Opinión

Excentricidades científicas

Ramón Moreno Carrasco | Lunes, 3 de Julio del 2023
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Por norma general nuestra vida, salvo puntuales excepciones de personas especialmente afortunadas, suele ser tan rutinaria que resulta soporífera, con problemas y obstáculos que nos desasosiegan pero que, tanto en su génesis como en su materialización, suelen ser comunes a todos los seres. Lo clásico, la pareja ya no nos apasiona como antes, el trabajo de tan repetitivo llega a ser tortuoso, no llegamos a fin de mes, los hijos adolescentes dan exactamente los mismos problemas que nosotros dimos a nuestros progenitores cuando éramos jóvenes, lo cual se nos olvida, ahora que íbamos más o menos encauzados se ha roto la lavadora, el frigorífico, el coche o la madre que pario a Panete y se joden las vacaciones, etc.

Carecemos de esas vivencias que por sernos ajenas y nuevas tienen en nuestra existencia un efecto catártico, en tanto provocan drásticos cambios en nosotros y en nuestro entorno, descubriendo perspectivas y posibilidades que ni en nuestros mejores sueños habríamos sido capaces de imaginar, motivándonos a realizar otras actividades y descubriendo que la edad y el paso del tiempo no ha logrado eliminar nuestra necesidad de tener experiencias nuevas.   

Así que, a falta de una vida intensa, que debería ser nuestra verdadera preocupación, e incapaces de aceptar la limitación de nuestra vida, centramos nuestros esfuerzos en aumentar lo máximo posible la longevidad. Los científicos y demás lumbreras en las ciencias de la salud, prestos a satisfacer nuestras demandas, han intensificado los estudios e investigaciones al respecto, las cuales han resultado fructuosas. Y no se a ustedes, pero a mí han logrado que les tenga incluso más pánico que a mi inevitable óbito, ya que las pautas que me dan me privan de esos pequeños placeres que de algún modo daban sentido a mi anodina vida.

De un tiempo a esta parte, a los muy capullos y, para ser paritarios, capullas, se les ha metido entre ceja y ceja el asunto de la alimentación llegando a la conclusión de que, tiene cojones la cosa, los alimentos más sabrosos son potenciales bombas contra nuestra salud y deberíamos evitarlos. Por eso se acabó, el feliz tiempo en que pedias la típica tostada de aceite de oliva, con o sin tomate, y te daban el salero para que te sirvieses a tu gusto, y ahora te dan un minúsculo sobrecito de ese ingrediente por tu propio bien.

El azúcar, que hizo ricos a tantos aventureros que hartos de las miserias domésticas de nuestra patria se embarcaron en la aventura americana, es una especie de veneno retardado además de hacernos engordar, por lo que se aconseja, no ya su consumo moderado, sino su eliminación de la dieta.

El cerdo poco menos que debería de anularse completamente, el cordero es demasiado graso, el vacuno una vez al mes máximo. Total, que las carnes de ave como el pollo y el pavo son las más recomendables (y las más insípidas). El pescado a ser posible azul, creo, junto con las frutas, legumbres y hortalizas, son los alimentos que se erigen como base fundamental de la dieta adecuada.

Pero ojo que ahí no para la cosa, también te indican la forma en que deben ser cocinados, de manera que el típico y rápido frito también es perjudicial, por lo que los alimentos deber ser frescos y guisados al vapor o en el horno.

Junto a todo ello la industria quiere facilitarnos la cosa, comercializando todo tipo de alimentos sanos, con alto valor nutricional, si bien al ingerirlos hacen chirriar al paladar, tales como batidos, galletas, zumos, bebidas energéticas, …

También los restaurantes se han puesto las pilas al respecto, por lo que cada vez más encontramos establecimientos cuyo eslogan es precisamente la salubridad de los alimentos que componen sus menús y cartas, reclamando que acudamos a ellos por el bien de nuestra salud.

Para ser completamente sincero, como soy un lego en las citadas materias ignoro cuantos años puedo aumentar mi existencia de seguir tan eruditos consejos y si de hacerlo me espera, en términos estadísticos, una muerte más benigna o no, pero les aseguro que lo que si voy a conseguir es ralentizar la sensación del paso del tiempo, de manera que cada nuevo día que viva valdrá por tres de mi pecaminosa vida, en donde solía ponerme hasta las trancas de venenos alimenticios verdaderamente sabrosos. 

Bien pensado el hacerles caso no me garantiza que no vaya a tener un accidente de tráfico, que cuando vaya a un evento no haya un esquizofrénico armado que arme la de dios es cristo y me toque la china palmándola, que venga otra pandemia cuyo virus se pase por el arco del triunfo mi sana dieta y me mande al cementerio, que haya un cortocircuito en mi casa que haga conducción al ordenador desde donde escribo estas letras y me deje con un churrasco pasado, que venga un terremoto y caigan sobre mi cabeza alguna piedra que me deje tetrapléjico. Así que por mi podéis iros a mamarla, seguiré, si me dejáis, que esa es otra, con mi desequilibrada dieta.


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