno y sus correspondientes ministros, directores/as y subdirectores/as generales y demás cargos de confianza nombrados discrecionalmente por el estadista de turno, 17 parlamentos autonómicos, 17 gobiernos autonómicos con consejerías, delegaciones provinciales, etc., 48 diputaciones provinciales, 8.131 ayuntamientos y una cuantiosa aportación anual que estamos obligados a hacer para el mantenimiento del parlamento europeo, la comisión y los otros órganos que la componen.

Digo yo, quizás afectado por algún tipo de enajenación mental transitoria, que, teniendo en cuenta que somos un país de 45 millones de habitantes, la ausencia de coordinación entre dichos organismos oficiales más que facilitarnos la vida lo que hace es imposibilitárnosla, dado que los requisitos válidos para un territorio no lo son en el contiguo, quizás no sea necesario tanto y podamos empezar recortando este tipo de cuestiones antes de recortar el estado del bienestar.

Pero, como dicen los castizos, con la iglesia hemos topado. La partitocracia requiere apoyos para alcanzar puestos relevantes, y que una vez cumplidos los objetivos el favorecido devuelva el apoyo a modo de nombramientos para cargos oficiales de sus benefactores, por lo cual ese debate se obvia, y en el caso de hacerse no se entra en las profundidades que la cuestión requiere.

Jeques del petróleo y demás millonetis árabes de sangre azul (aristócratas) compran clubs de futbol europeos gastando ingentes cantidades de dinero en la contratación de futbolistas, que no amortizan ni de lejos acumulando deudas gigantescas, mientras someten a sus súbditos a leoninas condiciones de vida, con la anuencia de las autoridades europeas y las específicas del deporte, en tanto no le ponen trabas de ningún tipo, lo que a todas luces supone una felonía para las más elementales reglas de nuestra lógica y criterio. Muy al contrario, lo que se hace en los medios de comunicación especializados es un debate sobre la imperiosa necesidad de que determinado sujeto, especialmente dotado para ese deporte, debería tener una remuneración más elevada, con un par de cojones.

El imbécil de turno alardea de su éxito social comprándose un vehículo de alta gama, de esos que cuestan más de 100.000 €, creyéndose que ha llegado a la cima, mientras los jetas verdaderos dueños del pastel se reúnen en un hotel de Lisboa, léase club bilderberg, gastándose en un fin de semana un millón o los que hagan falta de euros, para charlar de sus cosas y tomar decisiones que de seguro nos harán la vida un poco más insoportable. Como son educados y listos invitan a los gobernantes de las naciones más ricas del mundo para asegurarse su aprobación y complicidad. ¿Acaso ha habido algún debate criticando que nuestros representantes se presten a tales praxis?

Esos mismos luego se van al club privado que tienen montado en la costa del sol, puerto banús, donde exhiben sus costosos yates, sus ferraris, sus relojes de medio millón de euros (en el documental que vi al respecto dicen que son verdaderas obras de arte) y espetan furibundos ataques a los malandrines de turno que, con cierto ingenio, intentan adueñarse de esos pelucos para dejar de ser unos parias de la vida ¡Es que no hay derecho, habiendo muertos de hambre a los que incordiar!

Eso digo yo, me gusta Málaga y su zona costera por lo que de vez en cuando me dejo caer por allí, y, siendo curioso como soy, casi siempre dedico una tarde-noche para ir a pijolandia, que aprovechen ese día dichos malandrines y me jodan un poco más la vida, con un poco de suerte les toca una abogado de oficio decente y no se pudren en la cárcel, ya que con lo que me puedan sacar a mí no les va a dar para hacerse con los servicios de los mejores letrados penalistas, pero ni de lejos. Venga yaaa 

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